Capítulo 101 – Día de Descanso 15
El amanecer apenas iluminaba el campamento cuando Cody abrió los ojos. Mientras la mayoría seguía dormida, él ya estaba en pie, decidido a aprovechar el día de descanso para entrenar. El aire fresco de la mañana le golpeó el rostro al salir de la cabaña, y el silencio del bosque le dio una calma que pocas veces se encontraba en medio del caos del programa.
Se dirigió hacia un claro cercano, donde el suelo firme y el espacio abierto le permitían moverse con libertad. Comenzó con estiramientos, respirando profundo, dejando que cada músculo despertara poco a poco. Luego pasó a ejercicios más intensos: flexiones, abdominales, saltos, y finalmente una serie de carreras cortas para activar su resistencia.
El sudor pronto le cubrió la frente, pero Cody no se detuvo. Cada movimiento estaba cargado de determinación, como si entrenar fuera de su manera de liberar la tensión acumulada y mantener la mente enfocada. El sonido de sus zapatillas golpeando el suelo se mezclaba con el canto de los pájaros, creando un ritmo constante que lo motivaba a seguir.
Mientras el sol ascendía lentamente, Cody tomó un momento para beber agua y observar el lago a lo lejos. Sonrió con satisfacción: entrenar temprano le daba una ventaja, no solo física, sino también mental. Era su forma de demostrar que, incluso en los días de descanso, él no bajaba la guardia.
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El bosque se convirtió en un campo de pruebas. Cody no se limitó a una rutina básica: su entrenamiento fue diseñado para llevar el cuerpo al límite, como si cada movimiento fuera parte de un programa de resistencia y poder.
Comenzó con una activación explosiva . Se lanzó una serie de sprints cortos entre los árboles, acelerando al máximo durante veinte segundos y frenando en seco para cambiar de dirección. Cada repetición era más rápida, más precisa, hasta que el suelo parecía apenas tocar sus zapatillas. Luego, añadió saltos verticales contra troncos, impulsándose con tal fuerza que sus manos alcanzaban ramas altas antes de caer de nuevo al suelo.
Pasó a un bloque de fuerza bruta . Encontró un tronco caído y lo levantó como si fuera una barra improvisada. Lo cargó sobre los hombros y comenzó a hacer sentadillas profundas, manteniendo el equilibrio sobre el terreno irregular. Después, lo usábamos para hacer press por encima de la cabeza, repitiendo hasta que los brazos ardían. No se detuvo: apoyó el tronco en el suelo y lo empujó como si fuera un trineo, arrastrándolo varios metros, dejando marcas en la tierra.
El siguiente bloque fue de resistencia extrema . Cody se colgó de una rama gruesa y comenzó a hacer dominadas, primero con agarre normal, luego con agarre invertido, y finalmente con una sola mano, alternando lados. Cuando los brazos parecían no dar más, agregaron dominadas explosivas, impulsándose hasta que el pecho superaba la rama. Bajaba con control y volvía a subir, repitiendo sin descanso.
Después, se lanzó a un circuito de agilidad y combate físico . Usó piedras como obstáculos para practicar desplazamientos laterales, esquivando y girando con rapidez. Luego, simuló movimientos de ataque: puñetazos al aire, combinaciones rápidas de golpes y patadas contra un tronco, marcando ritmo y potencia. Cada impacto resonaba en el bosque, como un tambor de entrenamiento.
El bloque pliométrico era aún más exigente. Cody se colocó frente a una pendiente y comenzó a hacer saltos explosivos cuesta arriba, impulsándose con ambas piernas y aterrizando firme en cada nivel. Al llegar arriba, descendía corriendo y repetía el circuito. Luego, agregó burpees completos: saltaba, caía en plancha, hacía una flexión y volvía a impulsarse hacia arriba, repitiendo sin descanso.
Para trabajar la resistencia mental y física , Cody improvisó un recorrido de obstáculos. Trepó árboles usando solo la fuerza de brazos y piernas, se deslizó por troncos inclinados, y se arrastró bajo ramas bajas como si estuviera en un campo de entrenamiento militar. Cada movimiento era calculado, cada repetición más rápida que la anterior.
El entrenamiento continuó con un bloque de potencia de piernas . Cody realizó zancadas largas con piedras en cada mano, aumentando el peso y la dificultad. Luego, saltos en una sola pierna, alternando lados, hasta que el suelo parecía vibrar con cada impacto. Para cerrar, se colocó en posición de sentadilla isométrica contra un tronco, sosteniendo la postura durante minutos, sin moverse, como una prueba de resistencia absoluta.
Finalmente, cerró con un bloque de coordinación avanzada . Usó una cuerda improvisada para saltos rápidos, alternando patrones: dobles, cruzados, alternados. Luego, combinó movimientos: saltaba, giraba en el aire y aterrizaba en posición de combate, repitiendo con precisión.
El enfriamiento fue igual de disciplinado. Estiramientos prolongados, controlados, manteniendo cada postura hasta que los músculos se relajen. Se inclinó hacia adelante para estirar la espalda, extendiendo los brazos hacia arriba para abrir el torso, y mantuvo posiciones de equilibrio sobre una pierna, como cierre de la rutina.
El bosque quedó marcado por su entrenamiento: hojas removidas, troncos desplazados, ramas golpeadas. No era una simple práctica, era un programa de élite, diseñado para forjar fuerza, velocidad, agilidad y resistencia al máximo nivel.
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El sol apenas comenzaba a elevarse sobre el campamento cuando Cody terminó su entrenamiento en el bosque. El sudor le cubría la frente y la camiseta estaba empapada. Camino de regreso a la cabaña, tomó una toalla y se dirigió a las duchas. El agua fría cayó sobre él, arrastrando el cansancio y la tensión de los músculos. Se quedaron unos minutos bajo el chorro, dejando que la rutina matutina cerrara el ciclo de esfuerzo. Al terminar, secó rápido, se vistió con ropa limpia y salió rumbo a la cocina.
El olor del café recién hecho lo recibió antes de entrar. Dentro, el Chef Hatchet estaba sentado en la mesa, desayunando con la calma de quien domina el lugar. Frente a él, una taza de café humeante y un plato con una rosquilla. Sin levantar la vista, el Chef señaló con la barbilla hacia el asiento libre.
Cody se acercó, lo saludó con un gesto breve y se sentó. El Chef empujó la rosquilla hacia él, como si fuera una especie de bienvenida silenciosa. Cody la tomó, agradecido, y mordió un trozo mientras el Chef bebía de su taza.
El silencio duró unos segundos, hasta que el Chef habló con su voz grave y cortante:
"Vi las grabaciones del desafío de ayer."
Cody levantó la mirada, atento.
"Fue pesado. Las peleas fueron duras. Tu papel era moverte sin ser notado, pasar desapercibido. Pero no... decide hacerlo de frente".
Cody presionó la rosquilla entre los dedos, registrando cada momento del día anterior. Había sentido la presión, la tensión, y había reaccionado sin pensar en ocultarse.
"No podía quedarme quieto" respondió con risa
El Chef lo observó unos segundos, sin parpadear. Luego soltó una risa seca, casi burlona.
"Y por eso tienes mi respeto."
Cody se sorprendió por la palabra, pero antes de que pudiera responder, el Chef añadió con dureza:
"Pero también eres un niño estúpido".
La frase cayó como un golpe. Cody no se inmutó, aunque por dentro ardía. El Chef no lo decía para humillarlo, sino para dejar claro que había cruzado una línea.
El Chef apoyó la taza en la mesa y se inclinó hacia adelante.
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El sol iluminaba el lago con reflejos dorados, y el muelle permanecía tranquilo después de la travesura nocturna. La cama de Harold, que Duncan, Geoff y DJ habían arrastrado hasta allí la noche anterior, seguía instalada al final de la plataforma de madera, balanceándose apenas con el movimiento del agua.
Los demás comenzaron a levantarse en la cabaña, arrastrando los pies y saliendo al aire fresco. Entre bostezos y risas, alguien abrió la puerta y miró hacia el muelle. La sorpresa fue inmediata: Harold se movía lentamente en su cama improvisada, desperezándose después de una noche incómoda. Lo que nadie esperaba era ver despertar completamente desnudo, sin rastro de ropa alrededor.
El silencio duró apenas un segundo antes de que estallara la carcajada colectiva. Owen se dobló de la risa, Noah se cubrió la cara intentando contenerse, Gwen y Lindsay no pudieron dejar de reír, y hasta Duncan tocó la baranda del muelle con la mano, riendo a carcajadas. Geoff y DJ se miraban entre sí, incrédulos, antes de unirse al coro de risas.
Harold, rojo como un tomate, se incorporó de golpe y trató de cubrirse como pudo. Con voz nerviosa, se disculpó rápidamente:
"¡Lo siento, lo siento! Ya no voy a dejar mi ropa por ahí... lo prometo."
Las risas continuaron un rato más, resonando por todo el muelle y el lago. Harold, avergonzado, buscó con desesperación sus prendas mientras los demás seguían divirtiéndose con la escena.
La mañana quedó marcada por ese momento inesperado: un despertar en el muelle que nadie olvidaría y que se convirtió en una anécdota más del campamento, entre bromas y carcajadas interminables.
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El comedor del campamento estaba lleno de luz matinal. Cody ya estaba allí desde temprano, pues había estado ayudando al Chef en la cocina a preparar el desayuno. Había acomodado bandejas, servido jugo y platos colocados en las mesas. Cuando los demás entraron, él se levantó de la mesa donde estaba solo y se sentó junto a Noah, Gwen, Owen y Lindsay. Leshawna, en cambio, fue directamente al extremo opuesto de la mesa, lejos de Cody, con gesto serio.
El grupo comenzó a servirse comida: Owen atacó los panqueques, Noah mordía una manzana con calma, Gwen bebe café, y Lindsay se distraía mirando el techo. Cody, con un plato de huevos revueltos y pan, se acomodó en su lugar.
Fue Noah quien rompió el silencio, con su tono sarcástico habitual:
"Si pudieras ver una película animada ahora mismo, ¿cuál elegirían?"
Owen levantó la cabeza de inmediato, con la boca llena de panqueque, pero antes de que pudiera gritar su respuesta, Noah agregó:
"Yo elegiría *El Rey León*. Es perfecto para cualquier momento. Tiene música, drama, y además Scar es un villano increíble."
Cody disparando, dejando el tenedor sobre el plato. "Yo elegiría *El Planeta del Tesoro*. Es una joya olvidada. La animación es espectacular, la mezcla de estilos es única, y la historia... buena, es épica. Jim Hawkins es un protagonista que realmente evoluciona".
Gwen levantó la mirada de su café, arqueando una ceja. "Yo me quedo con *El Cadáver de la Novia*. Es oscura, poética, y tiene ese toque de Tim Burton que me encanta. No es solo animación, es arte."
Lindsay, que había estado mirando el techo, bajó la vista con entusiasmo. "¡Yo sé cuál! *Barbie Fairytopia*. Es mágica, tiene hadas, colores brillantes, y la protagonista es súper valiente. Además, me encanta cómo todo se ve tan bonito."
El grupo se estalló en risas. Noah casi se atraganta con la manzana, Owen golpeó la mesa con la mano, y Gwen soltó una carcajada sincera. Cody también rió, aunque trató de mantener la compostura.
"¿Barbie Hadatopía?" repitió Noah, incrédulo. "¿En serio, Lindsay? Estamos hablando de qué película veríamos ahora mismo, y tú eliges... eso."
Lindsay lo miró con inocencia. "¿Qué tiene de malo? Es animada, ¿no? Y me hace feliz. Eso cuenta."
Cody intervino, tratando de suavizar la burla. "Bueno, al final se trata de lo que cada uno quiere ver. *Barbie Fairytopia* puede no ser un clásico universal, pero si para Lindsay es especial, entonces tiene su valor".
Gwen asintió, aunque con una sonrisa divertida. "Supongo que tiene razón. Al final, las películas animadas son para todos, y cada quien conecta con algo distinto."
La conversación se volvió más animada. Owen insistía en que si pudiera ver *Shrek* sería lo mejor, porque "es imposible no reírse con Burro". Noah defendía con pasión *El Rey León*, citando escenas y canciones. Cody habló de la innovación visual de *El Planeta del Tesoro*, mencionando cómo mezclaba animación tradicional con CGI. Gwen destacó la estética gótica y la narrativa melancólica de *El Cadáver de la Novia*. Lindsay, por su parte, seguía defendiendo con entusiasmo la magia y la belleza de *Barbie Fairytopia*.
Mientras tanto, Leshawna permanecía en silencio al extremo de la mesa. Observaba la discusión con una mezcla de indiferencia y distancia. No participaba, no reía, y apenas probaba su desayuno. Cody la miró de reojo varias veces, consciente de la tensión, pero decidió no forzar nada.
La plática se expande durante casi una hora. Los chicos comparan escenas, personajes y canciones, imaginando cómo serían ver esas películas juntas en ese momento. Owen imitó a Burro de *Shrek*, provocando carcajadas. Noah recitó líneas de Scar con dramatismo exagerado. Gwen habló de la música de Danny Elfman en *El Cadáver de la Novia*, y Cody explicó cómo *El Planeta del Tesoro* había sido un fracaso comercial injusto, pero una obra maestra artística. Lindsay, sin perder la sonrisa, describió con detalle las hadas y los mundos mágicos de *Fairytopia*.
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Cody levantó la voz para cerrar el debate, con un tono más serio que antes:
"Bueno, chicos... hoy no habrá evento. No voy a organizar nada."
El grupo se quedó en silencio por un momento. La frase cayó como un balde de agua fría. Para ellos, se había vuelto costumbre que Cody, incluso en los días de descanso, inventara alguna dinámica, algún juego o actividad para mantenerlos entretenidos. Era parte de la rutina, casi un alivio frente al caos del campamento.
Owen bajó lentamente el tenedor, con gesto confundido. Noah arqueó una ceja, sin hacer comentarios. Gwen lo miró con atención, entendiendo lo que había detrás de esas palabras. Lindsay parpadeó varias veces, como si no terminara de procesar la idea. Y Leshawna, desde el extremo de la mesa, no dijo nada, pero su silencio fue más pesado que cualquier respuesta.
Cody se acomodó en la silla, sin intentar suavizar la noticia. El día anterior había sido demasiado duro: la pelea lo había dejado agotada, sin ganas de improvisar ni de cargar con la responsabilidad de animar a los demás. No estaba de humor, y lo dejaba claro.
Los chicos lo entendieron. Sabían que Cody necesitaba ese espacio, que después de lo que había pasado no podía simplemente actuar como si nada. Pero entenderlo no significaba que estuvieran felices. La decepción flotaba en el aire, como una sombra invisible.
Owen suspir y se recost en la silla. Noah mordió su manzana con más fuerza de lo normal. Gwen bajó la mirada hacia su café, pensativa. Lindsay intentó sonreír, pero la expresión se le desarmó rápido. Y Leshawna, aún distante, mantuvo la mirada fija en su plato.
El desayuno continuó, pero la energía cambió. Ya no había risas ni bromas, solo un silencio incómodo interrumpido por el ruido de los cubiertos contra los platos. El anuncio de Cody había marcado el tono del día: un descanso sin actividades, un día sin la chispa que solía poner él.
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El desayuno había terminado. Los chicos se levantaban lentamente de la mesa, recogiendo sus platos y saliendo hacia la puerta del comedor. La conversación sobre películas animadas había quedado atrás, y el ambiente estaba marcado por la noticia de que Cody no organizaría ninguna actividad ese día.
Cody caminaba detrás de Noah y Gwen, con la intención de salir también. Fue entonces cuando Heather, que se había mantenido en silencio durante casi toda la mañana, se adelantó y lo detuvo con un gesto rápido.
"Cody, espera un segundo".
Él se detuvo, sorprendido. Heather rara vez buscaba hablar con él directamente, y menos en un tono que no fuera sarcástico. La chica cruzó los brazos, incómoda, como si no supiera muy bien cómo empezar.
"Quiero… agradecerte por lo que hiciste ayer", dijo finalmente, bajando un poco la voz. "Interveniste y me ayudaste".
Cody la miró con calma, sin interrumpir. Heather evitaba su mirada, como si admitirlo le costara demasiado.
"Pero no lo volveré a repetir", añadió enseguida, con firmeza. "No esperes que vuelva a pasar. No soy de las que se apoyan en otros."
La incomodidad flotaba en el aire. Heather hablaba rápido, como si quisiera terminar la conversación antes de que alguien más los escuchara. Cody, en cambio, soltó una pequeña risa, relajando la tensión.
"Está bien", respondió con una sonrisa tranquila.
Heather lo miró un instante, sorprendida por la simpleza de su respuesta. Luego giró sobre sus talones y salió del comedor, dejando a Cody detrás. Él se quedó unos segundos en la puerta, todavía sonriendo, antes de seguir a los demás hacia el exterior.
La charla había sido breve, incómoda, pero significativa. Heather rara vez agradecía nada, y aunque lo había hecho con reservas, Cody entendió que, de su manera complicada, había reconocido su gesto.
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