El continente de Pangea es un vasto mundo compuesto por seis grandes reinos, cada uno con su propio poder, cultura y raza dominante.
Al norte se alza el Reino de Hamer, hogar de los Draconianos. Su poderío militar y dominio del cielo los convierten en la principal fuerza política del continente.
Al noreste se extiende el Reino de Ehurō, morada de los orcos, guerreros de fuerza descomunal. Son conocidos por su habilidad en la construcción y el combate cuerpo a cuerpo.
Al suroeste yace el Reino de Oceum, patria de los Orakyns, seres capaces de percibir el flujo del tiempo y manipularlo a su favor.
Al sureste se encuentra el Reino de Lhat, habitado por humanos y elfos. Es una tierra cubierta de bosques y ciudades donde ambas razas conviven en armonía. En sus dominios se erige la Academia Lhat Arcanum, la institución mágica más prestigiosa del continente, motivo por el cual miembros de todas las razas convergen en este reino en busca de un lugar en la academia, con la esperanza de aprender a dominar sus dones, sus almas y las artes mágicas.
Al oeste se halla el Reino de Ahsiā, hogar de los enanos. Maestros en la forja y el desarrollo tecnológico, sus tierras montañosas rebosan de minerales y recursos.
Y en el corazón del continente, extendiéndose hacia todos los puntos cardinales, se encuentra el Reino de Afhriur: morada de los semihumanos y sede de la Iglesia Central. Este reino custodia el Bosque Maldito, una vasta región donde habitan las criaturas más peligrosas, pero también los recursos más valiosos de Pangea
Los habitantes de Afhriur conviven con representantes de todos los reinos, pues dentro de sus fronteras se levanta la Academia de Cazadores, donde individuos de cada raza se entrenan para adentrarse en el bosque. Buscan minerales, recursos, núcleos mágicos —energías cristalizadas que las entidades liberan al morir— y reliquias demoníacas de gran poder.
Estos son los seis reinos del continente y las siete razas que los habitan.
Aunque la paz entre ellos se ha mantenido por generaciones, las disputas territoriales y políticas siguen latentes bajo la superficie. Hasta ahora, el equilibrio persiste… pero nadie puede asegurar cuánto tiempo más durará.
