El descenso a la caverna fue rápido, brutal, como una caída por la garganta de un dios muerto.
Las paredes de roca estaban marcadas con símbolos antiguos: espirales, estrellas, huesos cruzados.
Una tecnología que parecía magia palpitaba por los corredores.
Luces rojas, líneas vivas.
Todo vibraba con un ritmo oculto.
Joseph sudaba.
Caesar sangraba.
Lisa Lisa no hablaba.
Y Leo caminaba entre ellos sin parecer apresurado.
Pero por dentro…
[Transformación de Kars: 93%]
[Sistema en espera. Línea de absorción: bloqueada hasta forma final.]
Estaban cerca.
A segundos.
Doblaron la última esquina.
Y entonces lo vieron.
Una cúpula natural tallada en el hielo y la piedra.
Alta como una catedral.
Círculos flotando como engranajes sobre un altar de obsidiana.
Y en el centro…
Kars.
De pie.
Rodeado por una explosión suspendida de luz roja.
Su cuerpo estaba parcialmente cubierto de placas vivas.
Sus músculos reordenándose.
Su piel brillando con líneas solares.
Sus ojos… cerrados.
Joseph frenó en seco.
—No…
Caesar jadeó.
—Llegamos tarde…
Lisa Lisa entrecerró los ojos.
—No. Aún no termina. ¡CORTEN LA ENERGÍA!
Pero nadie se movió.
Los vampiros guardianes giraron sus cabezas lentamente.
Leo dio un paso hacia adelante.
Y sonrió. Muy, muy dentro.
[Estado evolutivo: 97%]
[Sello Hamon detectado: colapsando.]
La Piedra Roja giró una última vez.
Kars abrió los ojos.
Y en ese instante… todo el sistema del templo estalló en rojo absoluto.
El grupo fue lanzado hacia atrás.
El aire se volvió vapor.
El hielo se derritió a nivel molecular.
Y Kars… ya no era Kars.
Su piel era blanca como la luz del día.
Su cabello flotaba sin peso.
Su rostro… perfecto.
No bello.
No terrible.
Simplemente, completo.
—¿Qué… es esto? —susurró Joseph.
—Es… el sol que respira —dijo Caesar, casi en trance.
Kars caminó por encima del suelo como si la gravedad lo adorara.
—Soy la cima.
Soy la versión sin restricciones.
Lisa Lisa lanzó su Hamon.
Una descarga que habría destruido montañas.
Kars la absorbió sin moverse.
—Hermoso intento.
Y completamente irrelevante.
Joseph gritó:
—¡¿Qué quieres ahora?!
Kars lo miró.
Con lástima.
—Nada.
Porque ahora… lo tengo todo.
Leo, aún de pie, apenas respiraba.
Su Stand flotó a su lado.
Las páginas comenzaron a girar.
Una sola palabra apareció en todas.
"Acceso permitido."
[Entidad: Kars (forma perfecta).]
[Absorción: ahora disponible.]
[Condición: combate directo – sin apoyo externo.]
Leo entrecerró los ojos.
Y por primera vez desde que llegó a este mundo…
sonrió con verdad.
—Ahora sí…
podemos jugar.