Solo corrió hasta que sus piernas lo traicionaron. Sintió cómo su cuerpo caía contra el suelo. Estaba destrozado; no sabía cuánto tiempo estuvo corriendo. Lo único que tenía puesto estaba completamente sucio y lleno de barro, como si la vida reflejara cómo se sentía él mismo. La lluvia caía, marcando la caída de la aldea de los Guerreros donde había vivido.
Ya no era un niño; era un reencarnado, pero su cuerpo aún seguía temblando ante los ojos de ese demonio, que lo miraba como si fuera cualquier basura que podría pisar si se le daba la gana. Eso lo enojaba: ¿cómo podía ser tan débil?
No pudo llorar; solo sentía miedo. Tenía miedo del demonio y creía que su vida era difícil. Pero al menos tenía un techo y comida, aunque era golpeado frecuentemente y agredido verbalmente. Era mejor que estar en medio de la nada sin saber hacia qué dirección ir.
No estaba triste por la aldea; era bastante egoísta. Solo estaba triste por su hermano, quien había sido la única persona que lo trató con un poco de amabilidad. Pero su instinto le falló; no sabía cuándo había empezado a escapar como un cobarde.
Esto lo marcaría de por vida. Necesitaba ser más fuerte; no quería ser débil para siempre. Solo necesitaba encontrar un lugar y ver cómo sobrevivir. Aunque era un niño, tenía algo más de fortaleza que la gente común.
El problema era encontrarse con monstruos en el camino; eran bastante comunes. Siempre había bestias de Mana de toda clase. Lo había estudiado: aunque eran un pueblo guerrero, tenían archivos sobre la mayoría de las bestias salvajes que podían encontrarse en el camino.
Estuvo vagando unos días. Si no estaba mal, había vagado durante tres días, alimentándose con bayas y plantas silvestres que encontraba y que parecían no ser venenosas. Solo necesitaba encontrar algún asentamiento humano.
Se encontró con varias alimañas que intentaron devorarlo.
Había monstruos parecidos a perros, de color blanco; eran robustos, aunque algunos eran delgados, con una cola peluda. Sus patas delanteras se parecían a las de un ser humano en lugar de las de un perro.
Pudo leer los archivos y, para su mala suerte, se trataba de un Monstruo Lobo. No era fuerte en general, pero su característica era que iban en manada. No pudo estar más tiempo vagando; estaba tomando un descanso cuando una manada de monstruos comenzó a perseguirlo tratando de devorarlo.
Sentía cómo su corazón estaba por explotar ante la conmoción: tantas bestias persiguiéndolo mientras él pensaba en darse por vencido.
No estaba bien alimentado. Su cuerpo adolorido tenía un arma, pero su magia no era efectiva. Necesitaba quedarse quieto un segundo para ejecutar un hechizo y eso significaría su muerte. Si se detenía, estaba muerto.
Mirando hacia adelante, tropezó con una piedra; su suerte solo empeoró. Era una situación desesperante.
Solo bastaban algunos segundos para que lo devoraran y eso fue suficiente para él: usando el único hechizo básico que había aprendido —ya que era uno de los más simples— lo lanzó: [Zoltraak].
Había atravesado la cabeza de la primera bestia que lo perseguía; tenía un parecido extremo con los lobos o perros.
Al matarlo, su sangre lo salpicó y fue como si hubiera sido algo del destino; él lo sintió.
[¡Timbre!]
[Felicitaciones por viajar a Sousou no Frieren; recibiste magia Yin como recompensa inicial.] [Shamak]. Es una magia que crea una cortina de humo que envuelve al objetivo y le otorga varias magias negativas.
Fue algo instintivo; sabía cómo usar esta magia como si el conocimiento se incrustara en su cabeza. Pero al intentar hacer que la magia saliera de él sintió un fuerte dolor en su brazo derecho: los colmillos del lobo estaban clavados en él y la sangre brotaba a borbotones mientras sentía un dolor insoportable.
Mordiéndose la lengua, solo pudo soportarlo mientras decía [Shamak].
Había sido arrojado al suelo por ese segundo de distracción mientras la bestia mordía su brazo desesperadamente.
Sentía dolor; al lanzar la magia sin concentrarse, su mano ya estaba dañada por usar Zoltraak. En esa situación desesperada no contaba con un bastón mágico que ayudara a mitigar la fatiga y hacía más fáciles sus hechizos.
Pero no le importaba; tenía que sobrevivir. Al lanzar [Shamak], el lobo finalmente lo liberó y sintió cómo sus colmillos se desprendían de su brazo cubierto de sangre y marcas dentales.
Pudo ver la intensa cortina de humo negro que los envolvía a su alrededor, observando cómo la bestia se retorcía y parecía perdida y entorpecida.
Dolía mucho; se desangraría a este ritmo con su mano libre aunque tuviera una espada de madera: serviría con un tajo lateral para romperle el cráneo al estar inmovilizado y aturdido por el Shamak.
Era una magia que servía para bestias que no eran lo suficientemente inteligentes: "Shamak", obstruyendo de esta manera la visión del oponente, así como bloqueando los sonidos y ralentizando sus movimientos. Para ello, se libera una ráfaga gigante de humo a su alrededor, que durará solo unos pocos segundos.
Había matado a otra Bestia Mágica. Podía sentir cómo su visión se estaba nublando, pero no podía caer; si caía, moriría. La Manada de bestias que había dejado atrás por fin lo estaba alcanzando.
Solo se paró imponente. Con la mano extendida, esperaba un movimiento en falso, mientras sus ojos solo desprendían sed de sangre. Estaba listo para lanzar Shamak y matarlos a todos. Ya no sería más débil; fue débil, y sigue siéndolo, pero esto cambiaría. Necesitaba cambiarlo.
Ahora sabía que tenía una trampa y que por su propio esfuerzo se haría más fuerte.
Fue una batalla dura; su cuerpo tendría unas lindas cicatrices. Él había sido entrenado para ser un guerrero, aprovechando las aperturas que les dejaban las bestias sin razón.
Mientras una lo mordía, aprovechó y le destrozó el cráneo. Estuvo haciendo esto para matarlas; a todas. Su cuerpo tenía muchas marcas de mordidas y arañazos; lamentablemente, no sabía primeros auxilios.
Para no morir desangrado, tuvo que cauterizar las heridas con un poco de magia de fuego básica: apenas era una pequeña llama que lograba iluminar un poco la noche. Pero servía; fue un dolor que nunca olvidaría. Cauterizar estas heridas le dejaría unas cicatrices de por vida.
Pero no importaba; en un río cercano descansó y logró lavar su ropa, que estaba hecha jirones, pero era mejor que ir desnudo en medio del bosque.
Lo único bueno era que no se sentía tan miserable. Conocía una magia completa en su totalidad: Shamak, una magia de tipo oscuridad que había obtenido de este sistema, el cual se tardó demasiado en aparecer.
Logró aprender incluso sus variantes, pero en un tiempo podría dominarlas por completo ya que sus reservas mágicas no serían capaces de lanzar un solo hechizo de sus variantes antes de caer desmayado.
Con esta magia en su arsenal, fue mucho más fácil cazar a las bestias; por fin podía devorar una buena comida.
Era carne de lobo normal, ya que las bestias mágicas al morir desaparecían en polvo, a menos que dejaran alguna clase de material; por lo tanto, era algo raro que pasara eso.
Por eso supuso que se vendían tan caro; las cosas de la aldea de guerreros camino por unos días hasta que escuchó ruidos de batalla.
Podía ver el viento sobrevolando por los fuertes ataques; arrancó algunos árboles de sus raíces. Aunque no era seguro, quería ver quién era capaz de lograr esta clase de destrucción. Solo por una batalla estaba mejor preparado: su ropa hecha jirones arregladas lo mejor que podía; su aspecto algo mejor arreglado pero aún parecía un vagabundo. Solo pediría indicaciones si no lo mataban con un ataque solo por intervenir, aunque tenía [Shamak] y [Zoltraak] para poder defenderse aunque sea algo.
Al llegar fue sorprendente: un enano con una gran barba que llegaba casi al suelo y con alguna clase de armadura de guerrero mientras llevaba una capa más grande que su estatura estaba parado encima de un gran dragón. No parecía herido ni nada; fue como en una historia de héroes.
Pudo sentir su mirada; esa mirada fue lo que cambiaría su vida sin que él lo supiera.
Al bajar del dragón, pudo ver cómo desaparecía en restos mientras dejaba algunos materiales llevados por el viento.
"Hey niño, no debería un infante estar en esta parte profunda del bosque. ¿Necesitas ayuda? ¿Cómo llegaste hasta aquí solo?"
—Mi nombre es Stark —dijo—. Reconocería a este enano sin dudarlo: Eisen sería mi maestro y me entrenaría para poder ser alguien fuerte.
"¡¿Qué pasó, de dónde vienes, niño?!" "¿Dónde están tus padres o algún familiar?" Su voz era tranquila y relajada.
Mientras caminaba, lo hacía con un paso lento y sus ojos recorrían al niño.
Se detuvo a unos metros de él, mientras sus ojos serios lo observaban de arriba a abajo.
Cuando su voz salió con un tono serio y a la vez melancólico, dijo:
-Tú eres un cobarde y débil -dijo Eisen. Esos ojos son de alguien que huyó dejando su vida atrás; por ser un cobarde, los reconocerían en cualquier lugar.
De un momento a otro, cubriéndose con su hacha mientras desviaba el hechizo con suma facilidad, pudo ver cómo Stark había lanzado Zoltraak.
Eisen estaba sorprendido. Que un niño pudiera usar magia a tan temprana edad y lanzar un hechizo sin caer desmayado era inusual; esto era algo bastante inesperado.
Sin dudarlo, pensaba en probar al niño. Podía ver que su potencial era enorme. Como guerrero y enano que había vivido por varios años, sus ojos habían visto innumerables talentos. Algunos perecen o se vuelven héroes; estaba seguro de que este niño lograría ser bastante fuerte. Sin dudarlo, esa mirada férrea en sus ojos al seguir lanzando hechizos era la que quería ver. Con un simple paso estaba a su lado; quería noquearlo para poder hablar.
Pero era como si sus instintos se hubieran movido en el último segundo, salvándose de su agarre. Esto era sorprendente. Aunque no estaba yendo en serio, sus instintos estaban tan alertas que sin duda este niño sería un gran guerrero.
Su sorpresa no terminó ahí; no bastó verlo lanzar un hechizo sin báculo y no sufrir un gran daño. Lanzó otro hechizo que nunca había visto.
Había visto incontables hechizos a lo largo de su vida: los más poderosos, algunos que lo dejaron al borde de la muerte, otros que le hicieron sentir el verdadero terror o algunos tan raros o simples que solo lo hacían reír por lo estúpidos que eran.
Pero esta magia fue extraña. Lo habían cegado; sus sentidos estaban embotados y sentía cómo se volvía más lento; era extraño.
El humo que lo envolvía era tan atrapante y abrumador; había una gran cantidad de humo.
Aunque esto pondría en aprietos a algunos magos novatos e incluso a algunos experimentados, ya que necesitan todos sus sentidos y sin uno de ellos se sentirían extremadamente vulnerables.
Él no había sido el guerrero del gran grupo de héroes por nada; fue uno de los que derrotaron al gran Rey Demonio.
No necesitaba sus sentidos ni nada; su cuerpo estaba entrenado y en tanta armonía que no tendría ningún problema en pelear en este estado. Decidió acabar con esto de un simple golpe; sabiendo dónde estaba el niño, lo iba a noquear.
Podía sentir una gran concentración de magia; no necesitaba verlo para saber la cantidad que estaba poniendo. Sería peligroso si continuaba.
Con una de sus manos lo tomó de la ropa mientras golpeaba su nuca. Podía sentir cómo la magia dejaba de hacer efecto al tenerlo noqueado.
Lo entrenaría; este niño podría ser uno de los más fuertes del mundo: un guerrero que usa magia. Nunca se había visto algo igual; lo más parecido era el héroe del Sur, pero no tenía ningún parecido con Stark.
Este niño, a pesar de ser un cobarde y temblar como loco al enfrentarse a él, luchó hasta caer; sería un buen discípulo.
Todo fue en cuestión de segundos. Sabía que era un cobarde por huir y aún no podía aceptar su debilidad, pero era necesario que se lo recalcaran: alguien que acababa de conocer. Aunque fue algo impulsivo, necesitaba hacer algo.
Todo el tiempo estuvo tratando de sobrevivir y llegar a algún lado. Y lo primero que le dicen al conocer a alguien... Todo el tiempo evitó pensar en ello ya que necesitaba salir del bosque, pero aún se resentía por el hecho de haber huido.
Pero fue una mala idea; en un parpadeo estaba encima suyo. Solo lo esquivó por suerte y usó Shamak, que sería la única otra magia que conocía.
[¡Ting!].
[Felicidades, por conocer a Eisen el Guerrero Enano] [Obtienes [Flecha de Fuego]. Es una magia de fuego que puede ser bastante destructiva en las manos adecuadas.]
Mientras se concentraba para usarla acumulando todo el mana posible en su cuerpo...
Pero no sirvió de nada; estaba un segundo delante suyo.
Ni siquiera [Shamak] pudo pararlo; solo podía sentir la oscuridad envolviéndolo y un pequeño dolor en su nuca mientras su cuerpo era tomado por una mano mientras lo llevaban a algún lugar.
Por primera vez en días pudo descansar sin contratiempos al dormir en el bosque; tenía que estar atento a que ninguna bestia mágica lo atacara ni lo comiera por bajar la guardia. Podía sentir cómo algunas de sus heridas, ya cauterizadas, estaban envueltas en vendas.
Su cuerpo se sentía relajado, pero aún agotado y adolorido; sus ojos, pesados y doloridos por no haber dormido bien en días, mientras se sentaba en la cama.
Al sentir la cama tan suave en la que estaba, miró a su alrededor: era como una especie de cueva pero amueblada. Había una pequeña cocina y una mesa mientras algunas habitaciones se encontraban a los lados.