> Silencio.
Solo un leve zumbido constante, como el eco de un sueño lejano.
Dentro de una cápsula cubierta de cristales agrietados, los ojos de un joven comienzan a abrirse. El líquido que lo mantenía suspendido burbujea con violencia cuando el sistema finalmente se apaga.
Su respiración es irregular. Tose. Tiembla. Está desorientado.
—¿Dónde… estoy?
Tropieza al salir. Todo a su alrededor parece… muerto. Tubos oxidados. Pantallas apagadas. Paredes recubiertas de polvo.
El laboratorio en el que se encuentra parece haber estado abandonado por años… quizás siglos.
En ese momento, una pantalla se enciende débilmente. Una voz robótica, con ecos entrecortados, habla:
—Sujeto: 07… estado vital: estable. Módulo criogénico finalizado.
El joven se esfuerza por recordar. Solo fragmentos aparecen: un viaje, un planeta llamado GEN-209, un equipo, una misión…
Pero ahora está solo.
Sale del laboratorio, avanzando por un pasillo interminable, sin saber a dónde va.
Luego de minutos de caminar entre la oscuridad, una luz al fondo le llama la atención. Corre hacia ella.
Cuando llega al final, sus ojos se abren con asombro.
Frente a él, un paisaje inmenso se extiende: cielos azules, montañas lejanas, criaturas voladoras desconocidas. Todo es hermoso… y completamente ajeno.
No es la Tierra.
No es GEN-209.
Está en otro mundo.
Y aunque no lo sabe aún
… este será el inicio de su leyenda.