Han pasado tres años.
Leo —o mejor dicho, Jonathan— ya no era un niño.
Ahora tenía 15 años, una estatura imponente, y un cuerpo tallado como mármol. A ojos del mundo, era el noble heredero de la familia Joestar.
Desde el incidente del mercado, el mundo se había torcido lentamente.
No de forma brusca. No con explosiones.
Sino con palabras omitidas, reacciones ajustadas, emociones contenidas.
Dio seguía viviendo bajo el mismo techo. Pero su influencia se había debilitado.
George aún lo elogiaba, pero cada vez con menos entusiasmo.
La servidumbre murmuraba que "JoJo ha madurado maravillosamente" y que "el señor Dio tiene una mirada cada vez más sombría."
Leo lo sabía.
Todo iba según el plan.
Durante esos años, practicó.
Aprendió a usar su Stand de forma pasiva para alterar pequeñas reacciones en tiempo real.
Modificó la emoción de un juez para que absolviera a un aldeano inocente.
Cambió el diálogo de un ladrón moribundo para que su última confesión incriminara al cómplice correcto.
Incluso manipuló un sueño de George para dejarlo paranoico sobre "una traición en su propia casa".
[Habilidad de Edición Extendida: desbloqueada]
[Tiempo de influencia: hasta 15 segundos por escena]
[Objetivo: personajes secundarios o entornos narrativos simples]
Pero aún no era suficiente.
Porque su verdadero objetivo, su prueba final, aún respiraba bajo su mismo techo.
Dio.
[Archivo "DIO BRANDO" — Comprensión: 99.98%]
[Estado: A punto de activar la Máscara de Piedra.]
[Condición de absorción total: eliminar antes del contacto con la máscara.]
Leo se encontraba en su habitación, frente al espejo.
Su Stand lo observaba desde el reflejo: una figura humanoide cubierta en una túnica hecha de texto flotante, con ojos como sellos rotos de manuscritos sagrados.
—Es ahora, ¿verdad? —susurró Leo.
El sistema respondió:
Sí. Esta noche, Dio probará el poder de la Máscara. Si lo detienes ahora… el archivo será tuyo. Completo. Puro.
Leo tomó una daga oculta en el doble fondo de su escritorio.
Una réplica exacta de la que usó Dio en su primer asesinato real en el canon.
Poético.
—¿Y si fallo?
Entonces nacerá el vampiro… y todo se desbordará.
Leo cerró los ojos.
Vio todo lo que había logrado hasta ahora.
Cada escena corregida. Cada emoción desviada. Cada hilo de destino cortado y anudado con precisión.
Y sin embargo…
Para robarle a DIO su poder, tendría que hacer lo mismo que él.
Matar sin piedad. Quitarle su historia. Su lugar. Su identidad.
¿Sería la víctima… o el nuevo monstruo?
No lo dudó más.
Guardó la daga bajo su capa y descendió por los pasadizos de la mansión.
La noche era silenciosa.
Dio estaba en la bodega. Ya tenía la Máscara. Ya había leído los documentos ocultos.
Leo debía llegar antes de que alguien sangrara.
[Iniciando operación: Robo de identidad divina.]
[Objetivo: Dio Brando. Hora estimada: 22:46]
Y por primera vez desde que llegó a este mundo…
el sistema no habló más.
El resto dependía solo de él.