Cherreads

Chapter 11 - Momentos I

ZOE

Llegamos en silencio a la casa de Imea. Sinceramente no tenia deseos de que pasáramos la noche en ese lugar, pero supongo que no tenía mucho de donde elegir.

Perseo parecía estar sumido en sus pensamientos todo el camino desde que regresamos, y no me dijo ninguna palabra desde que nos despedimos de la reina. Tenía tantos deseos de poder conversar con él, me sentía un tanto culpable de todo el silencio que guarde hacia él mientras veníamos a Esparta. Solo que estaba tan decepcionada de la contrariedad de sus acciones hacia mí que perdí el verdadero sentido de mis afectos.

Todo había estado pasando tan deprisa que me asustaba poder quedarme sin la compañía de Perseo en un futuro cercano. Hace 15 días estaba a punto de ser violada por el perverso hijo de Zeus, pero apareció Perseo para la rescatarme de esa penuria y darme una nueva vida trayéndome con él hacía Esparta, nuestro viaje había sido largo y con muchos pasajes torpes y algo vergonzosos, pero habíamos logrado congeniar. El detonante fui yo y luego el beso que nos dimos que abrió sus sentimientos y me dijo que no podía darme su corazón. Lo que viene ahora podría apartarme de él para siempre y ahora no podemos mirarnos a los ojos o dirigirnos la palabra sin dureza o despecho. Por un momento soy yo la que se torna hostil y luego es él.

—Espero que mi tía no haya sido tan intimidante —La voz de Perseo me saco de mi pequeño trance, pero sonaba tan impersonal que me producía una acidez en la boca responderle. De solo pensar en llegar a la casa de Imea me ponía de peor humor.

—¿Porque habría de serlo? Por cierto, porque no me dijiste que tu familia era de la realeza —Perseo se sonrojo ligeramente y guardo un momento silencio, seguramente pensando en cómo contestarme.

—No me pareció importante —Sentí que me estaba diciendo de manera implícita que no era necesario que yo lo supiera o que no confiaba lo suficientemente en mi como para decírmelo.

—¿Quieres decir que no pensaste que debía saberlo? —Perseo retorció su rostro en un poco de evidente fastidio, mis palabras seguramente le habían hecho sentir incomodo, pero eso ya no importaba ahora mismo, porque me sentía sin importancia como para saber algo tan básico sobre él.

—¿Hubiera hecho alguna diferencia? —Me pregunto frunciendo el ceño de manera un poco enfadada. En realidad, no es el punto si hubiera hecho una diferencia sino solamente que debió al menos advertirme para no mostrarme tan abiertamente sobre mis pensamientos sobre él.

—Si... Bueno no... Pero creo que podrías habérmelo dicho antes de enterarme de esa forma —Perseo bajo la cabeza con un poco de vergüenza y casi podía ver lo más cercano a Perseo de nuestra travesía de 15 días. Pero sabía que gran parte era mi culpa, pero no estaba dispuesta a dar marcha atrás, él se estaba negando a mí.

—Bueno si... Lo siento por eso... Es solo que... Bueno... No son realmente mi familia —No logre entender a plenitud su afirmación, no quería llegar a ninguna conjetura ya que quería que me lo dijera claramente, ya que mañana tendría que encontrarme nuevamente con la reina.

—¿Qué quieres decir? —Perseo miro hacia la puerta que se encontraba frente a nosotros, al parecer habíamos llegado. Rayos debo darme prisa sino quiero perder este momento de conversación pacifica, ante que Imea este persiguiendo a Perseo a todo lado.

—Nada, olvídalo —Perseo se sacudió de sus pensamientos mientras tocaba la puerta con un característico toque demasiado familiar.

—Perseo —Le rogué con suavidad, dándole la oportunidad de nuevamente llegar a mi lado amable, pero era demasiado tarde porque el sonido de la puerta abriéndose y la figura de Imea que se colaba con la luz de la fogata que había dentro.

—¡Ya llegaron! —La cara de Imea se ilumino con solo ver a Perseo y se volvió un poco más seria cuando se posó sus ojos en mí. Perseo le sonrió con agrado, como si lo hubiera salvado de mi compañía. Me sentía relegada y reemplazada, pero a Perseo esto no parecía afectarle.

—¡Imea! —Ella no perdió el tiempo al ver a Perseo y se arrojó a sus brazos y el la recibió con risas... esa risa que no había escuchado desde hace un buen par de días...

—Que oportuna —susurre, y gracias a los dioses no pareció escucharme, pero Perseo me dirigió una mirada adusta porque seguramente si pareció escucharme.

—¡Vamos! que mamá quiere verte. No me cree lo mucho que has crecido desde la última vez —Ella lo arrastro hacia adentro a lo que parecía ser un patio donde había algunas personas y estaba rodeado de lo que parecía ser habitaciones

—Solo fue hace unos tres meses que vine —le respondió con una sonrisa casual Perseo mientras yo volvía a ser la de hace unas horas, un personaje casi invisible. Sentía un fuego quemando mis entrañas, era doloroso. Como si estuviera leyendo mis pensamientos Imea se gira hacia mí con esa sonrisa casual que me sabia a hipocresía pura y casi tenía el deseo de hacer con ella algo de lo que Perseo hizo con Hércules.

—Perseo... No seamos groseros... Tu amiga Zoe seguramente quiere hablar también —Perseo se giró y me miro con algo de recelo como si estuviera pensando si disculparse o seguir tratándonos como hasta ahora. Pero al parecer mi lengua se adelantó a cualquier pensamiento.

—No te preocupes vinimos todo el camino en silencio... Ya estoy acostumbrada —Sonó tan despechado el comentario que me sentía completamente ridícula. Perseo se sonrojo de vergüenza y luego bajo la cabeza. Por un momento me sentí un poco culpable de ser tan dura con él. Pero claro tenía que salir Imea a aportar alguna clase de comentario que hiciera que me hirviera la sangre. Como deseaba que no hubiéramos tenido que venir justamente a este alojamiento.

—Si... Perseo puede ser muy callado... Pero solo cuando está preocupado o ansioso... ¿Cuál de las dos opciones será esta vez? —Imea tomo el rostro de Perseo, lo alzó y se acercó peligrosamente mirando en la profundidad de los inconfundibles e insondables ojos verdes de Perseo. Como se atrevía tocarlo de esa forma y acercarse tanto y sobre todo darle una mirada traviesa que por lo visto Perseo estaba acostumbrado a ver porque no vi un rechazo a ese acercamiento.

—Mmm —murmuró Perseo sin saber cómo reaccionar, solamente estaba sonrojado y desviaba la mirada de donde Imea quería que estuviera enfocada.

—Parece que lo conoces muy bien —Imea solo me devolvió una mirada alegre, me preguntaba si estaba consciente de cómo me estaba incomodando la interacción de estos dos o si simplemente era un espíritu alegre y libre.

—Claro que si —asintió mientras no podía descifrar cada uno de sus gestos y miradas. Ella estaba velada a mi percepción. No es como si tuviera yo una amplia experiencia en relacionarme con la gente, mi último intento fue un doloroso episodio donde fui humillada.

—Mejor vamos adentro que muero de hambre —dijo Perseo mientras me miraba con atención, supongo que me perdí en mis pensamientos por un momento. Pero aún asi, su mirada era muy neutral, contenida, medida.

—Buena idea... Tu plato favorito te espera —de un momento a otro la mirada de Perseo se iluminó al hablar de comida, había visto que de las cosas que más disfrutaba era de comer bien, era de esperarse ya que al ser un soldado debía mantener un ritmo de vida muy disciplinado.

—Entonces será mejor que me lave para poder saludar a tu madre adecuadamente —se sacudió un poco la ropa e inmediatamente Imea le golpeo el hombro resoplando.

—Vamos! Basta de formalidades Perseo —El solo atinó a frotarse la cabellera que desprendía un olor marino profundo, relajante, supongo que no era un olor que Imea pudiera percibir, pero para mí era una de las cosas que se empezaron a manifestar en Perseo que más me llamaban la atención.

—No puedo evitarlo... porque no llevas a Zoe adentro y le muestras su habitación para que pueda asearse antes de cenar... Yo iré a ver a los caballos y luego entrare —Mi dio una ligera mirada para luego alejarla rápidamente, Imea creo que se percató de ello porque su facción se tornó como de extrañez por nuestro trato distante y seco.

—Claro... Sígueme Zoe... Tendrás la habitación que normalmente Perseo usa —me dijo mientras guiaba mi camino por unos pasadizos laterales de la posada. Se veía como un sitio cálido y la gente que transitaba por allí asi como la gente encargada del servicio se sentía tranquila y cálida.

—Y donde dormirá él? —pregunté sin esperar una respuesta especial, no esperaba que me ubicaran en el mismo cuarto que él, pero aun asi me había acostumbrado en nuestro viaje y en su casa a tenerle siempre cerca que la sola idea se me hacía rara.

—Por esta noche en la mía... Mama no quería al comienzo, pero estamos con el resto de habitaciones ocupadas asi que supongo que no tenía más opción —me detuve en seco, la forma en que lo dijo me dolió, sentía que me ardía el pecho, no podía simplemente decir que iba a dormir con Perseo, o al menos compartir la misma habitación. Pero Imea no parecía afectada por el hecho de compartir habitación con Perseo, supongo que no era la primera vez que esto pasaba.

—Ya veo… —dije con un poco de decepción. No había nada que yo pudiera hacer, asi que no tenía sentido regalar mis emociones. Supongo que Imea entendió mi natural preocupación porque me dirigió una mirada curiosa.

—Aunque con Perseo no hay nada que sospechar... Es demasiado noble —En eso tenía razón, pero no era motivo para poder anunciar que compartiría la habitación con Perseo como la cosa más natural del mundo.

—Si claro... —dije con pereza, no era como si yo pudiera hacer algo para poder evitarlo. Pero simplemente la idea me hacía estallar por dentro.

—Esta será tu habitación... Cuando hayas terminado dirígete a aquella cabaña, nos encontraras a Perseo y a mi allí —Me abrió un puerta al final del camino y me hizo una seña con la mano para que pudiera entrar. La habitación era grande, una cama amplia, implementos para poder lavarme y pude ver también una muda de ropa, inusual, pero seguramente ya había sido preparado después de encontrarnos previamente.

—Está bien... muchas gracias —cuando quise voltear para dar las gracias apropiadamente Imea ya no estaba allí, supongo que tenía otras cosas que hacer. Me tire en la cama un rato el viaje había sido un poco cansador por la innegable tensión entre nosotros, pero era culpa de Perseo, todo era su culpa. —Todo es tu culpa Perseo —dije resoplando nada estaba saliendo como se supone que las cosas deben salir cuando hemos compartido tiempo juntos y hemos compartido un beso.

Mientras me levantaba para poder asearme un poco, mis pensamientos se perdieron lejos de la posada, hacia mi antiguo hogar de las cosas que ma habían tocado pasar y de cómo toda mi vida había sido un constante rechazo por ser hija de quien era y que no podía encajar en el mundo y ser libre de tomar mis propias decisiones, sino que por mi linaje ya alguien tomo las decisiones por mí y fui confinada en ese jardín donde las cosas no fueron diferentes.

Acostumbrada a la soledad y el rechazo todo lo que siempre quise en mi vida fue poder ser libre y viajar por el mundo, conocer todo aquello que por muchos años me había sido negado, fui obligada a vivir en el destierro y solo quería recorre el mundo, fue por ello que cuando se presentó Hércules vi en el mi oportunidad de libertad y aventuras, pensé por un momento que mis ideas y las de él estaban alineadas, pero con mucho dolor me percaté que solo quería usarme para sus propios fines. Con el dolor aun latente y fresco en el corazón la figura de Perseo y Eneas las cosas habían mejorado, se sentía una calidez especial, y poder saber que Perseo tenía la misma carga en sus hombro de ser hijo de una deidad era reconfortante, pero por alguna razón también era doloroso, nuestros caminos estaban más que separados porque el pertenecía al Olimpo y yo a un desterrado y castigado Atlas, así como de Pleione, lo que me convertía en un total desastre.

Pero por otra parte también me puse a pensar en la realidad de Perseo, sus padres habían fallecido, vivía solo con Eneas, y en Esparta tenía nada menos que a la reina como su familia adoptiva, pero él había elegido vivir como un soldado lejos de la ciudad con una vida propia y sirviendo a su nación. Era para mí un desafío de que yo también podía encontrar algo por lo que pasar el resto de mis días haciendo y disfrutando y que Perseo podía ayudarme a encontrarme con ello. Supongo que podré conocer más sobre la vida aquí en Esparta mañana mientras conozco el palacio y hablo con la reina.

No sé cuánto tiempo habría pasado perdida en mis pensamientos, pero, cuando tome consciencia fue para sentir una presencia adicional en la habitación mientras aún mantenía una toalla entra mis manos. Ni tiempo había tenido para cambiarme de ropa, era una túnica blanca sencilla con un cinturón de cuero para la parte de la cintura. Cuando me giré para poder ver a la persona en la habitación era Perseo quien estaba de pie en la puerta de la habitación.

—Veo que todavía no te has aseado ni cambiado, ya casi es hora de cenar, mejor te apresuras —me dijo con un tono de voz familiar y cálido. A veces pensaba que tenía serios problemas para mantener tu tono de conversación, a veces era frío y otras veces tan cálido.

—Pensé que estarías viendo a los caballos y saludando a la madre de Imea —Me miro con un poco de preocupación, para después negar con la cabeza.

—Zoe, eso fue hace 1 hora... —¡una hora! Pensé tan profundo que me había perdido, ni cuenta me había dado del paso del tiempo. Perseo se acercó tomando el cuenco de agua y lo puso en la mesa, mientras se me acercaba y extendía sus manos. Instintivamente me alejé —Tranquila, solamente voy a soltar tu cabello, para que te pueda lavar, parece que estas muy extraviada —me dirigió una mirada un poco herida. Por un momento me sentí un poco culpable, quiero decir durante nuestro viaje a su casa desde el jardín de Hespéridas había lavado mi cabello y todo eso, pero fue simplemente instinto.

—Lo siento —me disculpe con un poco de temor, porque me dolía ver una mirada dolida en Perseo, pero simplemente no se sentía cómodo por como estaban las cosas entre nosotros.

—No te disculpes, entiendo, te espero afuera —dijo Perseo recuperando su mirada tranquila.

—Yo... Está bien —dudé por un momento si pedirle que me diera una mano con el cabello, pero era mejor no forzar las cosas y mucho menos si en cualquier momento se podía aparecer Imea para hacer las cosas más complicadas —Por cierto, ¿cuál es tu relación con Imea? —cuando la pregunta salió de mi boca me arrepentí de haberlo preguntado, porque entonces una sonrisa triunfal y resoplo con un fingido aire superior.

—Con que de eso se trataba —cuando dijo eso simplemente no pude contener mi derrota y le arrojé la toalla que tenía en la mano a lo cual sonrió y se despidió con la mano, había sido descubierta, él ya sabía que estaba celosa de Imea y que nada de eso me hacía gracia. —No demores, Zoooooe —oh dioses, lo estaba disfrutando, y me lo echaba en cara, sin duda sería una larga, larga noche y tendría que aguantar a un triunfal Perseo que ahora sabía que estaba ardiendo en celos, muy a parte de nuestro "tema" particular, que aún no salía de mi cabeza por qué no quería o no podía tener algo conmigo.

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