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Chapter 158 - siheyuan world R18 bisexual part 3

La obsesión de Lucho se hace realidad cuando el vecino entra en su habitación. ¿Podrá Lucho controlar su deseo o sucumbirá a la tentación? Una escena de dominio y sumisión que te dejará sin aliento.

La noche había caído sobre la casa, envolviéndolo todo en una calma engañosa. Lucho yacía en su cama, con el cuerpo aún caliente por las imágenes que su mente había evocado en sueños. El recuerdo de su vecino, de su imponente miembro y su arrogante dominio, lo perseguía como una sombra. No podía quitarse de la cabeza la sensación de su pene en la boca, el sabor salado de su piel, el aroma almizclado de sus testículos. Era una obsesión que lo consumía, un secreto que guardaba celosamente, incluso de sí mismo.

El silencio de la casa fue interrumpido por el sonido de pasos en el pasillo. Lucho se incorporó, con el corazón acelerado, sabiendo instintivamente quién era. La puerta de su habitación se abrió lentamente, y la silueta del vecino se recortaba contra la tenue luz del pasillo. Su presencia era magnética, casi hipnótica, y Lucho sintió un escalofrío que le recorrió la espalda.

"¿No puedes dormir?" preguntó el vecino con voz ronca y decidida.

Lucho tragó saliva, incapaz de articular una respuesta. El vecino cerró la puerta tras él, avanzando hacia la cama con una seguridad que rozaba la arrogancia. Sus bóxers negros le sentaban como una segunda piel, y Lucho no pudo evitar seguir con la mirada la línea de su miembro erecto.

"He notado que me has estado mirando", dijo el vecino, deteniéndose al pie de la cama. Su tono era desafiante, como si estuviera probando a Lucho, midiendo su valentía. "¿Qué ves?"

Lucho sintió que el calor le subía a las mejillas, pero no apartó la mirada. "Ya veo lo que quiero", murmuró, con voz apenas audible.

El vecino sonrió, una expresión que no se reflejaba en sus ojos. Con un movimiento rápido, se quitó los calzoncillos, dejándolos caer al suelo. Su miembro grueso y venoso se erguía frente a Lucho, un monumento a su dominio. El joven sentía la boca seca y el pulso acelerado, pero no se movió.

"¿Y qué quieres hacer al respecto?" preguntó el vecino, acercándose a la cama para pararse al lado.

Lucho extendió una mano temblorosa, rozando con las yemas de los dedos la piel cálida de su vecino. "Quiero...", empezó, pero las palabras se le atascaron en la garganta.

El vecino la agarró de la muñeca y la llevó hacia su pene. "¿Quieres esto?", preguntó con voz desafiante.

Lucho asintió, incapaz de hablar. El vecino lo miró fijamente, como evaluando su respuesta, antes de soltarle la muñeca y sentarse en el borde de la cama.

"Entonces demuéstralo", dijo inclinándose hacia delante.

Lucho no necesitó más invitación. Se arrodilló en la cama, acercándose a su vecino con una mezcla de miedo y deseo. El aroma familiar de su piel lo envolvió, y sin pensarlo dos veces, abrió la boca, recibiendo el miembro de su vecina entre sus labios.

Un gemido gutural escapó de la garganta del vecino cuando Lucho empezó a menear la cabeza, chupando y lamiendo con una desesperación que incluso él lo sorprendió. El sabor salado y masculino de su piel lo inundó, y sintió un placer casi doloroso al oír los sonidos de aprobación del vecino.

"Así..." murmuró el vecino, agarrando con fuerza el pelo de Lucho. "Más adentro."

Lucho obedeció, dejando que el miembro del vecino le llenara la boca, sintiendo la punta rozar su garganta. El vecino empezó a mover las caderas, penetrando su boca a un ritmo constante, y Lucho se dejó llevar, disfrutando de la sensación de sumisión, de ser utilizado para el placer del otro.

—Ten cuidado con lo que haces —ordenó el vecino y Lucho abrió los ojos, encontrándose con la mirada intensa del hombre.

El vecino se inclinó hacia delante y puso una mano sobre la cama, junto a la cabeza de Lucho. Su respiración era superficial y tenía el rostro enrojecido por el esfuerzo. Lucho lo miró, sintiendo una extraña conexión, como si, en ese momento, solo existieran ellos dos.

—Más rápido —ordenó el vecino, y Lucho aumentó el ritmo, chupando y lamiendo con fervor.

El vecino cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación. Su cuerpo se tensó, y Lucho supo que estaba cerca. Con un gruñido, el vecino se corrió, llenando la boca de Lucho con su semen caliente y espeso. El joven tragó sin dudar, saboreando el líquido amargo, sintiendo al vecino relajarse contra él.

—Buen chico—murmuró el vecino, retirando su miembro de la boca de Lucho con un sonido húmedo.

Lucho se incorporó en la cama, jadeando, mientras el vecino se incorporaba. El hombre lo miró sin pestañear, como si estuviera evaluando su próximo paso.

—No es suficiente —dijo finalmente, sin sonreír—. Todavía tienes mucho que aprender.

Lucho lo miró confundido, pero antes de que pudiera preguntar, el vecino se levantó, recogiendo sus boxers del suelo.

—Mañana —dijo, dirigiéndose a la puerta—. Tienes mucho que hacer.

Y con eso, salió de la habitación, dejando a Lucho solo con sus pensamientos y el sabor de su vecino aún en la boca. El joven se recostó en la cama, con el corazón aún acelerado, mientras las palabras del vecino resonaban en su mente.

¿Qué tenía planeado? ¿Qué más podía querer de él? Lucho no lo sabía, pero de algo estaba seguro: estaba decidido a averiguarlo.

La noche avanzaba, y Lucho por fin pudo conciliar el sueño, pero sus sueños estaban llenos de imágenes del vecino, su imponente miembro y su arrogante dominio. Sabía que su vida había cambiado, que ya no podía volver atrás. Y aunque el camino por delante era incierto, una cosa estaba clara: estaba listo para lo que viniera después.

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