Cherreads

Chapter 26 - Operación Justicia Kawaii

El sol del mediodía entraba a raudales por las ventanas del aula vacía donde Kenji había convocado a su improvisado "escuadrón". Sobre las mesas se apilaban cuadernos, laptops y una carpeta con letras grandes: "Plan Anti-Reiji", cortesía de Marin, que había insistido en decorarla con stickers de conejitos y explosiones.

—Bien —dijo Kenji, cruzando los brazos mientras los observaba—. Tenemos 72 horas para preparar un caso sólido. Nada de juegos.

Marin levantó la mano como un rayo.

—¡Pregunta! ¿Podemos usar disfraces?

Kenji la miró con calma, como quien intenta razonar con un tornado.

—No.

—¿Podemos usar cámaras ocultas en forma de peluches?

—No.

—¿Podemos ponerle nombre clave al plan?

Kenji masajeó sus sienes.

—Ya lo hiciste, ¿verdad?

Marin sonrió con orgullo, señalando el pizarrón donde había escrito en letras rosas:"Operación Justicia Kawaii (o cómo humillar legalmente a un villano elegante)".

Sawada, sentada en la esquina, soltó un bufido.

—Esto parece más una pijamada que un caso legal.

Sakura, a su lado, le sonrió tímidamente.

—Bueno… al menos estamos unidos. Eso es lo importante.

Kenji apoyó las manos en la mesa, imponiendo algo de orden.

—Escuchen. Necesitamos tres cosas para que esto funcione:

Pruebas sólidas.

Testigos confiables.

Un abogado que no se ría cuando vea nuestra edad.

Iura levantó la mano mientras masticaba papas fritas.

—¡Mi tío es abogado! Aunque… creo que lo echaron del bufete por… bueno, cosas.

Kenji lo fulminó con la mirada.

—Gracias, pero no arruinemos la poca credibilidad que tenemos.

Marin dio un salto, levantando su tablet.

—¡Yo puedo conseguir el contacto perfecto! ¡El padre de una amiga trabaja en derecho corporativo!

Kenji asintió.

—Perfecto. Tú haz eso. Sakura y Sawada, ustedes…

Se interrumpió al notar la forma en que ambas lo miraban, esperando su instrucción como si fuera un examen. El corazón le dio un vuelco extraño.

—…ustedes revisen todos los mensajes que Reiji te envió, Marin. Necesito que clasifiquen por orden cronológico todo lo que huela a chantaje.

—¡Entendido! —dijo Sakura, sacando un cuaderno.

—Lo haré solo porque alguien tiene que evitar que cometan errores —masculló Sawada, cruzándose de brazos.

Kenji sonrió apenas. Aquello parecía un circo, pero era su circo.

Tres horas después, la escena parecía sacada de un anime caótico: Marin pegando post-its con dibujos kawaii en una pizarra, Iura usando gafas de sol "para pasar desapercibido" dentro del aula, Sakura clasificando mensajes con precisión quirúrgica, y Sawada tomando fotos de las pruebas con expresión fría… aunque cada tanto lanzaba miradas furtivas a Kenji.

—¡Esto es increíble! —exclamó Marin, mostrando la pantalla de su tablet—. ¡Ya tenemos todo en digital y en la nube!

Kenji revisó la carpeta compartida: mensajes, audios y, lo mejor, la foto que Reiji había enviado como amenaza.

—Bien. Con esto, el tipo no solo pierde la demanda, pierde hasta el peinado —dijo Kenji, y el grupo estalló en carcajadas.

En ese momento, la puerta se abrió. Kyoko apareció con los brazos cruzados, arqueando una ceja al ver el caos.

—¿Qué demonios hacen aquí?

Kenji sonrió con inocencia.

—Trabajo en equipo.

Kyoko lo observó unos segundos, suspiró y dijo algo que heló la sangre del grupo:

—Papá quiere verte. Ahora.

Kyoko lo llevó por el pasillo sin decir nada. Kenji podía sentir el peso en su mirada, esa mezcla de molestia y orgullo que solo su hermana podía proyectar. Cuando bajaron al salón, Kyosuke estaba sentado en el sofá, con los brazos extendidos y una expresión tan seria que la atmósfera cambió de inmediato.

El padre levantó la vista y dijo con voz grave:

—Siéntate.

Kenji tragó saliva y obedeció, sintiendo cómo la tensión le subía por la nuca. Yuriko estaba al lado, serena como siempre, pero sus ojos seguían cada movimiento.

—Me enteré —empezó Kyosuke, su tono cortante como una espada—. Un tipo adulto intentando engañarte para firmar contratos ilegales.

Kenji abrió la boca para explicarse, pero Kyosuke levantó una mano.

—No me importa cómo empezó. Lo que quiero saber es… —se inclinó hacia adelante, con una sonrisa peligrosa— ¿quieres que le rompa las piernas antes o después del juicio?

Kenji parpadeó.

—¿Qué? ¡Papá!

Kyosuke se recargó en el sofá con una carcajada profunda.

—Relájate. No soy tan impulsivo. Pero escucha, Kenji… —su mirada se volvió seria de nuevo—. Si alguien intenta aprovecharse de ti o de tu familia, no solo es tu problema. Es mío también. ¿Entendido?

Kenji sintió algo cálido en el pecho. No respondió con palabras; solo asintió con fuerza.

Yuriko intervino suavemente:

—Kyosuke habló con un amigo abogado. Si tienes pruebas, podemos demandar sin problema.

Kenji respiró aliviado.

—Las tenemos. Muchas.

Kyosuke sonrió, esa sonrisa que era mitad tranquilidad y mitad advertencia.

—Bien. Entonces dime cuándo es la cita… porque quiero estar ahí para ver cómo se derrumba ese imbécil.

De regreso al aula improvisada, el ambiente se llenó de tensión cuando Kenji entró. Sakura fue la primera en levantarse, con el ceño fruncido.

—¿Todo bien? —preguntó, y su voz sonó más preocupada de lo que quería admitir.

Kenji asintió, sonriendo para tranquilizarla.

—Sí. Papá se encargará de la parte legal. Tenemos respaldo.

Sawada, que estaba sentada junto a la ventana, lanzó un comentario ácido sin apartar la vista de su móvil:

—Claro, el hijo perfecto hasta consigue abogados familiares. Qué conveniente.

Kenji la miró, arqueando una ceja.

—¿Celosa porque no te invité al juicio?

Sawada lo fulminó con la mirada, pero sus mejillas se tiñeron apenas de rosa. Sakura, en cambio, sonrió tímidamente, como si la tensión fuera un espectáculo ajeno.

Marin interrumpió con un grito dramático:

—¡¡¡MISIÓN UNO COMPLETADA!!! —alzando la tablet como si fuera un trofeo—. ¡Pruebas listas, almacenamiento en la nube y respaldo en tres USB con forma de gatito!

Iura levantó los pulgares.

—También tengo un TikTok listo en caso de que queramos viralizar su caída.

Kenji se llevó la mano a la frente.

—No vamos a hacer un TikTok, Iura.

—Por ahora —murmuró Marin, guiñando un ojo.

La tarde transcurrió entre risas y trabajo serio. Sakura revisaba los documentos con concentración, mientras Marin decoraba las carpetas con corazones. Sawada, aunque distante, no dejaba de mirar a Kenji cuando creía que nadie la veía.

Cuando terminaron, Kenji se levantó y los miró a todos.

—Gracias. De verdad. Si no fuera por ustedes, estaría metido hasta el cuello.

Sakura bajó la mirada, sonrojada, mientras murmuraba:

—Estamos contigo… siempre.

Sawada bufó suavemente, pero la forma en que cerró su cuaderno decía otra cosa.

Esa noche, el primer golpe llegó: Marin publicó en el blog del club de fotografía un artículo titulado:"¿Es correcto que ejecutivos presionen a estudiantes para firmar contratos ilegales?"No mencionaba nombres… pero incluía imágenes borrosas que cualquiera podía reconocer.

El post explotó. Comentarios, rumores, capturas circulaban como fuego en pasto seco.

Y a la mañana siguiente, Kenji sintió el escalofrío cuando la puerta del aula se abrió con violencia.

Reiji estaba allí. Sin sonrisa. Sin máscara. Solo furia pura.

El silencio se hizo espeso cuando Reiji entró al aula. El murmullo de los pasillos quedó atrás, y lo único que se escuchaba eran sus pasos firmes acercándose a Kenji.

—Tú —escupió, con voz grave, clavando los ojos en él—. ¿Crees que puedes humillarme?

Kenji se levantó despacio, sosteniendo su mirada sin parpadear.

—No necesito creértelo, Reiji. Ya lo hiciste solo.

Los compañeros que estaban cerca contuvieron la respiración. Sakura, sentada junto a la mesa, apretó las manos con fuerza; Sawada se puso de pie, lista para intervenir si era necesario. Marin, en cambio, sacó su celular y murmuró:

—Esto merece ser grabado.

Kenji dio un paso adelante.

—¿Viniste aquí a intimidarme? No funcionará.

Reiji sonrió con frialdad.

—Escucha bien, mocoso. Tengo contactos. Con una llamada, puedo destruir tu reputación, la de tu familia y la de tus amigos.

Kenji arqueó una ceja, cruzando los brazos.

—¿Así como destruiste la tuya enviando amenazas por mensaje? —sacó su móvil, mostrando la carpeta llena de pruebas—. Capturas, audios… ¿quieres que siga?

Reiji palideció apenas, pero recuperó la compostura.

—Eso no servirá en un juicio.

Antes de que Kenji respondiera, una voz profunda resonó desde la puerta:

—Por suerte, no tendrás que averiguarlo solo.

Todos giraron la cabeza. Kyosuke Hori estaba allí, impecable en traje, con una carpeta negra bajo el brazo y una sonrisa que helaba más que la de Reiji.

—¿Quién…? —balbuceó Reiji.

Kyosuke entró, cada paso retumbando como un martillo. Se colocó al lado de Kenji y habló con calma:

—Soy el padre de Kenji. Y, para tu desgracia, también soy un exabogado corporativo.

El color se le fue del rostro a Reiji.

—¿E-exabogado…?

—Sí —respondió Kyosuke, ajustándose la corbata—. Lo dejé porque me aburría ganar siempre. Pero contigo… creo que me divertiré.

Un murmullo recorrió el aula. Marin apenas contuvo un grito de emoción.

—¡Esto es mejor que cualquier dorama! —susurró, grabando todo.

Kenji sonrió de lado, sintiendo que la balanza, por primera vez, estaba a su favor.

—Escucha, Reiji —dijo con voz firme—. El lunes tienes cita en el tribunal. Si no vienes… bueno, siempre puedo hacer que la policía venga por ti.

Reiji apretó la mandíbula, pero antes de irse, lanzó su última carta.

—Esto no ha terminado. Me oirán mis abogados.

Kyosuke dio un paso al frente, mirándolo a los ojos con un brillo peligroso.

—Dales mis saludos —dijo, entregándole una tarjeta—. Ah, y procura no destruir el papel. Es un documento para el juez.

Reiji salió dando un portazo, y en cuanto se fue, el aula estalló en aplausos. Marin saltó sobre Kenji, abrazándolo con tanta fuerza que casi lo tira al suelo.

—¡¡¡ERES UN PROTAGONISTA SHONEN DE VERDAD!!!

Iura, que hasta ahora había estado callado, levantó el móvil y gritó:

—¡Ya hice un meme con tu cara que dice "¿Contrato? Solo con la justicia"!

Kenji se llevó una mano a la cara, pero no pudo evitar reír. Sakura se acercó despacio, con una sonrisa suave, mientras Sawada los observaba desde el fondo, fingiendo desinterés aunque sus mejillas delataban otra cosa.

Kyosuke puso una mano en el hombro de su hijo.

—Buen trabajo, Kenji. Pero esto solo fue el prólogo. Prepárate para lo real.

Kenji asintió.

—Estoy listo.

Horas después, el grupo se reunió en la casa Hori para planear el siguiente paso. Marin decoró la mesa con cartelitos que decían "Misión Legal", mientras Iura comía galletas como si no existiera el estrés. Sakura revisaba los documentos, y Sawada fingía mirar su celular, aunque escuchaba cada palabra.

Kenji alzó la voz:

—Tenemos fecha para la primera audiencia. Y esta vez… vamos a ganar.

Marin levantó su puño al aire.

—¡¡Operación Justicia Kawaii, fase dos!!

—Por favor, cambiemos el nombre —murmuró Sawada.

Sakura sonrió.

—A mí me gusta… suena lindo.

Kenji suspiró, pero no pudo evitar sonreír. Aunque la tormenta apenas comenzaba, por primera vez sintió que no estaba solo.

Mientras todos reían, Kenji recibió un mensaje nuevo en su móvil:

"Si creen que esto es un juego, prepárense. Voy a hundirlos a todos."

Firmado: Reiji Nakamura.

Kenji apretó el teléfono, su mirada encendiéndose con determinación.

—Lo intentas, pero no lo lograrás —susurró para sí.

More Chapters