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Chapter 61 - El Hambre de un Dios

Después de absorber el relato de La Muerte —la traición a Leila, la manipulación de la Dra. Angie y la creación forzada de A-21—, Ryuusei sintió una punzada de algo parecido a la pena. Pero esa era la tragedia de un Aurion de veinte años. Ahora, a sus cuarenta, gobernando con un puño de luz y mentiras, ya no podía sentir lástima por él. Solo veía al enemigo, un tirano que debía caer.

—Si se debilita cuando no obtiene lo que quiere... entonces hay una forma de hacer que caiga. La privación de su falsa adoración es su verdadero punto débil.

La Muerte sonrió con una mueca burlona, su interés palpable. El ser cósmico se deleitaba con la lógica brutal de Ryuusei.

—Eso es lo que me gusta de ti, Ryuusei. No pierdes el tiempo en la conmoción ni en el drama moral. Vas directo a lo que importa: la yugular psicológica de tu adversario.

—¿Cómo se asegura de que nadie hable? ¿Cómo mantiene el silencio sobre veinte años de atrocidades? —preguntó Ryuusei, su voz exigiendo una respuesta.

La Muerte chasqueó los dedos. La sombra se hizo más densa, y frente a ellos apareció una imagen proyectada, un fragmento fugaz del plano físico. Aurion estaba rodeado de líderes mundiales, figuras encorvadas asintiendo a cada una de sus palabras.

—Los gobiernos lo necesitan como fachada. Es un seguro de vida contra el caos, un símbolo que mantiene el orden. Si una víctima habla, desaparece en el olvido. Si un periodista investiga demasiado, muere en un "accidente" —dijo La Muerte—. Aurion es intocable... o eso cree.

La imagen cambió, proyectando la intimidad opulenta del penthouse de Aurion. El héroe estaba solo, con un cigarro en la mano y una copa de vino. Pero su mirada no era la de un dios, sino la de un adicto. Sus dedos temblaban visiblemente, golpeando el cristal. Su respiración era superficial e irregular.

—Cuando no obtiene su dosis, la ansiedad lo consume —dijo La Muerte, su voz ahora baja y penetrante—. Se desespera, se vuelve agresivo, irracional. Sin su dosis de adoración y sumisión... se convierte en el monstruo de carne viva que tú has sido para el mundo. La diferencia es que él lo odia, y tú lo abrazas.

La imagen desapareció.

—¿Y si lo obligo a perder el control? ¿Si le demuestro al mundo que su ídolo es tan vulnerable como su más reciente víctima? —susurró Ryuusei, sus ojos brillando con una idea que era tanto brillante como suicida.

La Muerte lo miró con auténtico interés, la primera muestra de emoción genuina en su rostro.

—¿Tienes un plan para el acto final?

Ryuusei esbozó una sonrisa que no alcanzó sus ojos, una mueca fría y decidida.

—Es hora de que el mundo deje de arrodillarse ante un dios falso. Es hora de que el verdadero espectáculo comience.

Ryuusei se detuvo al escuchar la voz de La Muerte, ahora más fría y analítica.

—Tu plan no es imposible —dijo con un tono curioso, caminando lentamente a su alrededor, las sombras siguiendo sus pasos como una estela—, pero para que funcione, tendría que ser un milagro de la desviación.

—¿Milagro? —Ryuusei entrecerró los ojos con suspicacia.

—Sí, un milagro… pero no el tipo que la gente espera. No puedes hacerlo solo, Ryuusei. Aurion y los suyos son "los salvadores de la humanidad". No importa cuántos crímenes cometan, siempre encontrarán la forma de torcer la verdad a su favor, de manipular la percepción masiva. Su poder es la fe ciega.

Se detuvo frente a él, su mirada sombría.

—Para derribar a un dios, necesitas un ejército de pesadillas. Necesitas un equipo. Personas como tú. Seres que hayan visto la verdad y estén dispuestos a ensuciarse las manos para cambiarla. Monstruos capaces de enfrentar a otros monstruos.

Ryuusei cruzó los brazos, sopesando el valor de la vida de Aiko contra el tiempo.

—Eso tomará tiempo. Reunir, convencer y entrenar.

—Oh, sí —dijo La Muerte, sonriendo—. Tal vez años. Pero el caos es paciente, y mi plano es eterno. La ansiedad por la espera te consumirá.

El aire se volvió denso, como si la propia realidad entendiera el peso de esa afirmación. Ryuusei sabía que enfrentar a un "arma de los dioses" requería aliados, información, y una estrategia implacable.

—¿Y dónde se supone que voy a encontrar a esta gente? ¿Bajo qué roca se esconden los verdaderos monstruos que no le sirven a tu reino?

La Muerte se encogió de hombros con un gesto regio.

—El mundo está lleno de monstruos que los héroes han tratado de borrar. Gente que no encaja en su "visión de paz". Solo necesitas encontrarlos… y convencerlos de que hay algo más grande que su propia venganza solitaria: la destrucción de la mentira que los creó.

Ryuusei asintió con un movimiento seco.

—Entonces… empezaré a buscar.

—Ese es el espíritu. Pero recuerda, Ryuusei… un milagro no ocurre de la noche a la mañana. La paciencia es la virtud de los dioses, y la tuya ha sido siempre tu mayor debilidad.

Ryuusei ajustó su máscara del Yin-Yang.

—No necesito que sea rápido. Solo necesito que funcione.

Pero se detuvo un momento antes de marcharse del plano.

—Tú eres La Muerte. Lo sabes todo. No me hagas perder el tiempo diciéndome que debo buscarlos. Si realmente quieres ver a Aurion caer, dime quiénes son. Sé que solo quieres mi esfuerzo como entretenimiento, pero no estoy para juegos.

La Muerte entrecerró los ojos, y su sonrisa se desvaneció.

—¿Y si fuera así? —susurró, con una pizca de amenaza pura en su voz—. ¿Y si quiero ver cuánto puedes hacer sin mi ayuda?

Ryuusei no se dejó intimidar.

—Entonces estás desperdiciando mi tiempo y el tuyo. Dímelo, ahora.

El aire se enfrió. Durante un momento, La Muerte lo observó en silencio, sopesando su audacia. Finalmente, suspiró con desdén.

—Eres más impaciente de lo que recordaba… pero tienes razón. Sé de algunas personas. No serás el único fastidio que tenga que soportar en los próximos años.

La Muerte dio unos pasos hacia atrás y se rió suavemente, una risa que resonó con la frialdad de las tumbas.

—De hecho, si miramos sus edades...solo diecisiete años. La mayoría de tus futuros compañeros están justo en el rango de ser igual de inestables e insoportables que tú. Tienes la edad de la irresponsabilidad con el poder absoluto. Me temo que tú y tus nuevos reclutas tienen la edad perfecta para ser la peor de mis jaquecas cósmicas.

La Muerte se giró lentamente y chasqueó los dedos. A su alrededor, sombras empezaron a moverse, mostrando figuras distorsionadas de seres que parecían sacados de una pesadilla.

—Debes reunir un milagro, Ryuusei —dijo La Muerte—. Un equipo con la fuerza para desafiar a los autoproclamados salvadores de la humanidad. Pero prepárate, porque sus almas están quebradas y su dolor es profundo.

—Empecemos —dijo La Muerte, mientras el rostro de un joven ruso, frío y con cicatrices, emergía de la neblina, envuelto en el olor de la pólvora.

Sergei Volkhov: El Espectro (Rusia, 20 años)

Poder: Posee un don innato de precisión sobrehumana con cualquier arma. Su habilidad no es suerte; es un cálculo instintivo tan perfecto que nunca falla un tiro, sin importar la velocidad, el viento o la distancia. Es la personificación de la letalidad militar, un fantasma entrenado en el arte de matar.

Brad Clayton: El Señor de la Tierra (Rumanía, 22 años)

Poder: Control elemental absoluto sobre la Tierra. Su poder es el de un sismo andante; puede levantar pilares de roca, generar muros de concreto reforzado, y convertir el suelo bajo los pies del enemigo en trampas de arena movediza o roca sólida instantánea. Es el maestro de la defensa y la trampa natural.

Arkadi Rubaskoj: El Mago (Irlanda, 108 años)

Poder: Magia Ancestral y Hechicería. Un verdadero hechicero, su poder es tan antiguo que es casi invisible para el ojo común, manifestándose solo en poderosos hechizos, ilusiones que rompen la mente y barreras arcanas irrompibles. Su experiencia centenaria lo convierte en la mente estratégica del equipo.

Kaira Thompson: La Marionetista (Tailandia, 17 años)

Poder: Control Mental y Psíquico de Títeres. Con solo enfocar su mente, puede controlar a las personas como marionetas vivientes, anulando sus voluntades y utilizándolas como escudos, atacantes o informantes, sin que la víctima pueda resistirse al lazo mental.

Amber Lee: El Veneno Andante (China, 18 años)

Poder: Habilidades Tóxicas/Biológicas Avanzadas. Su propio cuerpo es una fábrica de toxinas. Puede secretar venenos letales a través de su piel, contaminar el aire con un simple aliento que asfixia, o inyectar parálisis con el tacto. Es una amenaza biológica, una asesina que no necesita de armas.

Chad Blake: El Incinerador (EE. UU., 19 años)

Poder: Poder Explosivo Crudo y Fundamental. Su habilidad es generar y controlar explosiones masivas con la fuerza pura de la destrucción, difíciles de contener o predecir. Es la fuerza bruta del equipo, un cañón humano que deja un rastro de caos a su paso.

Sylvian: El Ser de la Arboleda (Finlandia, Edad Desconocida)

Poder: Monstruo con Apariencia de Árbol/Entidad Vegetal. Posee fuerza titánica, una resistencia que desafía el acero y la capacidad de manipular la flora circundante, creando trampas, raíces que atrapan o garras de madera. Una anomalía silenciosa y territorial.

La Muerte se inclinó, su voz un susurro final que prometía el caos que tanto amaba.

—Ahí lo tienes, Ryuusei. Tus cimientos para el milagro. Ahora, ve y haz que mi entretenimiento valga la pena.

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