La luz del amanecer filtrándose por su ventana encontró a Peter Parker exhausto, pero satisfecho. La "derrota" de Rhino había sido la culminación de una serie de enfrentamientos que lo habían obligado a usar su ingenio al máximo. Desde el Buitre hasta el Hombre de Arena, cada villano había presentado un desafío único, y Peter había respondido con soluciones que iban más allá de los puños y las telarañas. Había demostrado, una y otra vez, que la mente era su arma más potente.
Sentado en el borde de su cama, Peter se quitó la máscara, sintiendo el alivio del aire fresco en su rostro. La vida era increíblemente compleja ahora. Sus días se dividían entre clases avanzadas en la UES, el desarrollo de prototipos en Tech Solutions, el apoyo a Harry en su difícil momento y, por supuesto, sus deberes como Spider-Man. Era un malabarismo constante, pero por primera vez, Peter no se sentía abrumado. Se sentía en control.
El trauma del Tío Ben, aunque presente en su memoria, ya no era una cadena de culpa, sino una motivación constante. Ben estaba vivo, recuperándose lentamente, y ese hecho resonaba en cada una de las decisiones de Peter. No había "gran poder, gran responsabilidad" como un castigo, sino como una elección consciente y poderosa.
Reflexionó sobre los villanos que había enfrentado. Había evitado la locura completa del Buitre al desmantelar sus alas. Había curado al Dr. Connors. Había contenido al simbionte y a Eddie Brock sin la brutalidad que habría dado origen a un Venom incontrolable. Había inmovilizado a Rhino con su propio impulso. E incluso con Norman Osborn, aunque no pudo evitar la transformación, había logrado limitar su daño y, lo más importante, proteger a Harry de la revelación de la identidad.
"Ya no soy solo el 'amigable vecino Spider-Man'," murmuró Peter para sí mismo. "Soy un protector proactivo. Un científico. Un estratega."
La ciudad lo conocía, aunque de manera contradictoria. El Daily Bugle de J. Jonah Jameson seguía despotricando, pero las fotos nítidas de Peter mostrando a Spider-Man ayudando y salvando vidas, combinadas con los reportes policiales que atestiguaban su eficacia, estaban cambiando lentamente la percepción pública. El Capitán Stacy, aunque nunca lo admitiría públicamente, había comenzado a dejar "oportunidades" para que Spider-Man actuara, un reconocimiento silencioso de su valía.
Peter se dio cuenta de que había forjado una nueva identidad, no solo para sí mismo, sino para el propio Spider-Man. No era un héroe impulsivo que reaccionaba a los desastres, sino uno que los prevenía, los mitigaba y los resolvía con intelecto. Había optimizado su origen, y ahora, estaba optimizando su propósito.
Se levantó, la energía fluyendo por sus venas a pesar de la falta de sueño. Había más por hacer. Más villanos por enfrentar, más vidas por salvar, más ciencia por aplicar al servicio de la justicia. Su laboratorio en el sótano, sus lanzarredes mejorados, sus arañas rastreadoras, todo era parte de un plan más grande. La leyenda de Spider-Man había sido reescrita, y Peter Parker estaba listo para el siguiente capítulo.