Capítulo 8: Advertencias en la Oscuridad
El amanecer trajo consigo un suceso inesperado en Velkan. En el camino que llevaba a Cresthaven y Redmire, varios autos voladores y drones fueron encontrados derribados. Pero lo más inquietante era el mensaje que alguien había dejado utilizando los propios drones, colocándolos en el suelo para formar una palabra clara y desafiante: "VÁYANSE DE VELKAN".
El alcalde, alarmado por lo ocurrido, reunió a las pocas autoridades que aún quedaban bajo su mando.
—¿Alguien tiene una explicación para esto? —preguntó con el ceño fruncido.
Los oficiales se miraron entre sí sin saber qué responder.
—Señor, no hemos recibido reportes de actividad sospechosa durante la noche —respondió uno de los policías—. Las cámaras de seguridad no captaron nada. Todo pasó demasiado rápido.
Mientras tanto, los ciudadanos murmuraban preocupados. ¿Quién se había atrevido a desafiar a Cresthaven y Redmire? Y más importante aún… ¿cómo lo habían hecho sin ser detectados?
La noticia llegó rápidamente a Cresthaven y Redmire. Sus líderes, enfurecidos por el ataque, enviaron a uno de sus mejores hombres para investigar lo sucedido.
Por otro lado, Carlos, Moisés, David, Sofía y Lillian despertaron sintiéndose aún más llenos de energía que el día anterior. Aunque les intrigaba el ataque a los drones, su prioridad seguía siendo la misma: encontrar a Ryan.
—Lo de los drones es raro, pero no podemos distraernos —dijo Moisés mientras se ponía su chaqueta—. Tenemos que enfocarnos en lo que importa.
—Sí, pero si alguien está enfrentándose a Cresthaven y Redmire… ¿y si nos puede ayudar? —preguntó Sofía.
—O peor… ¿y si nos meten a nosotros en problemas? —dijo Carlos cruzado de brazos—. No tenemos tiempo para responder preguntas.
Decidieron que investigarían, pero sin desviarse de su verdadero objetivo. Sabían que el bosque ahora estaba fuertemente vigilado, así que tendrían que encontrar otra forma de acercarse al laboratorio sin ser detectados.
Mientras tanto, los padres de Ryan continuaban en su desesperada búsqueda. Fueron nuevamente a la policía en busca de respuestas, pero solo recibieron negativas y miradas esquivas.
—Ya les dijimos, no tenemos información sobre su hijo —repitió el oficial de turno.
Hartos de la falta de respuestas, decidieron no contestar la insistente llamada del doctor que, supuestamente, debía haber operado a Ryan. Algo no les cuadraba.
Por la tarde, el alcalde recibió al investigador enviado por Cresthaven y Redmire.
—Señor alcalde —dijo el hombre con voz firme—, mi equipo y yo revisaremos todo lo ocurrido. Pero quiero que quede claro: si estos ataques se repiten, Cresthaven y Redmire impondrán restricciones más severas en Velkan. No podemos permitir este tipo de sabotajes.
El alcalde asintió con resignación. Sabía que no tenía poder para negociar. Velkan ya no le pertenecía.
Mientras tanto, en el laboratorio, Karla, Clarence y Steven finalmente lograban ponerse de pie, aunque aún tenían muchas dudas. Los doctores y científicos a su alrededor intentaban ganarse su confianza.
—Ustedes son especiales —les dijo uno de los doctores con una sonrisa calmada—. Solo queremos entender mejor cómo ha afectado la radiación a sus cuerpos.
—¿Y cómo sabemos que no nos van a hacer daño? —preguntó Steven con desconfianza.
—No queremos hacerles daño —insistió el doctor—. Solo necesitamos información… y para eso, necesitamos que confíen en nosotros.
Los tres chicos se miraron entre sí. Nadie dijo nada, pero en el fondo, cada uno sabía que estaban atrapados en algo mucho más grande de lo que imaginaban.
Cuando la noche cayó, Carlos, Moisés, Sofía, David y Lillian se acostaron con un solo pensamiento en mente: mañana sería el día en que irían al laboratorio. No importaba el peligro, debían encontrar a Ryan.
Sin que nadie lo notara, más drones comenzaron a llegar en silencio, esparciéndose por la ciudad. Esta vez, su misión era diferente: averiguar quién había sido el responsable del ataque.
La noche avanzó, oscura y tensa. Velkan ya no era la misma… y pronto, nada volvería a serlo.
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