Cherreads

Chapter 4 - Capitulo 4: Un arma, por favor… ¿no tienen una espada láser?”

Salir del cuarto del Anciano fue como salir de un examen oral en la universidad... si la universidad estuviera en ruinas, oliera a sudor mutante y los profesores cargarían rifles oxidados.

Rick caminaba por los pasillos desvencijados de la Arca con una sonrisa tensa y un sudor frío bajándole por la nuca. Lo había logrado. Convencí al jefe. Al jefe. Al viejito con más poder en este lugar podrido. Claro, había necesitado desplegar todo su carisma, lo que en la práctica fue mucho hablar, mucho asentir y hasta un par de chistes malos. Pero funcionó.

"Pensé que este tipo me mandaría al reciclaje apenas viera que no tenía cola ni escamas", murmuró Rick para sí, sin levantar la voz. "Pero mira tú… el humanoito se quedó. Puntos de carisma +1."

Una pequeña ventana flotante apareció frente a él de nuevo, transparente pero nítida, justo como las interfaces de los juegos de PC.

LOGRO DESBLOQUEADO: "Besa Culos" Convenciste a una autoridad superior sin tener armas, historial ni sentido común. Recompensa: +5% a carisma con figuras de poder.(Nota: el nombre del logro no es negociable)

—Muy gracioso… —bufó Rick, haciendo desaparecer la ventana con un manotazo a la nada.

La sensación de interactuar con esos HUD flotantes seguía siendo surrealista. No eran del todo visuales. Más bien se sentían flotando, como una idea tangible proyectada directamente en su córtex. Podía moverlas con un gesto de la mano o solo pensar en minimizarla. Tecnología de juego… en la vida real. ¿Vida? ¿Real?

Sus pasos resonaban sobre el metal frío de los corredores, y la Arca olía a humedad vieja y esperanza barata. Pasaban mutantes a su lado. Algunos lo miraban de reojo, con esa mezcla de desconfianza y curiosidad. Afortunadamente, ni Dux ni Bormin lo acompañaron en ese momento. Los habían enviado a alguna misión menor. O tal vez los estaban vigilando por permitir que un humano "puro" entrara sin cadenas.

Rick dejó escapar un suspiro mientras observaba sus propias manos. Las movieron, cerraron los puños, luego los abrieron otra vez. Las venas le brillaban un poco con un tono azulado, casi imperceptible a la luz tenue del lugar.

—Vale… es buen momento para la pregunta fundamental —se detuvo junto a una columna carcomida por la herrumbre—: ¿Qué demonios me pasa?

Se recargó y cerró los ojos. Activó la interfaz mental.

Diablos.. si funciono, pense que no.

MENÚ DE ESTADO [BETA]

Nombre: Rick Zaeri

Raza: Humano (Anómalo)

Nivel: 1

Estamina: 100/100

Resiliencia física: 87%

Glitch acumulado: 3.2% (¡Atención!)

Talentos activos: — Doble salto (limitado a terreno firme)—

Impulso de resistencia (costo: 33%)

— Sueño Restaurador (efectivo solo si duermes 8h seguidas)— Proyecto balístico básico (arrojadizos improvisados)

...¿"glitch acumulado"? ¿Por qué suena a que si sube a 100 me convierto en una especie de jefe final?

Rick movió el dedo índice frente a la proyección y un tool-tip se desplegó:

Glitch acumulado : medida del desajuste entre tu código existencial y la lógica del mundo anfitrión. Aumenta con el uso indebido de habilidades, muertes o interacción con elementos fuera del guión.

-Genial. Literalmente soy un bicho con patas.

Volví a cerrar la interfaz y comencé a caminar otra vez. Su paso era constante, aunque notaba un cosquilleo extraño en los tobillos. Como si su cuerpo estuviera amortiguado de más. Hizo una prueba: corrió cinco pasos y saltó, intentando activar el doble salto.

La segunda patada en el aire funcionó , pero fue más leve que antes. Aterrizó mal y tuvo que agacharse para no caer de bruces.

—Nota mental: doble salto + suelo metálico = tobillo comprometido. Controlar. Nada de parkour en interiores.

Mientras se sobaba el pie derecho, notó que su barra de resistencia bajó un poco. Al parecer, esos movimientos gastaban recursos incluso fuera del combate.

"Entonces... no puedo abusar. Pero tampoco soy completamente normal. Estoy como... equilibrado por un diseñador molesto".

Se reincorporó y, mientras cojeaba ligeramente, abrió otra interfaz: "Inventario personal"

Vacío, salvo por una línea que decía:

Objeto equipable pendiente: 'Kit básico de stalker' – recoger en armería.

—Agh, por fin —gruñó Rick, retomando el paso—. Hora de que me den mi palito con clavos y una navaja oxidada. ¿No podrían darme, no sé, una Omniblade, un rifle de plasma, una espada de luz? ¡No! ¡Bienvenido a Zombieland versión roedora parlante! ¡Felicidades, Rick, te ganaste la regla cósmica y aterrizaste en el universo con menos presupuesto del catálogo!

Se detuvo frente a una puerta pesada que decía "ARQUÉ" —las letras medio borradas por los años— y suspiró antes de empujarla. La armería lo esperaba.

Y lo peor es que estaba casi seguro de que su "arma inicial" tendría nombre... y sería insultante.

**

La puerta de la armería se abrió con un gemido mecánico, como si el metal en sí estuviera harto de existir.

El lugar era una mezcla entre almacén militar y taller improvisado. Paredes cubiertas con soportes oxidados, estantes con piezas de armas viejas, munición contada en cajas de cartón blando, y un olor penetrante a grasa, pólvora… y sudor. Al fondo, iluminado por una lámpara que chispeaba a intervalos irregulares, un mutante de espalda ancha martillaba algo que parecía más una cafetera desarmada que un rifle.

—¿Eres el nuevo? —gruñó sin girarse, con una voz que sonaba como papel de lija húmeda.

Rick se detuvo, un poco incómodo.

—Depende. Si por "nuevo" te refieres al humano sin poderes, sin arma y con cero idea de cómo funciona su cuerpo, sí, ese mismo.

El mutante gruñó una risa breve, sin humor. Se giró. Tenía un rostro surcado por cicatrices y una mandíbula prominente, reforzada con una abrazadera metálica. Un ojo biológico y otro biónico que emitía un tenue parpadeo rojo. Llevaba un delantal de cuero manchado y unas botas que probablemente habían caminado sobre más cadáveres que baldosas.

—Nombre. —dijo, directo.

-Almiar. Rick Zaeri. Con "Z" de… "zona de guerra".

—... —el mutante no reaccionó. Tecleó algo en un terminal que parecía tener más parches que circuitos funcionales—. Listo. Eres stalker clase 3. Un desperdicio de recursos, pero órdenes son órdenes. Bienvenido.

Rick no respondió. Solo se acercó al mostrador oxidado, mientras el tipo extraía un conjunto de cosas de una caja de plástico. Cada objeto caía con un golpe seco que sonaba más a insulto que a entrega.

—Aquí está tu "kit básico".

Rick observó el contenido. Su rostro pasó por varias etapas de duelo.

Una chaqueta reforzada con placas de cuero y tela sintética , visiblemente usada. Una mancha sospechosa en el hombro izquierdo.

Una pistola oxidada de modelo pre-Zona , con un solo cargador a medio llenar.

Una linterna de cabeza con cinta aislante sujetando la carcasa.

Dos vendas ... usadas. Ojalá no.

Una cuchara doblada.

—...¿Esto es una broma? ¿Dónde está la opción de reiniciar inicio?

—No hay reinicio —respondió el armero, ya harto—. Si quieres más, ve a la Zona, mata ghouls, roba a los muertos, encuentra chatarra, y vuelve a pagar.

Rick dejó una ceja.

—¿Pagar? ¿Con qué? ¿Tienen créditos? ¿Fichas de arcade? ¿Criptomonedas preguerra?

El mutante metió la mano debajo del mostrador y lanzó algo sobre la mesa. Era una pieza pequeña, de metal irregular, con circuitos a la vista y bordes corroídos por el tiempo. No parecía valer nada… y sin embargo, al tocarla, Rick no sintió nada.

—¿Esto es dinero? —Rick parpadeó—. ¿Una RAM rota?

—Eso vale más que tú ahora mismo —dijo el armero, encendiendo un cigarro que apestaba a algas fermentadas.

Rick reconoció la pieza de "moneda" y la giró entre los dedos. Instintivamente, intenté activar algún tipo de "inspección" como haría en un RPG. Concentró la vista, hizo un gesto hacia la chatarra, incluso murmuró:

—Identificar objeto.

Nada.

Carraspeó. Luego probó con más fe gamer :

—Escaneo completo. Tazar. Evaluar. Análisis. ¡Vamos, dame una ventana con estadísticas!

Siguió sin pasar nada.

Un ícono en su HUD parpadeó tenuemente: "Habilidad no desbloqueada" .

—¡Claro! —exclamó, más para sí que para el armero—. ¡¡Ni siquiera tengo identificación de objetos!! ¡Ni eso me dieron! Soy literalmente un novato sin mods.

El armero ni se inmutó.

Rick sospechó. Agarró su "equipo", se puso la chaqueta —demasiado grande en los hombros, ajustado en el abdomen, olía a grasa vieja— y se guardó la cuchara como quien guarda una reliquia absurda.

Antes de salir, se detuvo en la puerta. Miró al armero.

—Esto se mejora con puntos de habilidad, o sólo con desesperación?

—Con suerte. Y si no tienes, con muerte.

Rick asintió lentamente.

—Perfecto. Todo como en casa.

Y salió al pasillo, donde el aire olía a moho y metal caliente. Empuñando su nueva pistola con precaución, se sintió como un chiste con piernas. Pero también, por primera vez, realmente dentro .

Un nuevo HUD apareció en su visión.

Objetivo actualizado: Entrenar. Equipar. Sobrevive.Nueva Subzona desbloqueada: Campo de Tiro #3 Consejo del sistema: "Evita morir en la primera hora. Da mala impresión."

Rick irritado, resignado, ya se preguntaba si tenía misiones y aquí la respuesta.

—Sí, sí… tutorial eterno. Vamos allá.

**

El Campo de Tiro #3 era poco más que un patio exterior cercado con placas oxidadas, lleno de maniquíes hechos con partes de cadáveres mecánicos, cuerdas y sacos de arena húmedos. Lo que debía haber sido un área de entrenamiento parecía más bien una zona de castigo para los que no servían para nada.

Rick cruzó el umbral del portón con su nueva pistola temblando levemente en la mano derecha. El cargador apenas asomaba de la empuñadura, y el peso desigual del arma hacía que apuntar fuera un ejercicio más de equilibrio que de precisión.

—Bueno… entrenamiento básico, ¿no? Apuntar, respirar, disparar. Lo de siempre. Como en el tutorial de Fallout, pero con más tétanos.

Pero no estaba solo.

A su izquierda, contra una pila de cajas de munición vacías, un grupo de tres mutantes conversaba con tono bajo. Rieron apenas él pasó, una risa que tenía filo.

Uno era alto, de piel gris ceniza, con la cabeza calva tatuada con símbolos que Rick no entendía —parecían dibujados con cuchillo—. Otro tenía un ojo completamente blanco, sin iris, y un brazo protésico hecho con huesos atados con alambre. El tercero era más joven, con orejas felinas y una lengua demasiado larga para su boca, que colgaba cuando se reía.

Rick intentó hacer como si no los hubiera visto. Caminó hacia uno de los blancos, levantó la pistola, apuntó…

—Mira lo que tenemos aquí. —La voz del primero resonó como un golpe de piedra—. El nuevo juguete del Anciano.

Rick no se giró. Bajó el arma con calma, respiró hondo, y fingio mirar algo en el aire.

—Ajá. Mensaje del sistema . "Has entrado en zona de... amistades dudosas". Consejo: no hagas contacto visual con los NPCs hostiles.

—¿Hablas solo, humano? —preguntó el del brazo de hueso, acercándose un par de pasos—. ¿Tienes un ángel guardián cibernético?

Rick se giró, sonriendo lo mejor que pudo. Esa sonrisa de "sé que me pueden matar, pero preferiría que no lo hicieran mientras me ven débil".

—Es un truco para mantener la moral alta. Hacer de cuenta que hay un HUD en el aire. Funciona mejor que masticar chicle.

—O que rogar por tu vida, supongo —rió el tercero, el de la lengua larga.

El primero se acercó hasta quedar a un par de pasos de Rick. Su mirada era una piedra sin emoción.

—Te dieron juguete nuevo —señaló la pistola—. Pero no pareces saber usarlo.

—Estoy en eso. Ya sabes… tutorial eterno.

—¿Sabes lo que es eterno? —el mutante alzó la mano y con un chasquido atrajo la atención de un observador sentado en lo alto de una torre improvisada—. El favor de Iridia. Eso sí es eterno. Si no la cagas.

Rick no dijo nada. El nombre bastó para tensar el aire.

Iridia. Lo había oído en los murmullos de los pasillos. Nadie la nombraba directamente, pero todos sabían que su sombra alcanzaba cada rincón de la Arca. Jefa de una red de comercio ilegal: armas, comida, órganos, información. Decían que tenía agentes en todos los niveles… incluso entre los stalkers. Tal vez incluso entre los que se decían leales al Anciano.

—Escuchamos que hablaste bien con el Anciano —dijo el de la lengua, casi canturreando—. Que te ganaste una plaquita. ¿Sabes lo que eso significa?

Rick respiró hondo. Alzó la pistola con cuidado, sin apuntarles.

—Significa que puedo estar aquí, ¿no? Practicando. Como todo buen ciudadano responsable.

El del brazo de hueso suena sin alegría.

—También significa que tienes deudas con la gente equivocada. Y en este lugar, estar vivo ya es una deuda.

Un silencio espeso se forma entre ellos. Rick sintió cómo su corazón se aceleraba, no por la amenaza directa, sino por el brutal reconocimiento de dónde estaba. No era un juego. No había opción de "salir al menú principal".

Solo entonces, la barra de resistencia parpadeó brevemente en su visión. No porque la usara… sino porque su cuerpo quería usarla. Una especie de impulso automático, como si sus piernas se prepararan para una esquiva.

—Miren —dijo Rick, bajando la voz—, soy nuevo. No sé quién manda qué acá, ni me interesa meterme donde no debo. Si quieres intimidarme, háganlo bien. Pero si quieren verme en la Zona sobreviviendo lo justo para que Iridia tenga un nuevo cliente… bueno, quizás conviene que no me rompan las rodillas tan pronto.

Los tres se quedaron quietos. Luego, para su sorpresa, el más grande ascenso.

—Hablas con huevos, al menos. Veremos si los conservas luego de la primera emboscada.

—O después de la primera noche de fiebre. —agregó el de la lengua, como si deseara que eso ocurriera pronto.

—Nos veremos pronto, humano. Y quizás alguien de verdad quiera hablar contigo. No nosotros.

Rick los vio marcharse, las risas disminuyendo hasta perderse entre el eco de metal y polvo.

Cuando el último de ellos desapareció, soltó el aire que no sabía que estaba aguantando. Levantó la pistola. Apuntó al blanco.

Desaparición.

Falló.

—Bien —dijo, bajando el arma—. Una amenaza de muerte, cero aciertos. Un día normal en este maravilloso simulador de fin del mundo.

Y entonces, por puro reflejo nervioso, fingio leer otra ventana invisible.

—"Consejo del sistema: No te mees encima. Aumenta la reputación con criminales un 0.2%".

Y aunque nadie lo escuchaba, rió solo.

Porque si no reía, iba a empezar a gritar.

**

La puerta de su nuevo "hogar" crujió como si protestara por tener que proteger a alguien más. Rick empujó el marco astillado y entró. Era una elección de dos ambientes: una sala principal con una estufa muerta, y una especie de rincón detrás de una cortina sucia que hacía las veces de dormitorio. Las paredes estaban hechas de planchas metálicas irregulares, unidas con clavos torcidos y fe. El suelo era de tierra apisonada. El techo, una promesa no del todo cumplida.

Rick se arrojó la chaqueta sobre una silla rota y dejó la pistola encima de una caja vacía que alguien, con excesivo optimismo, había etiquetado como "mesa".

La mochila de tela gruesa —parte de su equipo básico— aún olía a humedad. La abrió y sacó el contenido con desdén.

Dos sobres marcados como "Ración Tipo B" . Una botella sin etiqueta, pero con un líquido marrón que olía a carburante y dolor de cabeza. Una cuchara, otra vez.

—¿"Papeo y lingotazo"? —leyó Rick, en voz baja—. Parece menú de cantina de obreros. Qué reconfortante. A ver si al menos tiene menos plomo que el agua de mi barrio…

Abró uno de los sobres y lo olió. Una masa gris, con textura de puré recalentado y aroma entre cartón mojado y resina. El primer bocado le arrancó una mueca, pero no un vómito. El segundo fue más fácil.

—Sabe a callejón —murmuró—. Pero callejón con controles sanitarios. Diría que es más limpio que un hot dog de la esquina de mi casa. Felicidades, Arca. Me salvaste de morir de salmonella.

Comió en silencio. Bebió un sorbo del líquido —ardía como gasolina y sabía a trapo de bar— y soltó un leve gruñido.

Cuando terminó, empujó los restos lejos de la caja y se dejó caer sobre el camastro del rincón. La superficie era rígida y desigual, pero al menos no tenía nada que se moviera por sí solo. Cerró los ojos. Por un segundo creyó que iba a llorar.

Pero no.

Porque si lloraba, algo dentro de él iba a romperse.

El silencio se hizo pesado, solo interrumpido por el murmullo distante de algún generador y las voces apagadas de otros habitantes de la Arca, a lo lejos.

Rick se acomodó sobre el costado derecho. Abrazó su mochila como si fuera una almohada de verdad. Y pensé.

No pedí esto.

No pedí tener un don. No pedí abrir los ojos en mundos pixelados, ni saltar de la Tierra real a versiones rotas de videojuegos que amó, temió o simplemente olvidó. No pedí vivir entre criaturas que lo miraban como anomalía o amenaza.

Pero lo tiene. Este don. Esta condena.

Y aunque no sabe quién escribió las reglas, una cosa es cierta: no puede volver atrás.

—La vida nunca pregunta —susurró, mirando la oscuridad—. Solo te lanza cosas a la cara, y tu devolvés el golpe como puedas. O no lo devuelvés y quedaste tirado. Fin del juego.

No lo decía con rabia. Ni con resignación. Lo decía como quien por fin empieza a entender el tablero donde está jugando.

El cuerpo le pesaba. Pero había una lucidez nueva en su mente. Como si aceptar lo injusto fuera, de alguna manera, un paso adelante.

Cuando el sueño empezó a apoderarse de él, el silencio cambió.

Ya no era silencio.

Era… algo más.

Un susurro. Bajo. Cercano.

"Este no eres tú..."

Rick abrió los ojos. El corazón le dio un brinco.

No había nadie.

La habitación seguía igual. Oscuridad. Tranquila.

"Eres otra cosa... y lo sabés."

El sonido viene de ningún lado. Y de todas partes. Como si quiriera desde dentro de su cráneo, o tal vez desde debajo de la cama. Como un eco de él mismo, con un tono más grave, más frío. Familiar… pero roto.

Rick se incorporó lentamente.

No vio figuras. No hubo fallos visuales. Solo esa sensación helada de ser observada por algo que no tiene rostro. Algo que sí recuerda.

"Juegás a ser bueno... pero sabés que no hay bien ni mal en esto."

La voz llamó.

El silencio volvió, pero no era el mismo.

Rick se recostó otra vez, sin decir nada. Esta vez no buscó consuelo. Solo cerró los ojos.

Porque aunque estaba exhausto, ahora sabía que dormir no era un escape.

Sólo una pausa.

Y lo que sea que había dentro de él… no necesitaba estar despierto para hablar.

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