En una noche de cine, Mia y Ling se entregan a Zhao Wei mientras Su Chen observa, excitado por la escena. La rutina sexual se ha vuelto natural, pero el placer y la sumisión siguen creciendo.
Mia, con las gafas la yandere enamorada de Su Chen, empañadas por el vapor del aire, se había acostumbrado a la rutina. Su boca, siempre ansiosa, se abrió con facilidad para tragar el enorme miembro de Zhao Wei. Desde atrás, Su Chen observaba con una mezcla de excitación y sumisión, su mano moviéndose rápidamente sobre su propio miembro mientras se masturbaba. La escena era cruda, pero ya se había convertido en algo cotidiano para ellos. Mia, con los labios estirados alrededor del grueso pene de Zhao Wei, emitía sonidos húmedos y obscenos, sus mejillas se hundían con cada fuerte sorbo. Su Chen no podía apartar la mirada, respirando con dificultad mientras veía a su novia convertirse en una pequeña zorra adicta al semen.
Mientras tanto, Ling la novia de Su Chen se había convertido en su sillón personal, Con condón puesto Su Chen se acercaba por detrás, preparándose para follarle el culo a Ling. Ella, siempre obediente y deseosa de complacer, se inclinaba hacia delante, ofreciendo su rojo y bien usado ojete. Zhao Wei, sin dudarlo, seguía follando a Mia debajo de él, sus fuertes y profundas embestidas haciéndola gemir alrededor de su polla. Su Chen, con una sonrisa de satisfacción, se colocaba detrás de Ling, su pene penetrando lentamente su estrecho agujero. El contraste entre la sumisión de Ling y la lujuria de Mia era palpable, pero ambos disfrutaban de sus roles en este juego pervertido.
La rutina se había vuelto tan común que incluso comprar en el supermercado VIP se había convertido en una extensión de su dinámica sexual. Su Chen, con su dinero e influencia, compraba ropa para sus chicas, eligiendo siempre las prendas más reveladoras y sexys. Zhao Wei, arrogante y seguro de sí mismo, nunca perdió la oportunidad de coquetear con ellas, probando sus coños tocando sus bien formados traseros, rojos por el uso constante. Mia y Ling, aunque tímidas al principio, ahora se pavoneaban ante él, disfrutando de la atención y el deseo que Zhao Wei les mostró. Su Chen, consciente de su papel secundario, se unió, follándose a sus amadas, pero sabiendo que solo servía para exprimirlas, para ser un contraste en este juego de dominio y sumisión.
Una tarde, después de una de sus compras, decidieron ver una película en casa de Su Chen. Las chicas, vestidas con la ropa nueva que Su Chen les había comprado, se sentaron a ambos lados de él, sus cuerpos apretados contra el suyo. Zhao Wei, siempre en control, se sentó en un gran sillón, con su pene ya expuesto, listo para ser usado. Mia y Ling se acercaron obedientemente, buscando su miembro con la boca, turnándose para lamerlo y chuparlo. Su Chen, con una sonrisa, observó cómo sus novias se entregaban a Zhao Wei, sus lenguas trabajando juntas para complacerlo. La película se reproducía de fondo, el sonido de gemidos y movimientos húmedos llenaba la habitación.
En un momento dado, Su Chen se inclinaba hacia adelante, besando la boca de sus novias, saboreando el semen de Zhao Wei en sus labios. "Te amo", les susurraba, con palabras llenas de sinceridad y lujuria. Mia y Ling, con los ojos brillantes de deseo, correspondían de la misma manera, llevándose las manos a sus coños, abriéndolos para Zhao Wei. Era parte del juego, una danza de sumisión y amor que todos disfrutaban. Zhao Wei, con una sonrisa de satisfacción, observaba cómo las chicas se ofrecían a él, separando los dedos de sus labios húmedos, invitándolo a entrar. La película seguía en la pantalla, pero nadie la veía; todos estaban demasiado ocupados con su propio placer y sumisión.
La dinámica se había vuelto tan natural que incluso los momentos más íntimos, como ver una película, se convertían en una excusa para el sexo. Su Chen, consciente de su rol de cornudo, disfrutaba cada momento, y su excitación crecía al ver a sus novias entregarse a Zhao Wei. La habitación se llenaba de gemidos y sonidos de piel con piel, con el aroma a sexo impregnando el aire. Mia, con las gafas empañadas, se acercaba a Zhao Wei, buscando su pene una vez más con la boca. Ling, siempre ansiosa, se ponía a cuatro patas, ofreciendo su trasero a Su Chen mientras Zhao Wei la penetraba por delante. Era una danza de cuerpos, una sinfonía de placer que todos disfrutaban.
A medida que la película llegaba a su clímax, también lo hacía la tensión sexual en la sala. Zhao Wei, con un gruñido, empujó a Mia hacia abajo, penetrando su pene en su garganta una vez más. Su Chen, con una sonrisa burlona, se colocó detrás de Ling, penetrando su estrecho ano. Los gemidos de las chicas se mezclaban con los sonidos de la película, creando una banda sonora de lujuria y sumisión. Fue un momento de puro placer, un recordatorio de cómo su dinámica se había convertido en una adicción compartida. La pantalla mostró los créditos finales, pero nadie los miraba, todos demasiado absortos en su propio placer, su propia sumisión.
La noche terminó con los tres exhaustos, cubiertos de sudor y semen. Mia y Ling se acurrucaron contra Su Chen, con la cabeza apoyada en su pecho, mientras Zhao Wei se sentaba en el sofá, con la polla aún erecta y lista para más. Era un recordatorio de su dinámica, de cómo se habían convertido en una unidad, una familia pervertida y lujuriosa. Su Chen, con una sonrisa, acarició el cabello de sus novias, sabiendo que esto era solo el principio, que su adicción compartida solo crecería con el tiempo. La pantalla del televisor parpadeó hasta detenerse, dejando la habitación en silencio, pero el aire aún estaba cargado con la promesa de más placer, más sumisión, más juegos pervertidos por venir.