"Y es por eso, que según los reportes científicos, el mundo es más viejo de lo que parece" - dijo una hermosa mujer de cabello rojo mientras miraba a los jóvenes que estaban sentados delante de ella - "¿Alguna pregunta?"
"¡¿Tiene novio, Kushina sensei?!" - exclamó un joven con el rostro rojo.
"¿Alguna pregunta relacionada con lo que estoy enseñando?" - dijo Kushina mientras negaba con la cabeza, ignorando cómo los niños empezaban a reírse de su compañero de clases, solo para escuchar cómo sonaba la campana - "Bueno, es hora, vayan a su descanso"
Los jóvenes rápidamente salieron del lugar, con algunos mirando a Kushina una última vez antes de salir de la sala de clases.
Kushina lentamente se sentó en el escritorio con el ceño ligeramente fruncido porque estaba aburrida de escuchar esto al menos cinco veces al día. Sí, ella estaba orgullosa de su belleza, pero esto era molesto, más cuando sus padres la pedían constantemente que se case de una vez por todas, pero no importaba cuantas personas con potencial ella conociera, ninguno ganaba su interés.
El tiempo avanzó lentamente, con Kushina avanzando por las calles de Tokio, con su mirada inconscientemente moviéndose hacia la luna, como si algo la estuviera llamando, solo para sentir cómo alguien la estaba vigilando.
La bella mujer de cabello rojo empezó a mirar alrededor, solo para fruncir el ceño porque a pesar de que no sabía quién era, ella podía sentir que alguien la seguía observando, así que rápidamente avanzó a paso acelerado porque había escuchado rumores de que por esta zona habían desaparecido unas cuantas chicas.
Kushina continuó avanzando, sin percatarse de que un gato negro la estaba observando con una sonrisa ante de desaparecer sin dejar rastros.
No le tomó más de media hora llegar a su casa, cuando Kushina sintió cómo la mirada que la había seguido, ya no estaba más, lo que causó que tomara un largo respiro, aunque su expresión cambió cuando miró hacia el interior de su hogar, solo para ver cómo sus padres estaban hablando con un hombre desconocido, al que no le podía ver el rostro.
Soltando un suspiro de irritación, Kushina entró a su hogar frunciendo el ceño porque estaba aburrida de tener que aguantar a sus padres trayendo a hombres aleatorios para intentar entablar una relación, aunque antes de que ella pudiera entrar al comedor, se detuvo en seco porque logró escuchar la voz del hombre, y esto empezó a causar que su corazón latiera con fuerzas.
Rápidamente, Kushina entró al lugar, viendo a un apuesto hombre de cabello plateado y ojos de diferente color, una apariencia que pareció despertar algo dentro de ella, algo indescriptible y que lentamente estaba brotando desde lo más profundo de su ser.
"¡Oh, llegaste justo a tiempo, querida!" - exclamó la madre de Kushina con una feliz sonrisa - "Te presento a..."
"Kuro-chan..." - murmuró Kushina inconscientemente, solo para abrir los ojos, sorprendida de que esas palabras salieran de sus labios - "Lo siento"
El hombre simplemente sonrió, como si no le importara, o mejor dicho, como si estuviera recordando el pasado.
Kushina se quedó embobada ante todas las imágenes que podía ver a través de los ojos del apuesto hombre de cabello plateado, solo para sacudir la cabeza porque sabía que estaba siendo grosera al quedarse mirándolo por tanto tiempo.
"¡Ahem! Quería presentarte a un chico que conocí durante mis compras, su nombre es Kurama Uzumaki" - dijo la madre de Kushina mientras ignoraba las incongruencias de su hija porque era lo normal.
"Kurama..." - murmuró Kushina múltiples veces en sus pensamientos, como si quisiera memorizar ese nombre, o mejor dicho, quería saber por qué él le traía tantas emociones luego de escuchar su voz.
"¿Kushina?" - preguntó su padre mientras fruncía el ceño porque su hija estaba actuando de forma extraña ante un posible yerno, después de todo, este joven era apuesto, amable, y parecía un buen hombre.
"L-Lo siento" - respondió Kushina al ver que estaba actuando con una extrañeza que la hacía ver rara - "Mi nombre es Kushina Takenashi, es un placer conocerlo, Kurama Uzumaki-san"
"El placer es mío" - respondió Kurama con una sonrisa mientras asentía en dirección de la hermosa mujer de cabello rojo, solo para ver su reloj y negar con la cabeza - "Lamento que nuestra reunión sea tan corta, pero tengo que irme"
"¿No te puedes quedar un poco más?" - preguntó Kushina, sorprendiendo a sus padres porque era primera vez que veían a su hija pedirle a uno de los chicos que ellos traían a casa, el quedarse por más tiempo. Normalmente, ella hacía todo lo posible por hacer que ellos se fueran en cuestión de minutos, causando que sus padres se quedaran avergonzados por su rudeza.
"Por mucho que me gustaría hacerlo, no puedo" - respondió Kurama mientras negaba con la cabeza - "Tengo algunos asuntos pendientes que son de suma importancia"
"Oh..." - Kushina soltó un suspiro pesado mientras seguía al joven con la mirada mientras este salía de su hogar, solo para avergonzarse cuando notó cómo sus padres la miraban con sonrisas en sus rostros - "¿Qué?"
"Nuestro plan era correcto, solo que no habíamos conocido al objetivo correcto" - dijo su madre con una sonrisa presumida mientras su padre negaba con la cabeza.
Kushina se sonrojó aún más mientras daba un fuerte pisotón y corría hacia su habitación.
Sus padres simplemente la miraron con sonrisas en sus rostros, mientras celebraban que por fin tendrían nietos.
Pasaron otros dos días para que Kushina volviera a ver a Kurama, sintiendo cómo había una extraña conexión entre los dos, lo cual no tenía sentido porque esta era la segunda vez que se veían, sin embargo, esto no quitaba que ella estaba gravitando hacia él inconscientemente.
El tiempo continuó avanzando, con un mes habiendo transcurrido.
Kurama y Kushina estaban más unidos que nunca, aunque había un problema en todo esto, y ese era que la mujer de cabello rojo había estado teniendo sueños extraños, sueños que parecían más recuerdos que otra cosa.
Ella estaba empezando a sentirse extraña, aunque al mismo tiempo esto causó que su relación con Kurama fuera más unida, sin embargo, no todo era bueno, porque Kushina estaba empezando a sentir que había algo mal.
Mientras más tiempo ella pasaba con Kurama, más sueños ella tenía, al punto de que ella estaba empezando a confundirse con cuál era el sueño, y cuál era su realidad.
Kurama estuvo a su lado con el ceño fruncido, pensando detenidamente en qué hacer en esta situación, lo que alivió un poco el miedo de Kushina, pero todo cambió un día en que empezó a tener estos sueños despierta, lo causó que ella tuviera un colapso mental.
Kurama rápidamente la llevó al hospital, con sus padres llegando a los pocos minutos para ver a su hija inconsciente.
Desconsolados, los padres de la mujer de cabello rojo empezaron a pedir respuestas, solo para escuchar cómo ni siquiera los médicos sabían qué era lo que estaba sucediendo.
Durante el siguiente mes, Kurama se mantuvo al lado de la mujer que había caído en un profundo coma, pero sorprendentemente, su cuerpo no parecía haber sufrido ningún cambio, como si este hubiera quedado congelado en el tiempo.
Kurama tenía una expresión ilegible en su rostro, con los padres viniendo a visitarlo cada que podían debido a sus trabajos, mientras que Kushina parecía estar hundida en una fantasía.
Sin saber cuánto tiempo había pasado, la mujer de cabello rojo había estado viviendo su vida en sus sueños, reviviendo todos los sucesos que habían sucedido en su vida pasada.
Su llegada a Konoha, su relación con Minato, cómo habían terminado debido a la influencia del Kyuubi no Kitsune que había tomado posesión de su amado, cómo había llegado a Uzushiogakure no Sato junto a un bebé y a una chica de cabello morado, cómo el bebé creció hasta ser un joven, regresando a Konoha, y los sucesos que terminaron con la muerte de Minato, o mejor dicho el Kyuubi, avanzando hasta los momentos que marcaron su final en el reino de los vivos.
Cuando las memorias terminaron, Kushina abrió lentamente los ojos, solo para ver un rostro familia, un rostro que no había cambiado en todos estos años de separación - "Kuro-chan..."
Kurama abrió los ojos al escuchar la voz de la mujer que había estado a su lado desde que tenía uso de razón, solo para mirarla a los ojos y sonreír.
Kushina sintió cómo su corazón latía con fuerzas mientras las lágrimas corrían por su mejilla - "¡Kuro-chan!"
"Por fin nos volvemos a ver, Kushi-chan" - respondió Kurama con una sonrisa llena de felicidad mientras abrazaba a la mujer, con los doctores entrando poco después para ver la escena de los dos amantes abrazados, retrocediendo para darles un poco de espacio.
Los dos continuaron abrazados por unos cuantos minutos más antes de que los médicos volvieran a entrar para revisar a la mujer, sorprendiéndose de que ella estaba tan saludable que estaba lista para ser dada de alta, con sus padres apareciendo con felicidad al ver cómo su hija había regresado.
Kushina se sintió un poco incómoda, porque a pesar de que todavía tenía las memorias de esta vida, revisar los sucesos de la vida pasada había causado que esos recuerdos se hundieran entre el mar de recuerdos que estaba en su cabeza, aunque esto duró solo unos pocos minutos, porque cuando sintió los brazos familiares de sus padres, ella empezó a sollozar.
Kurama observó todo esto con una sonrisa, mirando hacia la luna que se asomaba en la distancia, pensando en el siguiente movimiento, establecer contacto con el resto que todavía no recuperaba sus recuerdos.
La Leyenda del Kyuubi...
Fin
