Cherreads

Chapter 4 - Wanzo en SV 4 (Caroline)

Saliendo de la clínica, Wanzo alzó la vista al oscuro cielo. Apenas un débil haz de luz persistía en el horizonte. Suspiró. Todo el día había sido un desfile de abusos por parte de las mujeres de este maldito pueblo.

No sabía si este mundo funcionaba igual que en el juego original, si a cierta hora uno simplemente colapsaba por la fatiga. Así que, por si acaso, decidió regresar a casa antes de que algún otro evento imprevisto le cayera encima.

Con hambre, cansancio y varias crisis existenciales en su haber, emprendió el camino de regreso. Sin embargo, apenas había dado unos pasos cuando una mano surgió de la nada, agarrando su ropa con una fuerza sorprendente y jalándolo bruscamente hacia la oscuridad.

Todo fue tan repentino que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Su cuerpo, aún resentido de todo lo que había pasado, se tambaleó mientras era arrastrado y empujado contra una pared. Antes de poder procesar el secuestro exprés, sintió unas manos suaves recorriéndolo.

"¿¡Pero qué…!?" balbuceó.

Tal vez por experiencias previas (que su mente aún intentaba recordar), su primer instinto fue asumir que lo estaban robando. Levantó las manos en rendición, maldiciendo su suerte. Pero al ver mejor a su atacante, quedó desconcertado.

Era una mujer madura, aunque su aspecto apenas delataba su edad. Piel blanca, ojos azules, cabello verde... Pocas personas en el pueblo tenían un color de cabello tan distintivo. Estaban en la parte trasera de la clínica, justo al lado de la tienda de Pierre. Y ella…

Ella estaba peligrosamente agachándose hacia sus partes nobles... bueno, no tan nobles luego de este día.

"¿Eh… hola?" preguntó Wanzo, con un mal presentimiento.

La mujer le sonrió con una expresión coqueta.

"Ohh… qué malvado... Arrastrándome detrás de mi propia casa para obligarme a hacerte quién sabe qué cosas… " Dijo en un tono entre juguetón y lascivo mientras se ponía de rodillas.

"Fuiste tú quien me trajo aquí" se quejó Wanzo, con la misma mala sensación que había sentido todo el día.

"No puedes hacerme esto… soy una mujer casada" continuó ella, con un falso tono de víctima, aunque su sonrisa la delataba. "¡Por favor, detente! Yo amo a mi esposo… al menos no aquí, nos podría escuchar…"

Su mirada hambrienta decía lo contrario. Y antes de que Wanzo pudiera procesarlo, sus pantalones ya estaban en el suelo y su virilidad expuesta. Para su horror, la mujer se lanzó sobre él, metiéndoselo en la boca sin titubeos.

'¡Otra vez no!'(Wanzo)

Intentó apartarla de inmediato, empujándola con todas sus fuerzas. Pero por alguna razón, las mujeres de este pueblo tenían la fuerza de titanes y ella ni se movió.

"¡¿QUÉ MIERDA COMEN EN ESTE PUEBLO?!" gruñó, con venas marcándose en sus brazos por el sobreesfuerzo.

La mujer ni se inmutó. Es más, aprovechó su intento de alejarla para sujetar su mano y colocarla detrás de su cabeza, obligándolo a que la empujara más profundo.

*Glp* *Glp* *Glp*

Los sonidos húmedos y obscenos resonaron en la silenciosa noche. Wanzo sintió que sus piernas se volvían de gelatina debido al increíble poder de succión de aquella boca. Instintivamente, se sujetó a la pared para no caer… necesitaba algo a que agarrarse, pero se negó a darle la satisfacción de sostenerse de su cabeza.

En algún momento—¿quién sabe cuándo?—la mujer había metido sus manos en los bolsillos de Wanzo con la destreza de una carterista profesional. Sin siquiera mirarlo, y en una muestra de habilidad aterradoramente precisa, desbloqueó su teléfono, activó la cámara y comenzó a tomarse selfies, como si fuera Wanzo quien las tomaba, mientras continuaba con su mamada infernal.

Wanzo tardó unos segundos en darse cuenta. Para cuando reaccionó, su galería ya estaba llena de fotos comprometedoras con ángulos y encuadres de una calidad que cualquier influencer envidiaría.

"¿Qué…?" balbuceó, mirando la pantalla con incredulidad.

Su miembro fue liberado por fin de aquella boca diabólica, pero la mujer no perdió ni un segundo en continuar su actuación.

"Oh, no…" susurró con una mezcla de temor y emoción fingida. "¿Acaso piensas usar esas fotos para chantajearme?"

Wanzo frunció el ceño, confundido.

"¡No puedes hacer esto!" continuó ella, sin darle tiempo a responder. "Nadie te creería… ¡pero tal vez sí! Todos pensarán que soy una puta… no puedo permitir que todos me vean así… No puedo hacerle esto a mi esposo… ¡Pero sé que no te detendrás aquí! Seguro planeas obligarme a traicionar a mi marido…"

"..."(Wanzo)

"¡Está bien!" exclamó, bajando la mirada con aparente resignación. "Lo haré… nadie puede ver estas fotos… pero debemos usar protección…"

"..."(Wanzo)

"¡¿Qué?! ¿¡Sin protección!?" gimió, fingiendo horror. "Pero… ¡podría quedar embarazada! ¡Eres cruel! No puedo traer al mundo un hijo de un desconocido y hacer que mi marido lo críe como suyo… ¡No otra vez…!" Siguió con su monólogo, prácticamente completando toda una obra, incluso si ella era la única participante activa.

"Espera, '¿otra vez?'" parpadeó, procesando sus palabras. "O sea que… ¿Abigail no es hija de Pierre?"

La mujer no respondió, pero la falta de protesta fue respuesta suficiente. Wanzo sintió una mezcla de satisfacción y horror.

"Así que las teorías eran ciertas… Ja, era obvio."(Wanzo)

Sin embargo, su momentáneo orgullo por haber recibido una respuesta oficial a uno de los mayores misterios del pueblo se evaporó en cuanto recordó su situación actual.

"Señora… por favor…"(Wanzo)

"Lo acepto." Su tono se volvió solemne, como si estuviera firmando un pacto con el diablo. "Puedes convertirme en tu puta personal, pero deja en paz a mi familia."

Wanzo abrió la boca para protestar, pero la mujer ya estaba tomando su mano y llevándola a la parte trasera de su cabeza, obligándolo a empujarla nuevamente contra su entrepierna.

"¡Señora, por favor, déjeme en paz!" suplicó con resignación absoluta. "No haré nada… solo déjeme en paz…"

La mujer no parecía conforme con esa respuesta. No, al contrario… lo veía como un desafío.

De repente, con una velocidad inhumana, su mano se deslizó hacia la entrepierna de Wanzo y, sin previo aviso, su dedo mayor atravesó su ano con precisión quirúrgica, perforando su punto débil como si fuera un golpe mortal en un combate de artes marciales.

El mundo se volvió blanco.

El tiempo se detuvo.

Wanzo vio pasar su vida entera frente a sus ojos mientras su próstata era golpeada con la fuerza de un dios.

Su cuerpo reaccionó antes que su mente. Se corrió al instante, sin ninguna resistencia, sintiendo cómo su alma misma abandonaba su cuerpo en el proceso.

Caroline sonrió, aún con la boca llena, recibiéndolo todo en su garganta. Pero no terminaría allí… no. Ella había calculado el momento exacto para apartarse justo en el último instante, dejando que las últimas descargas de Wanzo salpicaran su rostro y cabello como si hubiera coreografiado la escena.

Y como si no fuera suficiente, su dedo asesino salió lentamente de dentro de Wanzo mientras que con su otra mano exprimía hasta la última gota, asegurándose de dejarlo completamente seco. Para rematar su obra maestra, dio una última chupada, limpiándolo con la dedicación de una profesional.

Oh, y en algún momento, con su destreza antinatural, también se las había arreglado para sacar más fotos de su apariencia actual.

Wanzo, derrotado en cuerpo y espíritu, se deslizó lentamente por la pared hasta quedar sentado en el suelo. Su pene flácido temblaba, suplicando clemencia. Su trasero ardía por la repentina intrusión. Su próstata seguía atrapada en el limbo entre la vida y la muerte.

"Qué chico tan malo… obligarme a hacer todo esto, dejarme en este estado… y encima tomándome más fotos…" murmuró la mujer, llevándose un dedo a la boca y chupándolo con una expresión de deleite.

Wanzo, aún intentando recuperar el aliento, apenas pudo procesar lo que decía antes de que ella continuara con su discurso.

"Me haces todas estas cosas y ni siquiera sé tu nombre… pero aun así me convertiste en tu juguete personal." Sonrió de forma casi felina mientras se levantaba la falda con lentitud, dejando ver que, debajo de ella, no llevaba absolutamente nada.

Su coño, empapado hasta un nivel casi ridículo, palpitaba a plena vista, como si se burlara de la frágil resistencia de Wanzo.

El joven despertó bruscamente de su aturdimiento cuando vio a la mujer comenzar a acercarse nuevamente, esta vez en cuclillas, con una mirada que solo podía describirse como depredadora.

"¡NO! ¡Por favor, no más!" suplicó con genuina desesperación, sus ojos vidriosos por el agotamiento extremo. "Fue demasiado por hoy… mi pene ya no da más…"

Trató de cubrirse con las manos, como si pudiera protegerse de una fuerza que claramente lo superaba.

"Yo… yo solo vine aquí para ser granjero… o eso creo… ¡No sé! ¡Pero no para esto!" Se cubrió el rostro con angustia, incapaz de procesar cómo todo había llegado a este punto.

Follar estaba bien… en moderación… con descansos… y, fundamentalmente, sin dedos con la potencia de un proyectil de artillería perforando su trasero.

La mujer lo observó con una mezcla de diversión y malicia.

"Qué cruel… haciéndome sentir lástima por ti solo para luego revelar tus verdaderos colores y aprovecharte de mí…" Sonrió de manera diabólica, pero finalmente se apartó con un suspiro dramático. "Seguro que solo quieres posponer esto para disfrutar sádicamente cómo juegas conmigo más tarde…"

"Sí, sí, lo que sea… solo quiero volver a casa…" murmuró Wanzo, completamente derrotado. Sentía que discutir con esta mujer era una batalla perdida. En este momento, su orgullo y voluntad habían sido triturados en polvo.

Ella soltó una risita traviesa.

"Hombre malo…" Extendió la mano y, antes de que Wanzo pudiera reaccionar, lo levantó con una facilidad perturbadora.

Para su horror, ella misma se encargó de subirle los pantalones, acomodándolos como si nada hubiera pasado… aunque, claro, no sin antes inclinarse y darle un beso a su "pequeño Wanzo", quien solo pudo estremecerse en respuesta.

"¿Ya me puedo ir…?" preguntó con voz apagada.

"¿Hmmm?"(Caroline)

"Tengo mucho que hacer…" explicó, intentando sonar lógico aunque se sentía como un muñeco roto. "Una granja que se supone que debo cultivar… y todas esas cosas… y no tengo ni idea de cómo empezar…"

Dijo esto con un leve temblor en la voz, temiendo que cualquier palabra equivocada pudiera desatar una nueva ronda de… eventos traumáticos.

La mujer lo miró un momento y luego sonrió con picardía.

"Hmmm… sígueme." Se giró y comenzó a caminar hacia una puerta que daba a la parte trasera de su casa. "Por cierto… me llamo Caroline."

"Wanzo…" respondió automáticamente, siguiéndola sin cuestionar nada. Su mente estaba en blanco. Si con esto podía irse, entonces haría lo que fuera necesario.

"Espera aquí" dijo Caroline antes de entrar a su casa y cerrar la puerta detrás de ella.

Wanzo se quedó allí, esperando durante varios minutos. Podría considerar escapar, pero no creía que fuera una buena idea. Este mundo era demasiado raro, al igual que sus habitantes, y temía que, al intentarlo, Caroline apareciera de la nada para... bueno, mejor ni pensarlo. Además, aún sentía su próstata como si hubiera sido atravesada por una aguja, y no se sentía como haciendo nada mas que existir.

Caroline regresó poco después, aunque no con las manos vacías, pero lo primero que notó Wanzo fue que ni siquiera se había limpiado el semen de la cara.

"¿No piensas limpiarte?" preguntó con resignación.

"Sé que no me dejarías" respondió ella con fingida sumisión. "Me obligaste a quedarme así, condenándome a arriesgarme a que mi marido me descubra... Seguro quieres que duerma así y solo me limpie mañana por la mañana, antes de que él se despierte."

"No sé por qué pregunto." negó con la cabeza, sintiendo que su cerebro perdía neuronas con cada conversación con esta mujer... o cualqueira de este lugar.

Caroline ignoró su comentario y le tendió algo.

"Aquí, ten esto. Creo que te ayudará con tu granja. Es la mejor mochila disponible, y la llené con algunas cosas que podrían serte útiles" dijo con una voz sorprendentemente amable y comprensiva, aunque con un ligero matiz guarrillo.

Wanzo la miró con curiosidad. En el juego, recordaba que la tienda vendía dos mochilas: una roja y otra azul más grande. Pero esta era morada, con pequeños detalles en neón. Al examinarla, apareció una pequeña ventana flotante con una descripción del objeto, como en el juego.

[Mochila Iridiscente]

'Este juego parece una versión mas avanzada del que conozco... y mucho más porno', pensó Wanzo mientras extendía la mano.

Apenas la tocó, su cuerpo actuó por reflejo: levantó la mochila sobre su cabeza, y en cuestión de segundos, esta desapareció. Aunque ya no la veía, sentía su presencia en su ser, pero sin peso ni incomodidad.

Por curiosidad, revisó su inventario... y su mandíbula casi se desencajó.

¡¡¡60 espacios!!!

No solo eso, sino que había varias cuadrículas especiales con íconos desconocidos: uno con un símbolo de dinero, otro con un cofre que tenía el mismo esquema de colores que la mochila y que parecia poder retirarse, y otros que no tenía idea de para qué servían. Además, la mochila estaba llena hasta el tope: Aceite x999, Azúcar x999, Arroz x999... Fertilizante de calidad x999, Acelerador de cultivos x999... Brote de manzano x9, Brote de naranjo x9... Catálogo...

Y entre todo eso, un objeto que hizo que Wanzo tragara saliva.

'¡Una Stardrop!'

Una maldita Fruta Estelar, la fruta cosmica. Una de las cosas más raras y unicas del juego.

Wanzo miró a Caroline, quien tenía la expresión de alguien que acababa de regalarle un chicle y no un objeto legendario.

"¿Me estás dando esto?" preguntó, incrédulo.

"Sí, creo que te servirá en la granja. Así, por lo menos, te mantendrás alejado de mí y me darás algo de paz... aunque sé que no podrás resistirte y en cualquier momento aparecerás para usarme otra vez" respondió con una mezcla de timidez, angustia y una pizca de emoción pervertida.

"No, lo digo en serio. Esto es súper valioso" insistió Wanzo, mirando la mochila como si temiera que desapareciera. Había sido violado, sí, pero hasta él comprendía que aquello trascendía lo ordinario. Una simple mochila roja y azul como compensación lo habría hecho sentirse ultrajado y maldecir su destino, pero esto... esto era algo abismalmente distinto.

"Son solo algunas cosas de la tienda, nada del otro mundo. Las tomé rápido de los estantes" respondió ella con total indiferencia.

"No, no, eso está bien. Digo... la mochila. Esto no es normal" dijo, aunque se aferraba a su nueva adquisición como si temiera que se la quitaran.

"Es el tesoro de mi marido" explicó Caroline con naturalidad. "Es lo más valioso que tiene en la tienda... o en cualquier lugar. Creí que te serviría más que esas mochilas baratas que vendemos."

"Esto... ¿No causará problemas cuando Pierre se dé cuenta de que me lo diste?" Wanzo tragó saliva pensando en que sucedería cuando se denuncie el robo.

"No te preocupes, ni se dará cuenta" dijo ella con una seguridad. "Es su mayor tesoro, pero como es tan raro y valioso, nunca lo pone a la venta. No lo usa, así que está ahí acumulando polvo. Si algún día lo nota, le diré que seguro él mismo lo perdió o lo olvidó en algún lado."

"Yo... gracias... supongo" respondió Wanzo, sintiendo emociones demasiado confusas.

Caroline sonrió de manera retorcida.

"Vaya, qué hombre tan malo... no solo abusas de mí y me chantajeas para que a partir de ahora sea tu juguete sexual, sino que también me obligas a darte el mayor tesoro de mi marido para usarlo como un objeto cualquiera... Pobre Pierre, no se merece esto..." gimió con fingida desesperación, pero sus mejillas sonrojadas y su respiración acelerada dejaban en claro que la idea la excitaba.

"Bueno... ¡adiós, señora!" dijo Wanzo, sintiendo un peligro inminente.

Y sin perder un segundo más, salió corriendo hacia su casa, con el miedo real de que Caroline saltara sobre él en cualquier momento.

More Chapters