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Chapter 108 - Capítulo 103 – Día de descanso 16

Capítulo 103 – Día de descanso 16

El amanecer apenas comenzaba a iluminar el campamento cuando Cody abrió los ojos. Había dormido profundamente, pero su cuerpo lo despertó antes de lo habitual. Se levantó con calma, se vistió y salió de la cabaña, respirando el aire fresco de la mañana.

El silencio era casi absoluto, roto solo por el canto de algunos pájaros y el crujido de la madera bajo sus pasos. Caminó hacia el comedor, y para su sorpresa, llegó justo al mismo tiempo que el Chef. El hombre empujaba la puerta con su brusquedad habitual, cargando una caja con ingredientes frescos.

Cody lo miró y sonrió con discreción. "Buenos días."

El Chef levantó la vista, arqueando una ceja. No estaba acostumbrado a ver a nadie tan temprano, y mucho menos a Cody. "¿Qué haces aquí tan pronto?" gruñó, aunque sin la dureza de siempre.

"Me desperté temprano", respondió Cody, entrando junto a él. "Pensé que sería bueno empezar el día aquí."

El comedor estaba vacío, las mesas aún ordenadas desde la noche anterior. Cody se acomodó en una de ellas, mientras el Chef comenzaba a preparar las cosas en la cocina. El ambiente era distinto: tranquilo, sin el bullicio de los demás, como si ese momento perteneciera solo a ellos dos.

Cody observó cómo el Chef encendía la estufa y sacaba utensilios. El sonido metálico llenaba el espacio, y el olor de los primeros ingredientes comenzaba a impregnar el aire.

Por primera vez en mucho tiempo, Cody sintió que el día de descanso realmente empezaba con calma.

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El comedor estaba tranquilo, apenas iluminado por la luz del amanecer. Cody y el Chef compartían la mesa, cada uno con una taza de café humeante y un plato de rosquillas. Ya no había tensión entre ellos; Después de tantas jornadas, podía decir que eran amigos.

El Chef mordió una rosquilla y, con la boca medio llena, soltó:

"Si tuvieras que quedarte con un solo estilo de pelea, ¿cuál elegirías?"

Cody excitando, como si hubiera estado esperando esa pregunta. "Muay Thai. O mejor aún, Muay Boran. Me gusta la idea de usar todo el cuerpo: puños, codos, rodillas, espinillas. Es como tener ocho armas listas. Y el Boran... bueno, es más antiguo, más completo. Siento que no me falta nada cuando lo practico."

El Chef bebió un sorbo de café y se acercó. "Yo me quedo con el Judo. Es simple, directo. No necesito golpear fuerte, solo aprovecha la fuerza del otro. Un buen lanzamiento y listo. Es elegante."

Cody lo miró con curiosidad. "¿No sientes que te falta algo? Digo, el Judo es increíble, pero depende mucho de estar cerca del rival."

El Chef se encogió de hombros. "Tal vez. Pero me gusta esa sensación de control. No necesito romper huesos ni dejar al otro sangrando. Lo derribo, lo inmovilizo, y se acabó. Es limpio."

Cody mordió una rosquilla y levantó la taza como si brindara. "Yo prefiero la contundencia. Que el rival no quiera levantarse otra vez. Eso es lo que me da el Muay Thai."

El Chef irritante, con esa mezcla de respeto y camaradería. "Al final, cada uno busca lo que le completa. Tú prefieres la fuerza y ​​​​la versatilidad. Yo prefiero la técnica y el control. Pero los dos sabemos que lo importante es la disciplina."

Cody ascendió. "Exacto. No se trata solo de pelear, sino de cómo te forma. El Muay Thai me da confianza, me hace sentir fuerte. El Boran me conecta con la tradición. No siento que me falte nada."

El Chef lo miró con calma. "Y yo, aunque a veces pienso que me falta distancia, me quedo con el Judo. Porque me recuerda que la fuerza no lo es todo."

Ambos rieron suavemente, y el silencio que siguieron fue cómodo. El café se enfriaba, las rosquillas se acababan, y la plástica había sido más que un debate: había sido un intercambio sincero entre amigos sobre lo que cada uno prefería y lo que los hacía sentir completos.

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El comedor ya estaba lleno de voces y risas cuando los chicos terminaron de acomodarse en las mesas. El Chef había servido un desayuno abundante, y todos comían con apetito. Cody, como de costumbre, había estado ayudando desde temprano, así que nadie se sorprendió al verlo sentado con su café y un plato de rosquillas.

Lindsay llegó con su energía habitual y se sentó junto a él, mientras Heather ocupaba el lugar frente a ambos. La conversación comenzó sin esfuerzo, como si el desayuno fuera el escenario perfecto para hablar de cualquier cosa que no tuviera que ver con el campamento.

"¿Sabían que ayer soñé que estaba en una tienda gigante de zapatos?" dijo Lindsay, con los ojos brillando de entusiasmo. "Había pasillos infinitos, y cada zapato tenía luces de colores. Fue increíble".

Cody rió suavemente. "Eso suena como un festival de zapatos. ¿Encontraste alguno que te gustara?"

"¡Todos!" respondió Lindsay, riendo. "Pero al final me desperté justo cuando iba a probarme unos que brillaban en la oscuridad."

Heather arqueó una ceja, tomando un sorbo de café. "Eso suena más como una pesadilla para tu tarjeta de crédito que como un sueño."

Lindsay la miró, confundida por un segundo, y luego soltó una carcajada. "¡Es cierto! Aunque en el sueño eran gratis."

Cody se inclinó hacia la mesa, divertido. "Yo soñé algo parecido hace tiempo, pero con videojuegos. Una tienda enorme, llena de consolas y pantallas. Podías jugar lo que quisieras sin pagar".

Heather lo miró con ironía. "Claro, porque tu subconsciente también piensa en ahorrar dinero".

La mesa se llenó de risas. La conversación siguió fluyendo hacia temas cada vez más triviales: Lindsay hablaba de su serie favorita y cómo nunca entendía los finales, Cody mencionaba un programa de cocina que había visto y que le había dado ideas para ayudar al Chef, y Heather intervenía con comentarios sarcásticos que mantenían el tono ligero y divertido.

"¿No crees que los helados deberían tener más sabores raros?" dijo Lindsay de arrepentimiento. "Como helado de pizza o de palomitas."

Cody frunció el ceño, pensativo. "Helado de palomitas podría funcionar… pero de pizza no sé".

Heather negó con la cabeza. "Eso sería un crimen contra la gastronomía".

"¡No!" Insistió Lindsay, riendo. "Imaginen un cono con sabor a pepperoni. Sería único."

Cody levantó la taza de café como si brindara. "Si algún día lo inventan, prometo probarlo contigo."

Heather rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír. "Y yo prometo no estar cerca cuando lo hagan".

El desayuno transcurrió así, entre trivialidades y ocurrencias que no nada tenían que ver con el campamento ni con las tensiones de los días anteriores. Era un momento ligero, casi cotidiano, donde Cody, Lindsay y Heather compartían risas y comentarios sobre sueños, comida y cosas sin importancia, disfrutando de la compañía y del simple hecho de estar juntos.

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El comedor estaba lleno de voces y risas. Cody seguía conversando con Lindsay y Heather, cuando Gwen entró con paso tranquilo. Llevaba su taza de café en la mano y, al verlo, le dedicó una sonrisa breve pero significativa. Cody la recibió con otra sonrisa, y el gesto fue suficiente para que Heather levantara una ceja, como si hubiera notado algo distinto en el aire.

Gwen se acomodó junto a Cody, sin necesidad de pedir permiso. La cercanía entre ellos era natural, y aunque no lo decían en voz alta, el beso que habían compartido en el lago se reflejaba en la manera en que se miraban. Lindsay, ajena a la tensión sutil, saludó con entusiasmo:

"¡Gwen! Justo estábamos hablando de helados raros. Cody dice que el de palomitas podría funcionar".

Gwen arqueó una ceja, divertida. "Helado de palomitas… suena extraño, pero creo que lo probaría".

Heather bufó, tomando otro sorbo de café. "Ya somos tres contra uno. Yo sigo diciendo que eso sería un crimen".

En ese momento, Noah y Owen llegaron juntos, trayendo platos llenos de comida. Owen se dejó caer en la silla con su energía habitual, mientras Noah se acomodó con calma, observando la mesa como si evaluara la conversación antes de entrar.

"¿De qué hablan?" preguntó Noah, con tono sarcástico.

"De helados raros", respondió Cody, sonriendo. "Lindsay quiere uno de pizza".

Owen abrió los ojos con entusiasmo. "¡Helado de pizza! Eso sería increíble. Podrías ponerle pedacitos de pepperoni encima".

Heather lo miró con incredulidad. "¿En serio? ¿Eres capaz de comer eso?"

Owen levantó los brazos como si fuera un héroe. "¡Soy capaz de comer cualquier cosa!"

La mesa se estalló en risas. Gwen se inclinó hacia Cody, murmurando con complicidad: "Creo que Owen sería el único cliente fiel de ese invento". Cody rió atención suavemente, y Heather los observaron con, como si quisiera descifrar la dinámica entre ellos.

Noah, mientras tanto, tomó un sorbo de jugo y añadió: "Yo prefiero helado de café. Simple, directo, sin rarezas. Todo lo demás es perder el tiempo".

"¡Eso ya existe!" dijo Lindsay, riendo. "Necesitamos algo nuevo."

La conversación siguió fluyendo hacia trivialidades cada vez más absurdas. Owen comenzó a imaginar un menú completo de helados imposibles: de hamburguesa, de espagueti, de tacos. Lindsay lo animaba con entusiasmo, mientras Heather se dedicaba a criticar cada idea con su sarcasmo habitual. Noah, fiel a su estilo, intervino solo para comentar el ridículo de todo, pero sin dejar de sonreír.

Gwen y Cody, en cambio, se mantenían más tranquilos, compartiendo miradas y comentarios pequeños entre ellos, como si disfrutaran de la compañía del grupo pero al mismo tiempo de su propio espacio.

El desayuno se convirtió en un momento ligero, lleno de risas y ocurrencias. No había tensiones ni discusiones serias, solo un grupo de amigos hablando de cosas sin importancia: sueños extraños, sabores imposibles, programas de televisión, películas que nunca entendían.

Heather, aunque intentaba mantener su tono crítico, terminó riendo en varias ocasiones. Lindsay seguía aportando energía y ocurrencias. Owen exageraba cada idea hasta convertirla en un espectáculo cómico. Noah mantenía su ironía, pero no podía ocultar que también se divertía. Gwen y Cody compartían complicidad, y cada tanto Cody se inclinaba hacia ella para hacerle un comentario en voz baja que la hacía sonreír.

La mesa se llenó de voces superpuestas, de bromas y de risas. Era un desayuno distinto, no por la comida, sino por la sensación de que, al menos por ese momento, todos estaban disfrutando de la compañía sin preocuparse por nada más.

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Después de terminar el desayuno, el grupo salió con calma hacia la casa del árbol. El aire fresco acompañaba la caminata, y la rutina de dirigirse a las pistas de boliche ya era algo familiar para todos. Cody, como siempre, tomó la iniciativa de invitar a Bridgette y Courtney, que aceptaron sin pensarlo demasiado.

"Vamos a jugar un rato", dijo Cody, ajustando la pelota de playa reforzada que usaban como bola. "Las pistas están listas".

"Perfecto", respondió Bridgette con una sonrisa tranquila.

Courtney asintiendo, acomodándose el cabello. "Bien, así pasamos el rato".

Al llegar, cada uno tomó su lugar sin necesidad de explicaciones. Las pistas de madera estaban en buen estado, y las botellas recicladas ya estaban alineadas como pinos. Era un escenario conocido, parte de su rutina de descanso.

Owen lanzó primero, derribando algunas botellas y celebrando con una risa contagiosa. Lindsay lo siguió, emocionada, y aunque su tiro fue torpe, lo disfrutó como siempre. Heather mantuvo su precisión, Noah su sarcasmo, y Gwen se acomodó junto a Cody, compartiendo miradas mientras esperaban su turno.

"Tu lanzamiento siempre es el más parejo", comentó Gwen, observando cómo Cody se preparaba.

"Es cuestión de práctica", respondió él, sonriendo antes de soltar la pelota y derribar varias botellas.

Bridgette lanzó con calma, disfrutando el juego sin preocuparse demasiado por el resultado. Courtney, fiel a su carácter, se concentró en cada detalle y logró un buen tiro, anotando con satisfacción.

La tarde transcurrió así, entre turnos y comentarios ligeros. Nadie se sorprendió de los resultados ni exageraba las reacciones; simplemente se divertían, compartiendo bromas y pequeñas conversaciones mientras jugaban. El ambiente era relajado, como si el boliche bajo el árbol fuera ya parte natural de sus días.

El sol bajaba lentamente, tiñendo el lugar de tonos cálidos. Entre risas suaves y charlas triviales, el grupo disfrutaba de la compañía y del juego, sin necesidad de nada más.

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El juego de boliche había terminado. El grupo recogía las botellas y la pelota improvisada, mientras las risas se apagaban poco a poco. El sol descendía, tiñendo el campamento de tonos cálidos.

De pronto, Leshawna apareció caminando con paso firme. Su mirada se dirigió directamente a Gwen, sin detenerse en nadie más.

"Gwen, ven conmigo un momento," dijo, con voz seria.

Gwen la miró, sorprendida, pero asintió sin discutir. Se levantó y la siguió, mientras el resto del grupo intercambiaba miradas curiosas. Heather arqueó una ceja, Owen murmuró algo sobre "dramas en camino", y Noah se limitó a observar con ironía.

Bridgette, en cambio, notó la tensión. Su mirada se posó en Cody, que recogía botellas en silencio, fingiendo indiferencia. Se acercó y le dijo suavemente:

"Cody, ven conmigo. Necesitamos hablar."

Cody dudó un instante, pero terminó siguiéndola a la casa del arbol

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