Cherreads

Chapter 45 - Capítulo 44: No Rendirnos

*SOFÍA*

Desde el momento en que Daniel hizo esa pregunta, el peso de todo lo que habíamos vivido, todo lo que habíamos construido, cayó sobre mí como un alud de emociones. No era solo el miedo a lo desconocido o a las repercusiones de lo que vendría, era la certeza de que ya no había vuelta atrás. Este bebé, mi bebé, no era solo mío. Era parte de todos, parte de esta locura que decidimos construir juntos, y aunque nunca imaginé que el camino sería tan complicado, ahí estábamos, enfrentando lo que parecía ser el mayor desafío de todos.

Las chicas hablaban, una tras otra, con una determinación que me dejaba sin palabras. Mariana, con su firmeza habitual, fue la primera en hablar. Su voz, aunque cargada de incertidumbre, transmitía una fuerza que me reconfortó. "Nos prometimos desde el principio que íbamos a luchar por esto, por lo que hemos creado juntos. No hay marcha atrás. Si esto es lo que la vida nos ha dado, entonces lo tomamos con todo. Vamos a pelear por esta relación, por el futuro que tenemos, por el bebé de Sofía. Es parte de nosotros, y lucharemos por él como luchamos por todo lo demás."

Valeria, no tardó en unirse. "Lo que decida el mundo o las circunstancias no va a definirnos. Nosotras decidimos seguir adelante con esto, con todo lo que implica. Puede que no sea fácil, que no todo salga bien, pero lo importante es que seguimos juntas, como prometimos. Este bebé es tan nuestro como de Sofía, y no vamos a dejar que nada se interpone entre lo que hemos construido."

Laura, la última en hablar, tomó aire profundo antes de dejar salir sus palabras. "Sabemos lo que nos espera. Sabemos que esto va a ser más difícil de lo que imaginamos, que van a haber momentos en los que nos cueste. Pero lo que no vamos a hacer es rendirnos. Por Sofía, por Daniel, por el bebé. No hemos llegado tan lejos solo para dejar que el miedo o los desafíos nos derroten. Vamos a seguir adelante, pase lo que pase."

Las tres estaban decididas, firmes. Y mientras escuchaba sus palabras, sentía una paz extraña, un consuelo que me dio fuerzas, aunque no pude evitar que una lágrima recorriera mi rostro. Ellas, las que en algún momento dudaron de lo que podíamos lograr, ahora estaban dispuestas a todo. No había más excusas, no había más dudas. Si íbamos a luchar, lo haríamos juntas.

Y mientras ellas hablaban, yo solo podía escuchar. Porque mi decisión ya estaba tomada, hace días. Sabía que no me rendiría, que no los dejaría ir, que no dejaría que mi hijo creciera sin todos nosotros. Sabía que no importaba lo difícil que se pusiera, lo que pasara en el camino. Este bebé era mi futuro, nuestro futuro, y no importaba lo que el mundo nos arrojara, lucharía por él, por todos, hasta el final.

Cuando las chicas terminaron de hablar, un silencio pesado llenó la habitación. Daniel nos miraba, como si estuviera esperando nuestra respuesta, pero la verdad es que ya la había escuchado. Ya había visto lo que necesitaba ver, y no había más que decir. El veredicto estaba claro. Seguíamos juntos, como lo habíamos prometido, con todo lo que eso implicaba. Y con cada paso que diera, con cada decisión que tomáramos, lo haríamos con la certeza de que el amor, aunque complicado y a veces imposible de comprender, sería lo que nos uniría.

Este bebé, este pequeño futuro, sería el primero de muchos desafíos, pero también el primer testimonio de nuestra fortaleza. Y no lo abandonaríamos. No a él. No a ninguno de nosotros.

Daniel miró a cada una de nosotras con una expresión que reflejaba determinación y, al mismo tiempo, una pesada carga. Sabía que todo estaba cambiando, que las cosas ya no eran lo que habíamos planeado, pero no podíamos darnos el lujo de rendirnos.

"Entonces seguiremos luchando", dijo, su voz firme pero algo quebrada, como si el peso de la situación lo estuviera aplastando, pero aún así seguía adelante. "Aunque todo esté yendo mucho más rápido de lo que imaginábamos, tenemos que ajustarnos a la circunstancia. Ahora no hay tiempo para dudar ni para frenar. Debemos enfrentarnos a todo, y enfrentarnos a las familias va a ser una prioridad, mucho más rápido de lo que desearíamos, pero no hay otra opción."

Su mirada se detuvo en mí un momento, y luego se dirigió a todas nosotras. "El bebé de Sofía no solo es una bendición, también es la razón por la que tenemos que acelerar todo lo que habíamos planeado. Enfrentar a las familias de cada una de nosotras va a ser difícil, pero ya no podemos postergarlo. Cada minuto cuenta."

El tono de su voz cambió entonces, volviéndose más grave, más serio. "Y tengo que hablar con mis padres. Eso será lo siguiente. Ya sabemos que ellos son los últimos en ser confrontados, porque sus expectativas y creencias no serán fáciles de cambiar. La familia de ustedes, lo sabemos, será mucho más dura con todo esto. No esperábamos que fuera tan pronto, pero con el bebé en camino, las cosas se ponen más serias, más reales. Mis padres tienen que saberlo, aunque sea lo último que quería hacer en este momento."

Había una tensión en su rostro, pero también una fuerza que no había visto antes. Podíamos sentirlo todos en la habitación: el peso de lo que se venía, la responsabilidad que recaía sobre nosotros. Con este bebé, nuestra relación, nuestra historia, se iba a definir por completo. Pero Daniel no dudaba, no había ni un ápice de vacilación en sus palabras. Iba a enfrentarlo, a pelear por todos nosotros, por lo que habíamos construido, sin importar lo que viniera.

"Así que, ahora mismo, tenemos que enfrentar lo que viene", continuó, su mirada recorriéndonos a todas. "Esto es más grande que cualquiera de nuestras dudas, que nuestras expectativas. Es el momento de enfrentarlo, como siempre dijimos que lo haríamos: juntos."

Ninguna de nosotras dijo nada en ese momento, pero sabía que lo sentíamos igual.

Me quedé quieta, sin saber cómo reaccionar, mientras las chicas se acercaban a mí. No sabía si sentirme aliviada o abrumada, pero lo que sí sabía es que mis ojos no dejaban de derramar lágrimas. No podía evitarlo, no importaba cuánto intentara calmarme. No podía dejar de sentirme culpable, por todo lo que había pasado, por todo lo que se estaba complicando.

"Lo siento tanto, de verdad, no quería que todo fuera así", solté entre sollozos, sin poder controlarme. Me sentía como si todo se estuviera derrumbando a mi alrededor, como si hubiera arruinado todo lo que habíamos construido.

Pero antes de que pudiera decir más, sentí cómo Valeria, Mariana y Laura me rodeaban en un abrazo. Era cálido, reconfortante, pero al mismo tiempo me hacía sentir aún más vulnerable. Mis lágrimas seguían cayendo, pero en sus brazos, algo en mí se calmaba.

"No has arruinado nada, Sofía", dijo Mariana suavemente, mientras me apretaba un poco más fuerte. "Lo que estamos formando es más fuerte que cualquier miedo. Lo que todos tenemos es real, y ahora este bebé nos une aún más."

Valeria me dio un suave beso en la frente, sonriendo con dulzura. "Eres la primera, Sofía. El primer bebé, el primer paso en este viaje que vamos a hacer juntos. No estás sola en esto."

Laura, siempre con su calma, se apartó un poco y me miró con una sonrisa. "Lo que más importa ahora es que te cuidemos, Sofía. Estamos aquí para ti. Lo que necesites."

Sentí que, aunque todo esto era una locura, una locura que jamás imaginé vivir, ellas estaban aquí, dispuestas a caminar a mi lado. Y eso me daba algo de consuelo en medio de tanto caos.

De repente, escuché la voz de Daniel, que interrumpió el momento. "Por supuesto que la cuidarán. Es más, por eso traje la ropa de Sofía en una maleta. Ella se mudará conmigo, y juntos nos aseguraremos de que esté bien durante todo el embarazo. No estará sola, nunca lo estará."

Mis ojos se clavaron en él, sorprendida por sus palabras. El gesto de traer mis cosas, de prepararlo todo... Todo se sentía más real que nunca. Estaba tan agradecida de no estar sola, de que, por fin, todos en nuestra pequeña familia estuvieran ahí, luchando por el mismo objetivo.

Laura, siempre dispuesta a cuidar de todos, me miró con una sonrisa y me preguntó: "¿Te gustaría que te prepare algo de comer? Sé que probablemente no tengas hambre, pero podemos hacer algo que te haga sentir mejor."

No pude evitar sonreír, aunque fuera de manera tímida. "Sí, me encantaría", dije, mi voz aún algo quebrada, pero reconociendo el esfuerzo que todas estaban haciendo para hacerme sentir mejor.

El caos de lo que se venía estaba aún en mi mente, pero al menos, ahora sabía que no tenía que enfrentarlo sola. No importaba lo que sucediera, estábamos juntos en esto, y eso lo hacía un poco más soportable.

****

*DANIEL*

Me apoyé en la baranda del jardín, sintiendo el calor del sol contra mi piel mientras el viento fresco balanceaba las hojas de los árboles. Necesitaba despejarme, aunque fuera por un momento. Dentro de la casa, Sofía dormía tranquila, agotada por todo lo que había pasado. Las chicas la cuidaron y consolaron hasta que su cuerpo simplemente no pudo más. Era lo mejor para ella en este momento.

Pero yo… yo no podía darme ese lujo.

Apreté los puños sobre la madera mientras los recuerdos de la noche anterior y la mañana de hoy volvían con fuerza. El rostro serio del padre de Sofía, su voz cargada de advertencia… 

"Resuelve ese asunto con las otras mujeres lo más rápido que puedas....O de lo contrario, simplemente nos llevaremos a Sofía."

Cerré los ojos y respiré hondo, sintiendo el peso de esas palabras. No era una amenaza vacía, lo había dicho con una seguridad que me dejó claro que no dudaría en hacerlo. Para ellos, todo esto seguía siendo una locura. Una relación de cinco personas ya era algo difícil de aceptar, pero ahora con un bebé en camino, el control que creían tener sobre la vida de su hija parecía desmoronarse. Y en su desesperación, tomarían cualquier medida que consideraran necesaria.

No iba a permitirlo.

No iba a perder a Sofía. No después de todo lo que habíamos pasado juntos, de todo lo que habíamos construido. No después de haber visto a las chicas unir fuerzas, a pesar de lo difícil que era para todas.

Apreté la mandíbula.

Pero tampoco iba a obligar a nadie a quedarse.

Les di la oportunidad de elegir su camino, aunque me doliera hasta los huesos la idea de que alguna decidiera irse. Pero no lo hicieron. Se quedaron. Decidieron pelear por esto. Por la relación. Por Sofía. Por el bebé.

El futuro que nos espera no es fácil. Va a ser una batalla constante, una en la que nos tocará enfrentarnos no solo a nuestras familias, sino también a todo lo que el mundo nos arroje. Pero ahora no hay vuelta atrás.

Abrí los ojos y miré al cielo.

Lo siguiente en la lista era mi familia.

Mis padres iban a ser los siguientes en enterarse.

Saqué mi teléfono del bolsillo y pasé los dedos por la pantalla hasta encontrar el contacto de Anni. Mi hermana siempre había sido mi mayor apoyo, la única persona que sabía de mi relación con las chicas y que, en lugar de juzgarme o atacarme, decidió quedarse a mi lado.

Sabía que tenía que contarle lo que pasó, pero también sabía que no le iba a gustar. No porque estuviera en contra de lo nuestro, sino porque ella siempre había insistido en que debía tomarme mi tiempo, hacer las cosas bien antes de dar un paso como este. Y ahora… ahora todo se había ido al carajo.

El tono de llamada sonó un par de veces antes de que su voz se escuchara del otro lado.

"¿Daniel? ¿Qué pasó? Pensé que estarías ocupado hoy."

Me pasé una mano por el rostro.

"Lo estuve. Y necesito hablar contigo. Es importante."

Hubo un pequeño silencio antes de que respondiera.

"Vale… dime."

"No por teléfono." Le aclaré. "Necesito que nos veamos en persona. Mañana, si puedes."

"Estás hablando muy serio. Me estás asustando un poco."

No pude evitar soltar una pequeña risa cansada.

"Créeme, es peor de lo que imaginas."

"Genial…" Suspiró del otro lado. "Está bien, dime dónde y a qué hora."

"Te mando la ubicación en un rato. Solo… prepárate."

"Ahora me asustaste más."

No dije nada. Solo esperé.

"Nos vemos mañana, Dani."

Colgué sin decir nada más y me quedé mirando la pantalla del teléfono.

La primera parte estaba hecha.

Ahora tenía que prepararme para la siguiente.

Guardé el teléfono en mi bolsillo y dejé escapar un largo suspiro, sintiendo el peso de todo lo que se avecinaba. Anni siempre había sido mi apoyo, pero esto no era algo sencillo de explicar. Sabía que su reacción podía ir en cualquier dirección, y conociéndola, no se lo tomaría a la ligera.

Me quedé en el jardín unos minutos más, dejando que la brisa nocturna enfriara mi cabeza. Necesitaba pensar en cómo decirle todo, cómo explicarle que mi vida, nuestra vida, estaba a punto de cambiar de una manera que ni siquiera habíamos imaginado.

Regresé al interior de la casa con paso lento. El ambiente estaba tranquilo, demasiado tranquilo, como si el mundo estuviera dándome un respiro antes de la tormenta. Subí las escaleras y me asomé al cuarto.

Sofía dormía profundamente, su respiración tranquila y sus manos descansando sobre su vientre de forma inconsciente.

Cerré la puerta con cuidado y bajé de nuevo, encontrándome con Mariana, Valeria y Laura en la sala. Todas me miraron con la misma mezcla de agotamiento y determinación.

"Hablé con Anni."

Valeria fue la primera en reaccionar.

"¿Se lo dijiste?"

Negué con la cabeza.

"Mañana se lo diré en persona."

Laura suspiró, cruzándose de brazos.

"Va a ser difícil."

"Lo sé." Me pasé una mano por el cabello. "Pero hay algo más."

Mariana frunció el ceño.

"¿Qué cosa?"

Me apoyé en la mesa, sintiendo la tensión en mis hombros.

"Los padres de Sofía… nos dieron un ultimátum."

Las tres se quedaron en silencio, esperando que continuara.

"Si no resolvemos esto entre nosotros, si las cosas empiezan a ir mal, se la llevarán."

Laura fue la primera en reaccionar, golpeando la mesa con una mano.

"¡¿Qué demonios?!"

"No pueden hacer eso," murmuró Valeria, aunque su expresión dejaba claro que estaba preocupada.

Mariana, en cambio, me miró fijamente.

"¿Y qué vamos a hacer?"

Tomé aire y las miré a las tres.

"Vamos a demostrarles que estamos juntos en esto. Que nada ni nadie va a separarnos."

Porque este bebé era nuestro. Esta relación era nuestra.

Y no dejaría que nadie nos la arrebatara.

More Chapters