Cherreads

Chapter 44 - Capítulo 43: ¿Qué hacer?

*LAURA*

Llevábamos más de una hora esperando a Daniel. El silencio en la sala de estar era casi palpable, interrumpido solo por los nervios que nos comían por dentro. Mariana, Valeria y yo nos mirábamos de vez en cuando, sin saber bien qué decir, pero sabiendo que todos estábamos sintiendo lo mismo. La incertidumbre nos estaba matando.

La verdad es que no sabíamos nada de Sofía desde que nos avisaron que estaba enferma. Daniel nos había dicho que solo había tenido fiebre anoche, pero no mencionó nada más. Tampoco sabíamos qué había sucedido para que Sofía terminara mal, y eso nos dejaba con más preguntas que respuestas.

Lo único que sabíamos era que Daniel nos había enviado un mensaje pidiéndonos que nos reuniéramos, pero sin decirnos exactamente de qué iba a hablarnos. El hecho de que nos dijera que quería hablar de algo importante solo aumentaba nuestra ansiedad. Mariana estaba más callada que nunca, y Valeria no podía dejar de mirar el teléfono, como si esperando que llegara algún mensaje más de él. Yo también lo hacía, pero no quería admitirlo.

"¿Creen que Sofía esté bien?" pregunté al fin, rompiendo el silencio, aunque no estaba segura de que quisiera una respuesta.

Mariana me miró, apretando sus labios con nerviosismo.

"Espero que sí. Daniel dijo que solo fue fiebre, pero… no me gusta que no nos haya contado más. Es raro que no dé detalles."

Valeria se encogió de hombros, tratando de mantener la calma.

"Quizá solo está preocupado, y por eso no quería alarmarnos. Lo importante es que estará bien, ¿no? Ya veremos qué pasa."

Yo suspiré, sintiendo cómo la tensión seguía acumulándose dentro de mí. Quería pensar que todo estaba bien, que tal vez era solo un malestar pasajero, pero había algo en el aire que me decía que no era tan simple. La manera en que Daniel había dicho que necesitaba hablar con nosotras, lo que había pasado con Sofía la noche anterior… algo no encajaba.

El sonido de un mensaje llegó al teléfono de Valeria, y todos nos tensamos al mismo tiempo. Ella miró la pantalla rápidamente, y luego me lanzó una mirada de preocupación.

"Es él" dijo en voz baja.

Mariana se inclinó hacia ella, curiosa, mientras yo me mantenía quieta, esperando que el mensaje llegara.

Valeria comenzó a leer en voz baja:

"Voy a llegar en unos minutos, por favor prepárense para lo que les voy a contar. No se alarmen, pero tenemos que hablar."

Mi corazón dio un vuelco. Algo grande estaba por suceder, y no sabía si estaba lista para escucharlo.

El sonido de un carro se acercó, y el nerviosismo creció en el aire. Todos nos tensamos, esperando que finalmente llegaran. Cada segundo se sentía más largo que el anterior. Mariana murmuró algo sobre que tal vez había algo más en la cena, algo que no sabíamos. Yo pensé lo mismo, que tal vez algo salió mal y eso estaba afectando a Sofía. Pero no teníamos idea de qué exactamente.

Entonces, escuchamos los pasos que se acercaban a la puerta. El sonido de las pisadas nos hizo saltar a todas del sillón. Nos miramos unas a otras, todas con el mismo miedo en los ojos, preguntándonos si estábamos listas para lo que fuera que nos iba a contar Daniel.

La puerta se abrió finalmente, y lo que vimos nos dejó a todas en silencio. Daniel estaba allí, con el rostro cansado, como si no hubiera dormido en toda la noche. Solo una cena, y él ya se veía agotado, como si hubiese pasado por algo mucho más complicado de lo que cualquiera podía imaginar. Pero lo que más me impactó fue Sofía. Su rostro estaba demacrado, los ojos vidriosos y su cuerpo parecía casi desvanecerse mientras caminaba con la cabeza baja, agarrada de la mano de Daniel. A pesar de la preocupación por ella, no pude evitar notar la maleta que Daniel llevaba en la otra mano, y eso solo incrementó mis preguntas.

Nos quedamos mirando en silencio mientras Daniel cerraba la puerta y caminaba hacia el centro de la sala, con Sofía aún a su lado, que no parecía estar en su mejor momento. Daniel, al notar nuestras miradas, nos dijo con voz grave:

"Por favor, siéntense" su tono era serio y su cansancio palpable. "Tenemos que hablar de algo que va a alterar todo lo que hemos intentado construir hasta ahora y los planes que teníamos."

Ninguna de nosotras se movió de inmediato. Las palabras de Daniel pesaron sobre nosotras como una losa. Sabíamos que algo grande estaba pasando, algo que cambiaría todo lo que habíamos estado construyendo, pero aún no sabíamos qué era. Miramos a Sofía, quien apenas podía mantener la mirada levantada. Todos los nervios que habíamos estado aguantando estallaron en preguntas, pero ninguna de nosotras se atrevió a hacerlas todavía.

Finalmente, Mariana, la más valiente de las tres en ese momento, se levantó y fue la primera en sentarse nuevamente, seguida por Valeria, mientras yo también me dejaba caer sobre el sofá, esperando a que Daniel hablara.

Daniel nos miró a todas, su mirada estaba cargada de algo pesado, algo que no sabíamos si estábamos listas para escuchar. Las palabras quedaron suspendidas en el aire mientras él comenzaba a hablar, de forma pausada, como si cada frase le costara.

"Lo primero que quiero que sepan" dijo, tomando aire, "es que con respecto a la situación con la familia de Sofía, todo está más o menos resuelto... pero no estamos fuera de peligro. Estamos en una cuerda muy floja y delgada, la verdad."

Mi corazón dio un vuelco, y las demás nos tensamos. ¿Qué significaba eso? Si ya había hablado con los padres de Sofía, ¿por qué seguíamos sintiendo tanta incertidumbre? Nos miramos entre nosotras, confundidas, esperando que Daniel nos diera más detalles.

"¿Qué está pasando, Daniel?" preguntó Valeria, rompiendo el silencio, su tono nervioso.

Él no contestó de inmediato, sus ojos se posaron en Sofía, que estaba callada, apenas levantando la mirada. Finalmente, Daniel soltó lo que ninguno de nosotros esperaba o queríamos escuchar.

"Sofía... está embarazada" dijo, con voz grave, como si estuviera lanzando una bomba en la habitación.

Un silencio abrumador llenó la sala. Ninguna de nosotras podía procesarlo de inmediato. Estaba en shock. Mi cabeza giraba, tratando de asimilar las palabras, pero nada parecía encajar. Sofía embarazada. Era imposible que ya estuviera esperando un bebé, y mucho menos en este momento. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?

"¿Desde cuándo?" preguntó Mariana, su voz quebrada, casi temblando de la incredulidad.

Daniel nos miró, y su tono cambió un poco, volviéndose más firme, aunque seguía cargado de incertidumbre.

"Según los cálculos de los médicos, la fecha es... desde la primera noche" dijo, como si no quisiera ser más específico.

Las palabras fueron como un golpe directo. Esa primera noche... la noche en que todos nos descontrolamos por el alcohol, en la que las barreras cayeron y no recordábamos con claridad lo que había pasado. Y ahora, ese momento había dejado una consecuencia que no imaginábamos. Todo lo que había sucedido desde entonces parecía irreal.

Miramos a Sofía, que, aunque trataba de mantenerse firme, no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

"No... puede ser..." murmuré, sin saber qué más decir.

Daniel bajó la mirada, como si también estuviera procesando lo que había dicho.

"Lo sé" dijo él, apretando la mano de Sofía. "No es lo que esperábamos, no es lo que habíamos planeado, pero ahora estamos aquí, y necesitamos enfrentarlo."

Las chicas y yo nos miramos, el miedo, la confusión y la preocupación reflejados en nuestros rostros. Todo lo que habíamos estado construyendo, todo parecía tambalear de un momento a otro.

La habitación se quedó en silencio, denso, casi sofocante. Nadie dijo nada durante lo que pareció una eternidad. Todos estábamos procesando lo que acabábamos de escuchar, cada palabra como una patada al estómago. Nadie había esperado esto. Nadie había planeado esto.

 

Nos mirábamos, pero no había respuestas claras. Todo se había vuelto incierto. Teníamos que haber tenido más tiempo. Más tiempo para fortalecernos, para salir al mundo, para enfrentar a nuestras familias y al caos que inevitablemente llegaría. Pero ahora, todo se había puesto de cabeza.

Sofía, tan callada, apenas levantaba la cabeza. Sabía que este momento no era solo para ella, sino para todos nosotros. Un bebé. Estaba embarazada. Y no había marcha atrás.

Mariana fue la primera en romper el silencio, pero su voz temblaba, rota, como si las palabras le costaran más de lo que pensaba.

"Esto... esto cambia todo. No solo es el embarazo, Daniel. Es la relación que teníamos, el plan que teníamos. Nos prometimos tomarnos el tiempo, construir algo sólido. Pero ahora todo eso está..." se detuvo, como si las palabras fueran demasiado grandes para su garganta. "Estábamos tan cerca de tenerlo todo claro, y ahora esto... esto es una bomba."

Valeria no tardó en añadir, con la mirada fija en el suelo y la mandíbula apretada:

"¿Y qué vamos a hacer ahora? Esto es un desastre, Daniel. No teníamos el tiempo necesario, no podíamos arriesgarnos a esto. No podemos seguir con las cosas tan desordenadas. ¿Y ahora qué? ¿Tienes una solución? Porque la mía... la mía es que todo esto se ha ido al carajo."

Yo sentí que la presión me ahogaba. Mi respiración se volvía más pesada mientras intentaba ordenar mis pensamientos, pero la verdad era que no los tenía claros. Todo lo que pensábamos, todo lo que imaginábamos, se había ido al diablo en una sola noche.

"Teníamos un plan, ¿verdad?" le dije a Daniel, la rabia comenzando a salir en mi voz. El embarazo de Sofía había alterado todo. El tiempo que habíamos planeado, el espacio que creíamos que teníamos, ahora se había evaporado. Habíamos pensado que podíamos ir paso a paso, que todo sería lento, que primero construiríamos algo estable. Pero ahora... todo eso no valía de nada.

Daniel, que hasta ese momento había permanecido en silencio, bajó la mirada, como si no pudiera aguantar más el peso de lo que estaba sucediendo.

"Ya lo sé" dijo, su voz grave, pero no exenta de dolor. "Esto no era lo planeado. No es lo que esperábamos, y seguro que no lo queríamos tan rápido. Pero Sofía no puede irse. No se trata solo de este bebé. Está ligada a mí ahora, para siempre. Y me importa lo que pase, cómo lo vean las demás, cómo lo vean ustedes. Esto ya es parte de nosotros. No puedo cambiarlo, y tampoco quiero hacerlo."

Nadie se movió, nadie respiró con calma. Todo estaba fuera de control.

"Entonces, ¿qué quieres que hagamos ahora?" dijo Mariana, sus ojos brillando con frustración. "¿Pretendemos seguir adelante con esto como si nada? No tenemos tiempo, no tenemos un plan, no tenemos las bases sólidas que pensábamos tener. Y ahora... ahora estamos metidos en algo que ni siquiera estamos preparados para enfrentar."

Daniel apretó la mandíbula y miró a cada una de nosotras, como si estuviera buscando respuestas que no tenía.

"Lo que quiero" dijo con firmeza "es que enfrentemos esto de una vez. Porque no vamos a poder seguir como antes, como si nada hubiera cambiado. Sofía está embarazada, y eso es algo que no podemos ignorar. Ni ustedes, ni yo. Ni siquiera nuestras familias. Pero este bebé... este bebé nos va a obligar a tomar decisiones rápidas."

Sofía, que se había mantenido en silencio, se soltó de la mano de Daniel y se tocó el vientre, un gesto tan pequeño, pero tan significativo. Fue como si en ese momento se diera cuenta de que todo había cambiado. De que sus propios planes se habían desmoronado.

"Lo siento..." susurró, las lágrimas comenzando a caer de nuevo. "Yo no quería que esto fuera así. No quería que fuera tan rápido. Pero..." suspiró, y con la mirada vacía, agregó. "Pero este bebé, de alguna manera, hará más fuerte lo que estamos tratando de construir."

El aire se volvió más denso, y mientras las palabras flotaban en el espacio, el pensamiento se me anclaba en la cabeza. La relación que habíamos comenzado, las complicaciones que ya existían, se multiplicaban por mil con este embarazo. Pero, al final, no podíamos hacer nada más que seguir adelante, aunque no supiéramos cómo.

Porque ahora, Sofía estaba ligada a Daniel, y ese bebé, aunque inesperado, ya formaba parte de lo que estábamos tratando de construir. Y con ese pensamiento, el miedo y la incertidumbre se arremolinaban en mi pecho, dejando claro que no teníamos otra opción más que enfrentarlo, cueste lo que cueste.

"Entonces, ¿qué quieren hacer?" preguntó, su mirada fija en nosotras, como si esperara una decisión inmediata. Las palabras salieron con una intensidad que no había mostrado antes. "Sofía no se va a ir. Eso no está en discusión. Ella está aquí, y este bebé está aquí para quedarse. Pero ustedes... ustedes tienen la opción de decidir qué quieren hacer. Yo no puedo obligarlas a nada, no quiero forzarlas."

Hizo una pausa, mirando a cada una de nosotras, dejando que las palabras calaran hondo.

"Pero les voy a decir algo. No quiero que ninguna de ustedes se vaya. No quiero que esto se destruya. No después de todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí, para formar esta relación. Después de tantas luchas, de tantas discusiones para encontrar una forma de hacer que esto funcione. Después de todo lo que hemos hecho para que todo se mantuviera unido. No quiero perder esto."

Era la verdad cruda y honesta. No podía soportar la idea de que esto se desmoronara. Había luchado, discutido, llorado y trabajado incansablemente para formar esta relación, y ahora, con este bebé en camino, todo parecía derrumbarse frente a nosotros. Pero lo que más me aterraba era que todo lo que habíamos logrado juntos se deshiciera por una nueva adversidad. No podía soportarlo.

"Este bebé... este bebé es una adversidad, sí. Pero también es parte de lo que estamos tratando de construir. Y si hay algo que prometimos el uno al otro, fue que íbamos a salir adelante, pase lo que pase. Nadie dijo que sería fácil. Nadie dijo que todo sería sencillo. Pero estamos en esto juntos, como siempre hemos estado, y no voy a dejar que esto se rompa ahora."

Miré a las chicas, a sus rostros tensos y confundidos. Sentía el peso de sus miradas. Sabía que estaban asumiendo el mismo miedo, la misma incertidumbre que yo. Nadie quería estar en esta situación. Nadie esperaba que las cosas se fueran a complicar tan rápido. Pero el miedo de perderlo todo, de perder la relación, nos tenía a todos atrapados en la misma espiral.

"Así que les pregunto de nuevo" dijo, con la voz un poco más quebrada, pero sin poder evitarlo, "¿qué quieren hacer? La decisión está en sus manos. Si alguna de ustedes no puede con esto, si alguna de ustedes decide que no puede seguir adelante, yo lo entenderé. Pero no quiero que esto se destruya. No después de todo lo que hemos luchado. ¿Qué van a hacer ahora?"

La pregunta de Daniel flotó en el aire, aplastante, hiriente. ¿Qué querían hacer ahora? La decisión era nuestra. Sofía no se iba a ir, eso ya estaba claro. Pero nosotras, nosotras podíamos irnos si así lo queríamos. Pero la opción de dejarnos ir… Eso, eso era lo que más le dolía a Daniel.

No quería perder a nadie. No quería que todo se desmoronara después de tanto esfuerzo, de tantas peleas, de tantos momentos difíciles. Después de todo lo que habíamos luchado por encontrar una forma de hacer que esta relación, esta maldita locura de relación de cinco personas, funcionara. No había tiempo para arrepentimientos, no había tiempo para rendirse. Ya lo sabíamos. Nos habíamos preparado para cualquier cosa. Para cualquier adversidad que el mundo nos arrojara.

Pero nadie, nadie podía estar preparado para esto.

Para este bebé. Para la realidad de lo que significaba. Porque aunque lo esperáramos, aunque pensáramos que esto podía llegar, cuando realmente sucedía, la magnitud de lo que implicaba nos golpeaba de lleno, como una ola que te arrastra sin previo aviso. ¿Qué hacer ahora?

Me senté en el sillón, las manos temblando, mis pensamientos dispersos, mi respiración irregular. ¿Cómo iba a responder a eso? No había respuesta fácil. No había palabras para esto. Incluso cuando te preparas para lo inesperado, cuando piensas que todo puede salir mal y que hay que estar listo para luchar, este tipo de complicaciones no las planeas. No planeas que el mundo, el maldito mundo, te arroje algo tan grande que te haga cuestionar si todo lo que has hecho hasta ahora vale la pena.

Mariana estaba quieta, sus ojos fijos en el suelo, pero podías ver en su rostro el torbellino de emociones que estaba luchando por contener. Sabía que cada palabra que pronunciara ahora sería importante. Sabía que cualquier cosa que dijera cambiaría la dirección de todo esto. Pero, ¿qué podía decir? No teníamos respuestas.

Valeria, por otro lado, había comenzado a moverse inquieta, mordiéndose el labio inferior, como si su mente estuviera luchando contra sus propios pensamientos. No podía aceptar esto fácilmente, no podía simplemente seguir adelante como si nada. Esta no era una situación que pudiera manejar sin más.

Yo... Yo no sabía qué hacer. No sabía qué decir. Mi mente era un caos, un torbellino de pensamientos y dudas. Había tanto en juego, tanto que perder. Había planeado que las cosas sucedieran de una manera, había creído que tendríamos tiempo para sentarnos, para formar una base sólida. Pero ahora, con este bebé, todo eso se había ido a la mierda. ¿Y cómo iba a salir adelante con esto? ¿Cómo íbamos a hacer que esto funcionara, después de todo lo que habíamos soñado, después de todos los esfuerzos? ¿Qué quedaba para nosotras? ¿Realmente podíamos continuar con esto?

La pregunta de Daniel me caló hasta los huesos. "¿Qué quieren hacer ahora?" Porque la verdad era que ahora no teníamos control de nada. Ni siquiera podíamos decidir si íbamos a quedarnos o irnos. Y en mi corazón, sabía que la opción de irnos era lo último que quería.

Pero, ¿quién decía que este bebé sería solo una complicación? Este bebé, de alguna forma, podía ser lo que realmente uniera todo lo que habíamos comenzado a construir, o la cosa que lo destrozara por completo. Lo sabíamos. Sabíamos que los problemas vendrían, sabíamos que no sería fácil, que tendríamos que luchar, pero esto... esto era algo que ni siquiera habíamos planeado.

El bebé de Sofía, el que estaba por nacer, significaba algo más. No solo era un bebé, era la prueba de lo que estaba por venir, de lo que estábamos dispuestas a enfrentar. El mundo ya nos había arrojado algo grande, y tal vez, solo tal vez, eso nos daría la oportunidad de demostrarnos que podíamos salir adelante, incluso con la tormenta más violenta.

Pero ahora, la realidad de lo que estábamos enfrentando nos golpeaba. Y el miedo, la duda, el desconcierto se apoderaba de mí. La relación estaba en la cuerda floja, y este bebé era un recordatorio brutal de que nada iba a ser fácil.

Así que lo único que pude hacer fue mirar a Daniel, a las chicas, y decir lo que sentía en lo más profundo, aunque no tuviera una respuesta clara para ellos, ni para mí misma.

"Vamos a tener que luchar", murmuró, con la voz quebrada, aunque no lo quería aceptar. "Por todo. Por todo lo que construimos, por lo que queremos. No hay otra opción."

Porque aunque el mundo nos arrojara lo que fuera, todavía teníamos la oportunidad de enfrentarlo juntas, de pelear por lo que habíamos comenzado. Aunque fuera lo más difícil que habíamos hecho hasta ahora.

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