La noche posterior al evento fue un huracán digital. Mientras la ciudad dormía, los videos de la presentación explotaban en redes sociales. Marin, por supuesto, estaba despierta a las tres de la mañana, alimentando el fuego con hashtags como #IshihoriwaRecords, #KenjiEnEscena, y el más polémico: #KenjiXLaMusa.
Kenji se despertó con el móvil vibrando sin parar. Más de cien notificaciones, mensajes de desconocidos, solicitudes de seguimiento, y… un trending en la prefectura. Sus ojos se abrieron como platos al leer el primer comentario fijado en un video:
"Kenji Hori… ¿nuevo ídolo estudiantil o la próxima estrella underground?"
Se dejó caer sobre la almohada, pasando la mano por el rostro. No era que le molestara la atención, pero el ritmo era tan abrumador que sentía que su vida acababa de dar un giro que no podía controlar.
Una llamada entrante lo sacó de sus pensamientos: Marin, obvio.
—¡¡¡KENJIIII!!! —gritó, antes de que él pudiera saludar—. ¿Estás viendo los números? ¡Estamos rompiendo internet, cariño!
Kenji cerró los ojos, contando hasta tres.
—Marin, ¿dormiste?
—¡Dormir es para los mediocres! —respondió ella, con un tono tan serio que Kenji no supo si reír o preocuparse—. ¡Mira esto! ¡Ya tenemos invitación para una entrevista en un canal local!
Kenji se incorporó de golpe.
—¿Qué? ¡No somos una banda profesional todavía!
—Exacto, por eso es el momento perfecto para explotar la curiosidad del público. ¡Escucha, Kenji, la fama es como un ramen instantáneo: si no lo comes a tiempo, se enfría y sabe horrible!
Kenji se llevó la mano a la frente. Marin hablaba en metáforas absurdas, pero tenía razón en algo: esto ya no era un juego.
En la escuela, la situación no era mejor. Al entrar al salón, sintió las miradas clavadas en él. Algunos lo saludaban con admiración exagerada, otros le pedían fotos, y unos cuantos lo bombardeaban con preguntas sobre "si la musa era Sakura".
Sakura, por su parte, trataba de mantener la calma, pero el leve rubor en sus mejillas la delataba. Cada vez que alguien mencionaba el rumor, bajaba la mirada y fingía buscar algo en su carpeta. Kenji la observó desde su pupitre, sintiendo una punzada de culpa.
"Esto se está saliendo de control…", pensó, apretando los labios.
Sawada entró unos minutos después, y la tensión cambió de temperatura. A diferencia de Sakura, ella no mostraba incomodidad… pero el brillo frío en sus ojos era imposible de ignorar. Pasó junto a Kenji sin decir una palabra, lo que le pesó más que cualquier comentario sarcástico.
Durante el almuerzo, Marin apareció con una carpeta llena de ideas de marketing.
—¡Chicos! ¡Hay que capitalizar el hype antes de que muera! ¡Sesión de fotos estética, entrevistas simuladas para TikTok y… atención dramática… ¡un reto viral con coreografía incluida!
—¡Ni lo sueñes! —exclamaron Kenji y Sawada al mismo tiempo, provocando que Marin sonriera como una villana satisfecha.
—Awww, ¿ya están sincronizados? ¡El ship es real! —bromeó, sacando su cámara para inmortalizar el momento.
Sawada le quitó el móvil de un manotazo.
—Borra eso antes de que lo tire por la ventana.
Kenji rió suavemente, aunque en el fondo estaba pensando en algo muy distinto: ¿hasta dónde estaba dispuesto a llegar con todo esto?
Esa noche, mientras todos dormían, Kenji salió a la azotea de su casa. El viento era frío, y las luces de la ciudad titilaban como estrellas en la distancia. Sacó su guitarra y comenzó a tocar acordes suaves, dejando que las notas llenaran el silencio.
Entonces, sin previo aviso, un recuerdo se filtró en su mente como un susurro.
—"¿Qué deseas, alma errante?"
La voz. Esa voz.
Kenji cerró los ojos, y de pronto, el mundo a su alrededor desapareció. Blanco infinito. Silencio absoluto. Y frente a él, la misma figura luminosa que lo había recibido antes de reencarnar.
—"¿Lo recuerdas ahora?"*
Kenji asintió lentamente.
—Sí… Me diste esta oportunidad. Dijiste que podía ser… perfecto.
—Te di el lienzo, Kenji Hori. Pero la pintura depende de ti. ¿Qué significa ser perfecto para ti?"
Kenji guardó silencio. Antes, habría respondido con algo arrogante: ser el mejor, dominar todo, nunca fallar. Pero ahora… después de todo lo vivido, sabía que la respuesta había cambiado.
—Significa… no perder lo que importa. Mi familia. Mis amigos. Ellos. Y la música… la música que nos une.
La luz pareció sonreír, aunque no tenía rostro.
—Entonces pinta con cuidado, muchacho. Porque incluso los colores más brillantes pueden desvanecerse si olvidas por qué empezaste."
El blanco se quebró, y Kenji volvió a la azotea con el sonido del viento y el eco de las palabras resonando en su mente.
"No voy a olvidar. Lo prometo."
Al día siguiente, la calma se hizo añicos con una notificación que encendió todos los móviles del instituto. Un video publicado por Ryo Asakura en su cuenta oficial. El título:
"Para Kenji Hori y sus fans: ¿listos para un duelo real?"
En el video, Ryo sonreía con esa arrogancia que lo caracterizaba.
—"Anoche vimos lo que puedes hacer, Hori. No está mal para un novato viral… pero si quieres demostrar que no eres solo humo, te reto a un enfrentamiento en el próximo Battle of Bands del distrito. Gana… si puedes."*
Los comentarios eran una tormenta: "¡Esto será épico!", "#TeamKenji vs #TeamRyo", "¡Que empiece la guerra musical!".
Marin llegó corriendo al salón, agitando el móvil como si fuera una antorcha olímpica.
—¡¡¡KENJI!!! ¡Es oficial, tienes rivalidad pública! ¡ESTO ES ORO PURO PARA EL ALGORITMO!
Kenji la miró, serio.
—Marin… esto no es un juego.
Ella sonrió, bajando la voz apenas un tono.
—Lo sé. Por eso… vamos a ganar.
Kenji miró a Sakura, que lo observaba con preocupación, y luego a Sawada, cuya expresión era más difícil de leer que nunca. Y en ese momento, tomó una decisión:
"No voy a dejar que nos derriben. No mientras yo esté aquí."
Apretó los puños y miró a su banda.
—Preparen todo. Vamos a aceptar ese reto. Y vamos a hacerlo mejor que nunca.
Sawada arqueó una ceja, sonriendo con un filo que mezclaba burla y emoción.
—Espero que no solo hables bonito, Hori.
Kenji sonrió, con el corazón ardiendo.
—Lo demostraré… en el escenario.