Cherreads

Chapter 15 - Retribución

Justo después de que la familia Revenant fuera presa de la Atadura de Grimmoire, ellos vieron algo.

Vieron cómo el mundo frente a ellos se torcía, se doblaba y sufría. Vieron cómo sus mayores miedos se hacían realidad solo para que, un instante después, desaparecieran.

También vieron cómo cada una de las reglas de la física y del mundo que conocían se rompía como si nada, hasta que despertaron.

—Qué suerte que no murieran, jaja —dijo Rhys, tratando de aligerar el ambiente—. Saben, pocos seres humanos han visto lo que ustedes han visto y han sobrevivido. Así que, si yo fuera ustedes, me sentiría afortunado por poder ver lo impresionante del “Corazón de la Pesadilla” del señor Grimmoire. Yo digo que le caen bien.

Mientras Rhys les daba ese discurso barato, Grimm solo miraba desde un lado más apartado, con una cara de aburrimiento que no se la quitaba nadie. Incluso con esa horrorosa máscara, como le decía Susan, cualquiera podría notar que el pobre hombre estaba terriblemente aburrido.

Después de eso, ya tenían uno de dos objetivos cumplidos. Solo faltaba la “numerosa” familia Thorne, y quizás Grimm no lo sabía, pero Rhys sí: esto iba para largo.

Después de casi seis horas, Grimm había terminado su parte del plan y, por lo que Vanguard le contó, él y las otras cuatro Caras se encargaron de los demás distritos de cada continente. Cada Cara se encargó de un continente, contactando con los gobiernos de los cinco distritos de Chronomia, los cinco de Azyr, los diez de Umbraxia y los diez de Draconia.

Al menos Grimm podía reconfortarse con que su carga no fue tan pesada en número, pero, por Dios, cómo deseaba haber lidiado con diplomáticos en vez de familias ruidosas. El pobre hombre realmente necesitaba un descanso.

Con esto, la primera parte del plan fue concluida y, de forma pública, se dio el anuncio: a tan solo un día del incidente “Tarde de Lágrimas”, que en cuatro días el gobierno de Aldebarán hablaría públicamente sobre el suceso y daría explicaciones a toda Terra, en la capital del octavo distrito de Aldebarán: Frax, justo en el Obelisco de Riel. Qué curioso.

Todo esto ocurrió a tan solo tres días de que Kael y Anyael desaparecieran, solo que en Niviro ya debieron haber pasado alrededor de 771 años.

Cuatro días después, en el Obelisco de Riel, se veían a las cinco Caras de la Corte, al presidente del distrito de Aldebarán, Juliard Robertson Cortres, y a los representantes de la Cámara de Diputados del distrito, todos subidos en una tarima extremadamente grande, rodeados de una enorme seguridad, pero sobre todo de cámaras y gente.

—Hola a todos —comenzó a hablar Vanguard.

Presentándose ante todo el planeta, empezó a explicar qué son los TG y qué es el Aura. Claro, lo hizo de forma muy vaga, guardándose mucha información. Explicó también el caso de Grettel y Mark, y el de Kael y Anyael.

Sabía que, aun teniendo el respaldo de la familia Lancer y de los familiares de los implicados, sería difícil que la población creyera todo. Por eso, días antes, elaboró el plan de demostración.

—Miren todos atentamente —dijo Grimm, señalando a Vanguard—, porque están a punto de ver la Virtud del hombre más fuerte de la humanidad.

Todas palabras elegidas cuidadosamente por Vanguard de antemano para generar el mayor impacto posible.

Vanguard alzó una de sus manos y gritó:

—Miren, planeta Terra. Esta es mi habilidad: Sekai no Ori.

Por encima de su mano, un auto se materializó, siendo desdoblado del propio espacio, mientras una de las Caras lo mantenía flotando con su Virtud.

Después de esto, Vanguard explicó de forma breve, vaga y sin casi detalle su habilidad, Sekai no Ori. No era tonto; podía ser muchas cosas, pero tonto no.

Sabía exactamente cómo manipular a la humanidad de forma simple: darles la ilusión de elección, hacerles creer que eran más inteligentes, que por ser más tenían prioridad y, sobre todo, que tenían la información en la palma de su mano. Claro, habría una que otra mente pensante que detectaría una manipulación tan básica, pero eso no se podía evitar. Al final, las masas se forman por una gran mayoría, y la gran mayoría es idiota.

Después de este monólogo interno, Vanguard se limitó a hablar más para rellenar: patriotismo, unidad de la raza humana y su deber, el deber de los Transcendent Guardians. Poco a poco fue moldeando la opinión pública, haciendo que los TG fueran vistos como héroes. Todo eso en menos de una o dos horas. Sin duda alguna, Vanguard era un monstruo, en el buen sentido.

Pero en un instante, todo se pondría patas arriba, ya que, por un capricho del destino, algo ocurrió.

Esta conferencia ocurrió justo el séptimo día del incidente “Vida o Muerte”. O, lo que es lo mismo, Anyael y Kael llevaban 1800 años en Niviro.

Y justo cuando Vanguard daba por concluido el evento, un portal de reflujo de Aura se abrió.

Todos quedaron en shock, puesto que eso era una de las cosas de las que Vanguard había hablado. Algunos creyeron que era simplemente otra demostración de los TG; otros, más escépticos, pensaron que todo eran efectos especiales.

De ese portal salió nada más y nada menos que Anyael Revenant.

Un Anyael completamente diferente.

Llevaba un short corto y rasgado. Su pelo negro ahora era más largo, amarrado atrás en una coleta, con mechones rojos. Sus ojos estaban llenos de determinación. En su tórax y brazos llevaba las vendas que solía llevar Kael debajo de su uniforme. En su espalda se podía ver una especie de “tatuaje” de un cuervo negro. En su cintura descansaba Marea, y en su brazo izquierdo sostenía la cabeza de una Bestia Aural extraña. Lo más parecido a esa cosa en Terra sería un cocodrilo, y aun así estaba lejos de serlo.

En su brazo derecho, sostenía la Espada de Pasto.

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