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Chapter 78 - Capitulo 74 – Sexto Desafio (Parte 2)

Capitulo 74 – Sexto Desafio (Parte 2)

La cámara volvió a la playa.

La arena estaba quieta.

El pozo, cubierto.

Gwen, bajo tierra.

Enterrada viva.

Dentro del ataúd especial, con aire, luz tenue y una radio encendida. La voz de Trent sonaba por el altavoz, intentando mantenerla tranquila.

"Todo va bien," decía Trent. "Ya pasaron cinco minutos. ¿Quieres que te cuente un chiste?"

Gwen suspiró.

"¿Dónde está el maldito presentador?"

"Chris está... ocupado," dijo Trent.

"¿Y Cody?"

"Encadenado. En una celda. Esperando que tú termines."

Gwen murmuró algo que no se entendió del todo, pero sonó como una maldición.

Trent se rió nerviosamente.

"Vamos, Gwen. Solo diez minutos más. Piensa en cosas bonitas. Como... el cielo. O el café. O..."

Chris apareció detrás de él.

"¿O los mimos?" dijo Chris, con una sonrisa.

Trent se giró.

"¿Qué?"

Chris activó el televisor portátil.

La pantalla se encendió.

Era la madre de Trent.

Con voz suave y una taza de té en las manos, hablaba directamente a la cámara.

"Mi hijo Trent tiene un miedo muy raro. Los mimos. No sé por qué. Dice que no confía en gente que no habla."

La pantalla se apagó.

Trent parpadeó.

Y entonces... apareció.

Una cara blanca.

Maquillaje perfecto.

Guantes.

Silencio.

El mimo se acercó lentamente.

Trent gritó.

Un grito agudo, inesperado, que hizo que los pájaros volaran.

El mimo lo persiguió.

Trent corrió por la playa, dejando caer la radio.

Gwen, bajo tierra, escuchó el ruido.

"¿Trent? ¿Trent?"

Silencio.

"¡Maldito Trent!"

Cambio de escena.

Frente a las cabañas.

Chris se colocó en el centro, con su carpeta en mano y una figura de cartón a su lado.

"¡Siguiente!" dijo Chris. "Duncan."

Duncan se acercó con expresión de sospecha.

Chris activó el televisor.

La pantalla se encendió.

Era la madre de Duncan.

Con voz firme y una camiseta de rock, hablaba directamente a la cámara.

"Mi hijo Duncan es duro. Pero hay algo que no puede soportar: las figuras promocionales de Celine Dion. Dice que le dan escalofríos. No sé por qué. Pero es real."

La pantalla se apagó.

Chris señaló la figura.

Era Celine Dion.

Versión cartón.

Sonriente.

Con brazos extendidos.

Duncan retrocedió.

"¿Tengo que... abrazarla?"

"Diez segundos," dijo Chris. "Sin gritar. Sin prenderle fuego."

El equipo de Duncan lo animó.

Owen gritaba desde el cielo: "¡Tú puedes, hermano!"

DJ aplaudía.

Leshawna gritaba: "¡Es solo cartón!"

Duncan respiró hondo.

Se acercó.

Abrazó la figura.

Un segundo.

Dos.

Tres.

Diez.

Chris aplaudió.

"¡Punto para Duncan!" dijo Chris. "Y para la música canadiense."

Cambio de escena.

Estado general:

— Owen y Izzy seguían volando. El avión daba vueltas sobre la isla. Gritos, risas, y una bolsa de papas flotando por la cabina.

— Bridgette seguía en el bosque. Abrazada a un árbol. Murmurando canciones para no llorar.

— Gwen maldecía a Trent desde el ataúd. La radio estaba muda. El mimo perseguía a Trent por la costa.

— Cody, encadenado en la prisión, esperaba paciente. No intentaba escapar. Solo contaba los minutos.

Cambio de escena.

Chris apareció en el auditorio.

"¡Siguiente!" dijo Chris. "Geoff."

Geoff llegó con su gorra al revés y una sonrisa nerviosa.

Chris activó el televisor.

La pantalla se encendió.

Era el padre de Geoff.

Con voz grave y una chaqueta de cuero, hablaba directamente a la cámara.

"Geoff le teme a las tormentas de granizo. Desde que una le rompió el parabrisas en un viaje escolar. No puede con ellas."

La pantalla se apagó.

Chris sacó un control remoto.

Presionó un botón.

Una máquina se activó.

Una nube artificial apareció sobre el escenario.

Y comenzó... el granizo.

Pequeñas esferas de hielo cayeron con fuerza.

Geoff gritó.

Corrió.

Saltó.

Esquivó.

Pero el granizo lo seguía.

Chris reía.

"¡Desafío en curso!"

Geoff corrió por el claro.

El mimo apareció.

Trent seguía huyendo.

Y entonces... ocurrió.

Geoff, en un giro inesperado, tropezó con una roca, rodó por el suelo, y chocó contra el mimo.

El mimo cayó al agua.

Trent se detuvo.

Miró a Geoff.

"¿Lo... derrotaste?"

Geoff se levantó.

"¡No fue a propósito!"

Chris aplaudió.

"¡Punto para Trent!" dijo Chris.

---

Trent llegó corriendo a la zona de control, aún con la respiración agitada y los ojos desorbitados por la persecución del mimo. La radio que debía sostener para Gwen había quedado abandonada en la arena, y su dignidad probablemente también. Chris lo recibió con una sonrisa que mezclaba burla y aprobación.

"¡Felicidades!" dijo Chris, mientras hojeaba su carpeta. "Has superado tu prueba. Punto para tu equipo."

Trent se detuvo, jadeando, con las manos en las rodillas. "¿Eso cuenta? ¿Huir como si me persiguiera la muerte blanca?"

"Claro que sí," respondió Chris. "El miedo se mide en sudor, no en estilo."

Trent se rió, aún temblando, y giró la cabeza justo a tiempo para ver cómo Geoff seguía corriendo bajo la nube de granizo artificial. Las pequeñas esferas de hielo rebotaban en su gorra, en sus hombros, en su orgullo.

"¿Puedes bajarla más?" preguntó Trent, señalando la nube. "Quiero ver si Geoff mete la cabeza."

Chris lo miró con una ceja levantada. "Eres un enfermo," dijo, sin dejar de reír.

Trent se encogió de hombros, aún con la adrenalina en el cuerpo. "Siento que olvidaba algo..."

Pero ya era tarde.

La radio estaba muda.

Y Gwen, enterrada viva, maldecía su nombre desde el ataúd.

---

En la prisión improvisada, Cody abrió los ojos. No había relojes, ni voces, ni señales externas. Solo el silencio metálico de los barrotes y el eco de su respiración. Pero algo en su cuerpo le decía que el tiempo había pasado. Quince minutos. Gwen. Enterrada. Esperando.

La tensión se acumulaba en sus músculos. Las correas que lo sujetaban a la silla eran firmes, pero no invencibles. Con un giro de hombros y la fuerza de quien ya no piensa en sí mismo, Cody comenzó a forzar el cuero. El primer crujido fue sutil, pero suficiente para motivarlo. La correa del brazo izquierdo cedió con un chasquido. La derecha le tomó más esfuerzo, pero con un empujón de codo y una torsión precisa, también se liberó.

Las piernas fueron más difíciles. Las correas estaban reforzadas, pero Cody usó el peso de su cuerpo, empujando con las caderas y pateando con los talones hasta que los broches saltaron. Cayó al suelo, libre de ataduras, pero aún sujeto por la cadena central que lo mantenía anclado al piso.

Buscó en su cinturón. Allí, escondido desde antes de entrar, estaba el trozo de metal que había arrancado de una hebilla rota. Plano, afilado, improvisado. Lo introdujo en la cerradura de la cadena. Giró. Nada. Giró otra vez. Una chispa. El cronómetro seguía corriendo. Gwen seguía bajo tierra.

Apretó los dientes. Giró con fuerza. La cerradura cedió. La cadena cayó.

Cody se levantó, sudado, despeinado, con la camisa arrugada y los ojos encendidos. Solo quedaba la puerta de metal. Sin llave. Sin código. Solo una cerradura oxidada que parecía burlarse de él.

Usó el mismo trozo de metal. Lo introdujo. Giró. Golpeó. Forzó. La cerradura se partió. La puerta se abrió.

Cody salió.

Libre.

Pero no solo.

---

Apenas cruzó el umbral de la celda, Cody se encontró con ellos.

Cinco figuras vestidas de negro. Silenciosas. Letales. Los mismos ninjas que Harold no pudo vencer, que lo dejaron inconsciente en un retrete y tuvieron que sacarlo por compasión.

Cody se detuvo. Los miró. Uno dio un paso al frente. No hubo palabras. Solo movimiento.

El primer ninja atacó con una patada giratoria. Cody se agachó, rodó por el suelo y se levantó detrás de él, empujándolo contra la pared. El segundo ninja saltó desde una repisa, con una vara en mano. Cody lo esquivó, lo sujetó por el brazo y lo lanzó sobre el primero.

El tercero lanzó una estrella de papel. Cody la atrapó en el aire, giró sobre sí mismo y la devolvió con precisión. Impacto directo en la frente. El ninja cayó.

El cuarto intentó sujetarlo por la espalda. Cody se giró, lo empujó contra una columna, y lo dejó caer con un golpe seco en el estómago.

El quinto ninja, el más alto, apareció con nunchakus. Cody lo miró, recordó a Harold, y sonrió.

"Ya vi cómo no usarlos."

Lo desarmó con un giro de muñeca, lo empujó hacia atrás, y lo derribó con una patada directa al pecho.

Silencio.

Cinco ninjas en el suelo.

Cody, despeinado, con la camisa rota, pero de pie.

Chris apareció desde una esquina, aplaudiendo con entusiasmo.

"¡Eso fue inesperado!" dijo Chris. "¿Te sientes bien?"

Cody respiró hondo, con el pecho agitado y las manos temblorosas.

"Sí. Pero necesito una ducha. Y que Gwen salga."

Chris sonrió.

"Ya pasó el tiempo. Vamos por ella."

La cámara se alejó.

Cody caminaba hacia la playa.

Y los ninjas... no se movían.

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La arena estaba quieta, pero Cody no.

Corrió por la playa como si el mundo dependiera de ello. El sol golpeaba su espalda, el sudor le caía por la frente, y sus pasos dejaban huellas profundas en la orilla. Frente a él, el pozo donde Gwen había sido enterrada seguía intacto, cubierto por una capa de arena que parecía demasiado tranquila para lo que había debajo.

Chris lo observaba desde lejos, sin intervenir.

Cody se arrodilló junto al montículo.

Y la escuchó.

Llorando.

No fuerte, no dramático. Era ese llanto que se esconde, que se ahoga, que se convierte en respiración entrecortada. Cody sintió que algo se rompía en su pecho. Sin pensarlo, comenzó a escarbar con las manos, con los brazos, con todo lo que tenía. La arena volaba en todas direcciones. Sus uñas se llenaban de tierra. Su respiración se volvía más rápida que sus movimientos.

"Ya voy, Gwen," murmuró. "Ya voy."

Cada puñado de arena era una promesa.

Cada segundo, una urgencia.

Hasta que algo cedió.

Un golpe seco.

La tapa del ataúd.

Cody la abrió.

Y entonces...

---

Oscuridad.

Eso era lo único que había.

Oscuridad y aire que sabía a encierro. Gwen había intentado contar los minutos, pero se perdieron después del doce. La radio había dejado de sonar. Trent había desaparecido. Y el silencio se volvió enemigo.

Lloraba.

No por debilidad.

Por miedo.

Por rabia.

Por sentirse sola.

Maldecía a Chris. A Trent. A su padre. A todos los que pensaron que esto era una buena idea. El ataúd se sentía más pequeño con cada minuto. El aire más denso. El suelo más lejano.

Y entonces... la arena sonó.

Primero como un susurro.

Luego como un temblor.

Gwen abrió los ojos. Vio un rastro de luz. Un destello. Un movimiento.

Y luego... un rostro.

Cody.

Despeinado. Sudado. Con la camisa rota y los ojos más vivos que nunca.

Gwen no pensó.

Se lanzó hacia él.

Lo abrazó con fuerza, llorando en su pecho, como si el mundo se hubiera detenido. Cody la sostuvo, sin decir nada al principio. Solo la sostuvo.

"Ya pasó," dijo él, con voz suave. "Ya estás bien."

Gwen lo miró, con lágrimas aún en los ojos. Se limpió con el dorso de la mano. Lo vio despeinado, con la ropa rasgada, con la cara sucia.

"¿Tú también la pasaste mal?" dijo, con una sonrisa rota.

"Digamos que los ninjas no me dejaron peinarme," respondió Cody.

Gwen rió entre lágrimas.

Y lo besó.

Con fuerza.

Con alivio.

Con todo lo que había guardado bajo tierra.

Cody la sostuvo, sin soltarla, aprentando con sus manos su trasero.

Y el mundo... se volvió un poco menos cruel.

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De regreso con Chris, el caos parecía haberse calmado. Geoff se secaba los hombros tras la tormenta de granizo, Duncan se alejaba lentamente de la figura de cartón de Celine Dion, y el Chef perseguía a una ardilla con una espátula por razones que nadie quiso preguntar.

Trent, por su parte, estaba en modo epifanía.

"¡Gwen!" gritó, como si su cerebro acabara de reconectarse. "¡La radio! ¡La arena! ¡El ataúd!"

Sin esperar respuesta, salió corriendo hacia la playa, con los brazos abiertos y el corazón latiendo como tambor tribal. Chris lo vio alejarse y murmuró:

"Esto va a doler."

La cámara lo siguió.

Trent llegó al pozo justo cuando Cody ayudaba a Gwen a salir. Ella aún tenía arena en el cabello, lágrimas en las mejillas y una expresión que mezclaba alivio, rabia y ternura. Cody la sostenía con cuidado, con la camisa rota, el rostro sucio y las manos firmes.

Y entonces... el beso.

Gwen lo besó con fuerza, con pasión, con todo lo que había guardado bajo tierra. Cody la abrazó, y sí, su mano estaba en su trasero. No por morbo. Por impulso. Por conexión.

Trent se detuvo.

Y lo vio todo.

Dicen que en ese momento, en algún rincón del MCU, se escuchó el sonido de un corazón rompiéndose. No fue metáfora. Fue literal. Un eco emocional que cruzó dimensiones.

Trent no gritó.

No lloró.

Solo se quedó quieto.

Gwen detuvo el beso.

Lo miró.

Caminó hacia él.

Sin palabras.

Y le dio una patada.

Directa.

Dolorosa.

Precisa.

En los testículos.

Trent cayó de rodillas.

Dicen que el impacto resonó hasta el mundo de DC. Que Batman se detuvo un segundo. Que Flash perdió el ritmo. Que Superman sintió un escalofrío.

Chris aplaudió.

"¡Punto para Cody!" dijo. "¡Y para Gwen, que también completó su reto!"

La cámara se alejó.

Trent seguía en el suelo.

Gwen volvía con Cody.

Y el multiverso... aprendía a respetar el poder de una patada bien dada.

---

La tarde comenzaba a caer sobre la isla, y los últimos rayos de sol iluminaban los rostros de los campistas que, uno a uno, habían enfrentado sus miedos más profundos. Algunos con valentía. Otros con gritos. Todos con sudor.

Chris, con su carpeta en mano y una sonrisa que parecía más relajada que antes, comenzó a hacer el conteo final.

"¡Bridgette!" anunció. "Seis horas sola en el bosque, sin mapa, sin compañía, y sin perder la cabeza. Bueno... casi. ¡Punto para su equipo!"

Bridgette salió del bosque con hojas en el cabello, una ardilla siguiéndola a distancia y una expresión de alivio que no necesitaba palabras. DJ le ofreció agua. Leshawna la abrazó. Geoff le dio una palmada en la espalda que casi la tira.

"¡Owen e Izzy!" continuó Chris, señalando el cielo.

El avión destartalado descendía lentamente, haciendo ruidos que no deberían existir en aeronaves certificadas. Desde la cabina, Owen gritaba: "¡Sobrevivimos!" mientras Izzy reía como si hubiera estado en una montaña rusa.

"¡Punto para los dos!" dijo Chris. "Y para la aviación irresponsable."

Luego, Noah.

El sarcasmo encarnado.

Salió de la sala de preguntas con el lápiz en la oreja, la camisa arrugada y una expresión que mezclaba orgullo y agotamiento.

"¿Lo lograste?" preguntó DJ.

Noah asintió.

"Pensé como Owen. Respondí como Owen. Sobreviví como Owen."

Chris levantó el pulgar.

"¡Punto para Noah! Y para el pensamiento lateral."

Finalmente, Lindsay.

La peluca había cumplido su condena de cinco horas. Chris se acercó con guantes, la retiró como si fuera material tóxico, y la colocó en una caja que fue sellada de inmediato.

Lindsay sacudió su cabello real, que volvió a brillar como si supiera que era protagonista.

Cody, aún despeinado por su batalla con los ninjas, la miró y dijo:

"Había olvidado lo hermoso que es tu cabello, Lindsay."

Lindsay sonrió, mandó un beso al aire con dramatismo de telenovela.

Cody lo atrapó con una sonrisa.

Y entonces... el pellizco.

Gwen, a su lado, sin decir palabra, le dio un pequeño pero certero pellizco en el costado.

Cody se encogió.

"¡Ay! ¿Eso fue por el comentario?"

Gwen lo miró con una ceja levantada.

"Eso fue por atrapar el beso."

Lindsay se rió.

Chris aplaudió.

"¡Y punto para Lindsay! ¡Y para el drama romántico!"

La cámara se alejó.

Los campistas se reunían.

Los miedos habían sido enfrentados.

Las heridas eran leves.

Pero las historias... inolvidables.

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Tyler se acercó al corral con una expresión que oscilaba entre el terror y la negación. Las gallinas picoteaban el suelo con la indiferencia de quienes no sabían que eran parte de un desafío televisivo. Chris, con su habitual sonrisa de villano encantador, activó el televisor portátil. La pantalla mostró a la madre de Tyler, hablando con ternura.

"Mi hijo tiene una fobia muy seria a las gallinas," decía, mientras sostenía una taza de té. "Desde que una lo persiguió en una granja cuando era niño, no puede ni verlas sin paralizarse."

El reto era claro: abrazar y acariciar a las gallinas del corral. Tyler dio un paso. Una gallina lo miró. Él se congeló. Otra se acercó. Tyler retrocedió. Su cuerpo se tensó como si el aire se hubiera vuelto cemento. No gritó. No corrió. Solo se quedó ahí, atrapado por su propio miedo. Chris bajó la carpeta con resignación. "Desafío fallido."

Heather, que ya se sentía reina del episodio, levantó los brazos como si acabara de ganar una medalla olímpica. "¡La victoria de los topos está asegurada!" gritó, con una sonrisa que podía cortar vidrio. Algunos de su equipo la aplaudieron. Gwen cruzó los brazos. Lindsay se acomodó el cabello, feliz de haber terminado su propio reto. Pero Chris no cerró el conteo.

"¿Seguro?" dijo, con una ceja levantada. "Aún falta una persona."

Todos se giraron.

Courtney dio un paso al frente con la seguridad de quien cree que el mundo le debe respeto. "Yo no le temo a nada," dijo, cruzando los brazos. Chris activó el televisor. La madre de Courtney apareció en pantalla, con voz firme y expresión maternal.

"Courtney no suele tener miedo a cosas. Es fuerte. Decidida. Pero hay algo que no soporta: los mocos. Y en especial... la gelatina verde. Dice que le recuerda demasiado a eso."

Las risas fueron inmediatas. Noah se tapó la boca. Owen se carcajeaba sin disimulo. Lindsay decía "¡Qué asco!" mientras DJ se alejaba por si acaso. Chris señaló una piscina inflable redonda, repleta de gelatina verde. Tibia. Pegajosa. Blanda. El reto: lanzarse un clavado. Si lo hacía, su equipo ganaría.

Gwen se acercó con una sonrisa afilada. "Debe estar tibia," dijo, con tono burlón. "Pegajosa. Blanda. Como un moco gigante." Heather se unió con entusiasmo. "¿Y si te quedas atrapada? ¿Y si te absorbe?" Courtney los ignoró, aunque sus ojos no podían dejar de mirar la piscina.

Su equipo, los Bagres, la animaban desde atrás. Bridgette gritaba "¡Tú puedes!" DJ decía "¡Es solo gelatina!" Geoff añadía "¡Hazlo por el equipo!" Cody, a unos pasos, no dijo nada. Pero levantó una mano. Un gesto simple. Un pulgar extendido. Courtney lo vio. Y algo se movió en su interior.

Subió a la plataforma. La piscina la esperaba abajo, temblando con cada brisa. Se colocó en posición. Miró al frente. Respiró hondo. Miró a Cody. Miró a su equipo. Miró la gelatina.

Y no pudo.

Su cuerpo se tensó. Sus piernas se negaron. Su rostro se endureció. Pero no saltó. Chris miró el cronómetro. Su equipo bufó. DJ se tapó la cara. Bridgette bajó la cabeza. Geoff murmuró algo que no se entendió. Courtney bajó de la plataforma sin decir palabra.

Chris cerró su carpeta. "Desafío fallido."

La cámara se alejó. La gelatina seguía temblando. Y Courtney... también.

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El sol comenzaba a ocultarse detrás de los árboles de la isla, tiñendo el cielo de naranja y dejando una luz perfecta para el cierre dramático que Chris tanto disfrutaba. Con su carpeta en mano y una sonrisa que parecía más grande que nunca, se colocó frente a los campistas reunidos.

"¡Desafío terminado!" anunció, con voz triunfal. "Y la victoria... va para los Topos Gritones."

Heather levantó los brazos como si acabara de ganar una corona. Lindsay aplaudía con entusiasmo. Noah murmuró algo sobre "por fin algo justo". DJ chocó palmas con Geoff. Gwen, aún con arena en el cabello, se limitó a cruzar los brazos y mirar a Courtney con una ceja levantada.

Los Bagres bajaron la cabeza. Bridgette suspiró. Courtney se sentó en silencio, sin mirar a nadie.

Mientras Chris hablaba, Owen se acercó a la piscina de gelatina verde. La miró. La olió. Y sin pensarlo demasiado, se lanzó dentro como si fuera una alberca de verano.

"¡Confirmado!" gritó desde dentro. "¡Está tibia!"

Izzy aplaudió desde la orilla. Lindsay gritó "¡Qué asco!" y Duncan simplemente se alejó.

La cámara cortó a la noche.

La fogata de la vergüenza ardía con fuerza. Chris estaba listo para la ceremonia de eliminación. Los Bagres estaban alineados, algunos con malvaviscos en mano, otros esperando el veredicto. La mayoría ya había recibido su símbolo de seguridad. Solo quedaban dos.

Courtney y Tyler.

Chris los miró con teatralidad.

"Solo ustedes dos no vencieron su miedo," dijo, dejando que el silencio hiciera su trabajo. "Uno de ustedes se va esta noche."

La tensión se podía cortar con una cuchara de gelatina verde.

Chris levantó el último malvavisco.

"Y el último malvavisco... es para..."

Pausa.

Zoom dramático.

Corte a Beidgette, que miraba a Courtney con una sonrisa torcida.

Corte a Duncan, que cruzaba los dedos por debajo de la mesa.

Corte a Tyler, que sudaba como si estuviera frente a un corral.

"...Courtney."

Courtney lo recibió sin decir palabra.

Tyler bajó la cabeza.

Chris señaló el muelle.

"Tyler, has sido eliminado. El barco de los perdedores te espera."

Mientras caminaba hacia el muelle, los chicos lo despidieron con bromas.

"¡Cuidado con las gaviotas, Tyler!" gritó Geoff.

"¡No abraces al capitán si tiene plumas!" añadió Bridgette

"¡Gallinas para siempre!" gritó DJ desde la piscina.

Tyler subió al barco con dignidad fingida. El motor rugió. Las olas se movieron. Y el barco se alejó.

Chris cerró su carpeta.

"Y así termina el desafío más aterrador de la temporada. ¿Quién será el siguiente en enfrentar sus miedos... o sus compañeros? Lo sabremos... en el próximo episodio de *Isla del Drama*."

La cámara se alejó.

La fogata seguía ardiendo.

Y la isla... guardaba silencio.

Por ahora.

---

Cody estaba sentado en el escalón de la cabaña, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada perdida en el camino que llevaba al centro de la isla. La fogata de la vergüenza ya se había apagado, y el barco de los perdedores se había llevado a Tyler minutos atrás. El aire era más fresco, más silencioso, como si la isla respirara después de tanto grito y desafío.

Vio a los Bagres regresar en fila, sin Tyler. Algunos hablaban entre ellos, otros caminaban en silencio. Courtney venía al final, con los brazos cruzados y la mirada baja. Cuando lo vio, se detuvo. Dudó. Y luego caminó hacia él, sentándose a su lado sin decir palabra.

Pasaron unos segundos antes de que ella hablara.

"Supongo que no soy tan valiente como pensaba," dijo, sin mirarlo.

Cody giró la cabeza. "No es fácil enfrentar lo que te da miedo. A veces ni siquiera sabes que está ahí... hasta que te toca."

Courtney soltó una risa breve. "¿Y tú? ¿Cómo lo haces?"

"Me dejo caer," respondió él. "Y espero que alguien me saque."

Ella lo miró. Sonrió. "Como Gwen."

Cody se encogió de hombros. "Como cualquiera que esté cerca."

Hubo un silencio cómodo. Courtney se estiró, sacudió los hombros, y luego lo miró con una chispa de humor.

"¿Sabes qué es peor que la gelatina verde?"

"¿Qué?"

"Que te lo recuerden cada cinco minutos."

Ambos rieron. Ella se levantó, se inclinó hacia él, y antes de que pudiera reaccionar, le robó un beso en la mejilla.

"Hasta mañana, Cody," dijo, caminando hacia su cabaña.

Cody se quedó quieto.

Pero no por mucho.

Gwen apareció detrás de él como una sombra decidida. Lo abrazó por la espalda, apoyando la cabeza en su hombro. Con un dedo, borró los restos de labial que Courtney había dejado en su mejilla. Luego, sin decir nada, lo giró hacia ella y lo besó en los labios. Sin prisa. Sin permiso. Con certeza.

Al separarse, lo miró con una sonrisa tranquila.

"Debes dejar de ser tan bueno," dijo.

Cody no respondió. Solo la miró.

Ella se sentó en su regazo, con las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en su pecho. Él la envolvió entre sus brazos, como si el mundo pudiera quedarse quieto un rato.

Frente a ellos, la luna colgaba sobre el mar.

Y por primera vez en todo el día... no había miedo.

Solo silencio.

Y compañía.

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