Los días se estiraron con una expectación palpable. La ciudad bullía con el regreso de Tony Stark, y los medios especulaban sin cesar sobre su futuro. Peter, mientras tanto, continuaba sus patrullas nocturnas como Spider-Man, afianzando su estatus como el amigable protector de Queens. Las historias de sus hazañas, a menudo adornadas y exageradas, se convertían en leyendas urbanas susurradas en los cafés y las barberías. La gente de Queens lo amaba, y ese aprecio era un bálsamo para el alma renacida de Peter.
Entonces, llegó el día. Las noticias de última hora parpadearon en todas las pantallas: "Tony Stark presenta un nuevo prototipo". Peter estaba en su habitación, reparando un desgarro en su traje, cuando la tía May lo llamó a gritos desde la sala.
"¡Peter, ven a ver esto! ¡Es Tony Stark!"
Peter corrió y se sentó junto a su tía en el sofá. En la pantalla, una imponente figura roja y dorada se alzaba sobre el horizonte de la ciudad. Era el Mark II, la segunda armadura, brillante y aerodinámica. El público rugía, y los helicópteros de noticias zumbaban alrededor del nuevo héroe. Iron Man había nacido.
Un escalofrío de emoción recorrió a Peter. Era real. Aquí estaba, el futuro tal como lo recordaba, pero ahora, él era parte de él. La aparición de Iron Man era una señal. Significaba que los Vengadores, los grandes eventos que cambiaron el mundo, estaban en el horizonte.
Esa noche, Peter no pudo quedarse quieto. La energía de la ciudad, electrizada por la aparición de Iron Man, se sentía en el aire. Se puso su traje de Spider-Man, sintiendo una nueva determinación. El mundo estaba cambiando, y él quería ser parte de ese cambio.
Se balanceó por la ciudad, el viento silbando en sus oídos. Sus sentidos arácnidos estaban en alerta máxima, no por peligro, sino por la emoción. Quería ver a Iron Man de cerca. Quería saber si Tony Stark, el genio multimillonario, lo recordaba.
Mientras se deslizaba entre los rascacielos, vio un destello rojo y dorado en la distancia. Iron Man. Estaba volando a baja altura, haciendo una pasada ceremonial sobre Midtown Manhattan, la gente en las calles animaba y lanzaba confeti. Era una imagen icónica, la que Peter había visto en las películas de su vida anterior.
Decidió acercarse, manteniendo una distancia prudente. Saltó al tejado de un edificio cercano al recorrido de Iron Man, escondiéndose detrás de un anuncio de neón. Observó cómo Tony, dentro de su imponente armadura, interactuaba con la multitud, su voz resonando a través de los altavoces.
De repente, su sentido arácnido vibró. Una punzada. No era peligro para él, sino... curiosidad.
Iron Man detuvo su vuelo. Sus repulsores se ajustaron, y la armadura giró lentamente, sus ojos brillantes enfocándose directamente en el escondite de Peter. Los ojos de la armadura no tenían iris ni pupilas, pero Peter sintió que Tony Stark, desde dentro, lo estaba viendo.
Una voz metálica y resonante salió de la armadura, lo suficientemente alta como para que solo Peter la escuchara, gracias a sus sentidos mejorados.
"Mira, mira. El hombre enmascarado del desierto. ¿O debería decir... el chico araña?"
Peter se quedó paralizado. Tony lo recordaba. Y lo había reconocido.
"¿Así que ese es tu truco, eh? Telarañas y un sentido de la justicia. Interesante," continuó la voz de Tony, con un tono burlón, pero con un matiz de genuina intriga. "No está mal para un aficionado. Mantente alejado de los rascacielos, chico. Los principiantes tienden a caerse."
La armadura de Iron Man dio una última mirada a Peter antes de acelerar y desaparecer en el cielo nocturno, dejando un rastro dorado. Peter se quedó allí, procesando lo que acababa de suceder. Tony Stark, Iron Man, lo había visto. Lo había reconocido. Y, de alguna manera, le había lanzado un desafío velado.
La interacción fue breve, pero significativa. Peter se dio cuenta de que su rescate en Afganistán no había pasado desapercibido para el genio. La semilla de una relación, posiblemente una amistad, había sido plantada. El mundo estaba a punto de volverse mucho más grande, y Spider-Man estaba listo para su papel en él.